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Hasta finales del siglo diez y nueve en pleno centro de Bogotá, a pocas cuadras de la plaza de Bolívar, florecía el barrio Santa Inés, donde residía lo más granado de la clase alta de Bogotá, las lujosas mansiones de ese barrio, ostentaban en sus balcones bellas flores entre ellas los denominados cartuchos.
Después del Bogotazo, el barrio de Santa Inés experimentó un serio deterioro dado a que los residentes se trasladaron a los nuevos barrios del norte de la ciudad y en su lugar se pobló de desplazados por la violencia y gentes que buscaban oportunidades para vivir, mediante el comercio de materiales y envases reciclados.
Las abuelas señalaban que desde que tumbaron la iglesia de Santa Inés, en febrero de 1957, el barrio se comenzó a dañar. "Eso fue como una maldición por el sacrilegio cometido".
La consolidación del contrabando y el desempleo urbano fueron concentrando grupos de vendedores estacionarios y muchos jóvenes en búsqueda de su subsistencia. La pobreza produjo que esta población fuera aumentando. Para finales de los sesenta y principios de los setenta, Santa Inés ya empezaba a ser un lugar estigmatizado por el consumo y expendio de drogas. De una extraña manera este lugar se había convertido en el eje de dicha actividad en la ciudad
Hasta finales del siglo diez y nueve en pleno centro de Bogotá, a pocas cuadras de la plaza de Bolívar, florecía el barrio Santa Inés, donde residía lo más granado de la clase alta de Bogotá, las lujosas mansiones de ese barrio, ostentaban en sus balcones bellas flores entre ellas los denominados cartuchos.
Después del Bogotazo, el barrio de Santa Inés experimentó un serio deterioro dado a que los residentes se trasladaron a los nuevos barrios del norte de la ciudad y en su lugar se pobló de desplazados por la violencia y gentes que buscaban oportunidades para vivir, mediante el comercio de materiales y envases reciclados.
Las abuelas señalaban que desde que tumbaron la iglesia de Santa Inés, en febrero de 1957, el barrio se comenzó a dañar. "Eso fue como una maldición por el sacrilegio cometido".
La consolidación del contrabando y el desempleo urbano fueron concentrando grupos de vendedores estacionarios y muchos jóvenes en búsqueda de su subsistencia. La pobreza produjo que esta población fuera aumentando. Para finales de los sesenta y principios de los setenta, Santa Inés ya empezaba a ser un lugar estigmatizado por el consumo y expendio de drogas. De una extraña manera este lugar se había convertido en el eje de dicha actividad en la ciudad
Hasta finales del siglo diez y nueve en pleno centro de Bogotá, a pocas cuadras de la plaza de Bolívar, florecía el barrio Santa Inés, donde residía lo más granado de la clase alta de Bogotá, las lujosas mansiones de ese barrio, ostentaban en sus balcones bellas flores entre ellas los denominados cartuchos.
Después del Bogotazo, el barrio de Santa Inés experimentó un serio deterioro dado a que los residentes se trasladaron a los nuevos barrios del norte de la ciudad y en su lugar se pobló de desplazados por la violencia y gentes que buscaban oportunidades para vivir, mediante el comercio de materiales y envases reciclados.
Las abuelas señalaban que desde que tumbaron la iglesia de Santa Inés, en febrero de 1957, el barrio se comenzó a dañar. "Eso fue como una maldición por el sacrilegio cometido".
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Hasta finales del siglo diez y nueve en pleno centro de Bogotá, a pocas cuadras de la plaza de Bolívar, florecía el barrio Santa Inés, donde residía lo más granado de la clase alta de Bogotá, las lujosas mansiones de ese barrio, ostentaban en sus balcones bellas flores entre ellas los denominados cartuchos.
Después del Bogotazo, el barrio de Santa Inés experimentó un serio deterioro dado a que los residentes se trasladaron a los nuevos barrios del norte de la ciudad y en su lugar se pobló de desplazados por la violencia y gentes que buscaban oportunidades para vivir, mediante el comercio de materiales y envases reciclados.
Las abuelas señalaban que desde que tumbaron la iglesia de Santa Inés, en febrero de 1957, el barrio se comenzó a dañar. "Eso fue como una maldición por el sacrilegio cometido".
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Hasta finales del siglo diez y nueve en pleno centro de Bogotá, a pocas cuadras de la plaza de Bolívar, florecía el barrio Santa Inés, donde residía lo más granado de la clase alta de Bogotá, las lujosas mansiones de ese barrio, ostentaban en sus balcones bellas flores entre ellas los denominados cartuchos.
Después del Bogotazo, el barrio de Santa Inés experimentó un serio deterioro dado a que los residentes se trasladaron a los nuevos barrios del norte de la ciudad y en su lugar se pobló de desplazados por la violencia y gentes que buscaban oportunidades para vivir, mediante el comercio de materiales y envases reciclados.
Las abuelas señalaban que desde que tumbaron la iglesia de Santa Inés, en febrero de 1957, el barrio se comenzó a dañar. "Eso fue como una maldición por el sacrilegio cometido".
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Hasta finales del siglo diez y nueve en pleno centro de Bogotá, a pocas cuadras de la plaza de Bolívar, florecía el barrio Santa Inés, donde residía lo más granado de la clase alta de Bogotá, las lujosas mansiones de ese barrio, ostentaban en sus balcones bellas flores entre ellas los denominados cartuchos.
Después del Bogotazo, el barrio de Santa Inés experimentó un serio deterioro dado a que los residentes se trasladaron a los nuevos barrios del norte de la ciudad y en su lugar se pobló de desplazados por la violencia y gentes que buscaban oportunidades para vivir, mediante el comercio de materiales y envases reciclados.
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Hasta finales del siglo diez y nueve en pleno centro de Bogotá, a pocas cuadras de la plaza de Bolívar, florecía el barrio Santa Inés, donde residía lo más granado de la clase alta de Bogotá, las lujosas mansiones de ese barrio, ostentaban en sus balcones bellas flores entre ellas los denominados cartuchos.
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Después del Bogotazo, el barrio de Santa Inés experimentó un serio deterioro dado a que los residentes se trasladaron a los nuevos barrios del norte de la ciudad y en su lugar se pobló de desplazados por la violencia y gentes que buscaban oportunidades para vivir, mediante el comercio de materiales y envases reciclados.
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