trieste21
Creyó, haciendo la impúdica escultura, este Marqués...
»Creyó, haciendo la impúdica escultura,
este Marqués celoso y delirante,
vil castigar la vil desenvoltura
de esa adultera esposa y del amante.
Ciego, al llenar a su mujer de lodo,
no ve el Marqués que su deshonra sella,
publicando el imbécil de este modo
la infamia de él y la vergüenza de ella»
Extracto del poema "Los Marqueses de Valverde", de Ramón de Campoamor.
Cuenta una leyenda vallisoletana que en este palacio del siglo XVI, vivía el matrimonio Valverde junto a un atractivo y arrogante joven a quien los marqueses habían criado como hijo suyo... Cierto día, el marqués escuchó hablando en tono susurrante a su esposa, que planeaba fugarse con el joven y poder vivir así su amor libremente. Ante la sorpresa de la marquesa, su esposo se acercó a ella y le dijo que ella podría marcharse con su amante, pero él se vengaría de su infidelidad. Acto seguido, las autoridades apresaron a los amantes y el marido deshonrado contrató los servicios de un escultor para perpetuar la impureza de su esposa en la fachada del palacio.
Las esculturas situadas encima del arco de la entrada, reflejan al matrimonio. A la marquesa se la esculpió con la falda levantada hasta la altura de las rodillas, dando a entender que ella fue infiel (y él un cornudo)
En Valladolid, Castilla y León (España).
Creyó, haciendo la impúdica escultura, este Marqués...
»Creyó, haciendo la impúdica escultura,
este Marqués celoso y delirante,
vil castigar la vil desenvoltura
de esa adultera esposa y del amante.
Ciego, al llenar a su mujer de lodo,
no ve el Marqués que su deshonra sella,
publicando el imbécil de este modo
la infamia de él y la vergüenza de ella»
Extracto del poema "Los Marqueses de Valverde", de Ramón de Campoamor.
Cuenta una leyenda vallisoletana que en este palacio del siglo XVI, vivía el matrimonio Valverde junto a un atractivo y arrogante joven a quien los marqueses habían criado como hijo suyo... Cierto día, el marqués escuchó hablando en tono susurrante a su esposa, que planeaba fugarse con el joven y poder vivir así su amor libremente. Ante la sorpresa de la marquesa, su esposo se acercó a ella y le dijo que ella podría marcharse con su amante, pero él se vengaría de su infidelidad. Acto seguido, las autoridades apresaron a los amantes y el marido deshonrado contrató los servicios de un escultor para perpetuar la impureza de su esposa en la fachada del palacio.
Las esculturas situadas encima del arco de la entrada, reflejan al matrimonio. A la marquesa se la esculpió con la falda levantada hasta la altura de las rodillas, dando a entender que ella fue infiel (y él un cornudo)
En Valladolid, Castilla y León (España).