Breve fue el paso por Chile de Luis María Moxó de Francolí y López Fuertes, que fue el tercer Barón de Juras Reales, en Conchalí tenemos una calle con ese nombre
Una historia muy representativa de esos tiempos la constituye la de don Luis María Moxó de Francolí y López Fuertes, que fue el tercer Barón de Juras Reales (III). 1776-1843.
Fiscal de Santiago de Chile, magistrado de Barcelona, alcalde del Crimen de Barcelona, regente de Extremadura, escritor, exiliado, prisionero de guerra, no en ese orden pero lo fue.
Fue hermano de la madre de estos chicuelos Larraín Mxó. Hijo de José Antonio Moxó de Francolí, el II barón de Juras Reales que había nacido en Cervera en 1751 y muerto en Santiago de Chile (4 de abril de 1810), donde vino a ser fiscal de la Real Audiencia en 1803.
Estudió Luis en la Universidad de Cervera, en la que cursó siete años de Cánones y Leyes y otros dos de Letras Humanas y después de defender en ella cuatro actos de conclusiones, recibió los grados de bachiller, licenciado y doctor en Filosofía, bachiller, licenciado y doctor en Leyes, y de bachiller en Cánones.
A sus 27 años pasó al Reino de Chile en compañía de su padre en 1803 y fue recibido como abogado por la Real Audiencia de Santiago de Chile en 1804 y en este alto tribunal sirvió en diferentes ocasiones los empleos suplentes de agente fiscal de lo Civil y Criminal durante las ausencias y enfermedades de los propietarios.
Fue luego nombrado provisor y vicario general del arzobispado de Charcas en el Alto Perú y juez de apelaciones de los obispados sufragáneos, de capellanías y obras pías en 1807, cuando su tío Benito María de Moxó y Francolí era arzobispo, empleos en los que despachó durante dos años.
Mientras permaneció en la ciudad de La Plata, la actual Chuquisaca, fue elegido (mayo de 1807) por asistente real para las oposiciones a las canonjías de la Iglesia de Charcas y la Universidad de San Francisco Javier de Chuquisaca, que le dispensó el grado de doctor en ambos Derechos y le dio título de vicecancelario.
La familia Moxó enlazó en América con linajes de la aristocracia y la burocracia. El propio Luis María de Moxó se casó en Buenos Aires con María Dolores Oromí y Lasala, hija de Ramón de Oromí y de Martiller, nacido en Málaga en 1756, aunque de origen catalán, admitido como hijosdalgo en Madrid en 1783, caballero de la Orden de Carlos III en 1790, director del monopolio de tabacos en Buenos Aires.
La hermana suya, María Dolores Moxó y López, casó en 1810 con el aristócrata chileno Juan Toribio de Larraín, I marqués de Larraín en 1787, y caballero de la Orden de Carlos III en 1796.
Ella es la madre entonces del II marqués de Larraín, Rafael de Larraín y Moxó, nacido en 1813, que llegó a ser presidente del Senado de Chile y cuya fotografía vemos en este álbum.
El retrato de Santiago Larrain Moxó por Rugendas corresponde al segundo hijo de doña María Dolores Moxó.
La Suprema Junta Central en España nombró a Luis Moxó fiscal de la Real Audiencia de Santiago de Chile por Decreto del 5 de enero de 1810, para ocupar la vacante por la muerte de su padre, oficio del que se le extendió título pocos días después, el 16 de enero de 1810, plaza que no pudo asumir por las alteraciones de la insurgencia, tu sabes el 18 y esas cosas previas, pues cuando arribó a Montevideo en junio de 1810 fue detenido por las autoridades de Buenos Aires, y confinado a la ciudad de Mendoza.
Ese año, por fallecimiento de su padre, le sucedió como barón de Juras Reales. En Conchalí tenemos una calle con ese nombre.
En 1814 logró escapar desde Mendoza y huyó a Montevideo, donde desempeñó diversas comisiones y, cuando se rindió aquella plaza, fue, nuevamente, confinado en clase de prisionero a San Luis de Potosí y así permaneció hasta 1817, año en que fue autorizado por los patriotas y con permiso de la Corona para regresar a los reinos de España y a partir de allí su vacilante conducta política iba a marcar el curso del resto de su vida.
Se estableció en Barcelona y allí se ordenó que se le asignara un sueldo de 12.000 reales, situado en el mismo ramo del que cobraban los ministros de la Real Audiencia de Cataluña por 1818 y en el año siguiente, en octubre de 1819, fue nombrado caballero de la Orden Americana de Isabel la Católica y comenzó a desempeñarse como ministro suplente de la citada Real Audiencia de Cataluña. Nunca se olvidó de Chile ni de América, a su manera claro.
Se hallaba en Barcelona cuando se produjo la segunda instauración del régimen constitucional y allí contribuyó a que se publicara la Constitución y era tenido como “adicto al sistema constitucional”.
Durante su estancia en Madrid publicó un primer volumen de textos que había comenzado durante su reclusión en San Luis de Potosí, que llevaba el título de Ensayos de moral, de política y de historia.
En la obra calificaba la revolución americana de “guerra intestina y cruel” entre dos partidos “igualmente queridos”. La obra se componía de seis disertaciones que trataban de temas generales, relacionados con América, según el siguiente esquema: suicidio, sacrificios humanos, música, esclavitud, e islas Afortunadas. Los ensayos contenían también el discurso que pronunció Moxó en 1807 ante el clero de la ciudad de La Plata (Chuquisaca) con motivo de la invasión inglesa. Este señor estaba en todas.
Una vez abolido el régimen constitucional y a pesar de haberlo apoyado y servido oficios en aquella época, fue rápidamente purificado por el Consejo de Indias en 1824 y, sobre la base de esta declaración, solicitó que se le repusiera en su plaza de alcalde del Crimen de la Real Audiencia de Cataluña.
En 1828, Moxó publicó en Barcelona dos volúmenes titulados Entretenimientos de un prisionero en las provincias del Río de la Plata, en los que incluía los textos de 1821 con una ampliación de los temas tratados, que abarcaba disertaciones sobre antropofagia de las naciones americanas, violenta y extraña propensión que los indios tienen a la idolatría, conocimientos científicos de los indígenas americanos en astronomía, geometría y aritmética, elementos de la cultura indígena, como “la antigua pintura de los indios tarascos”, cuestiones de historia natural, como el pez volador o los Sargazos, sobre un hecho particular de Colón, y un comentario sobre la obra de Ginés de Sepúlveda siempre en defensa de la guerra contra los indígenas
Además, la obra llevaba una advertencia en “agradecida memoria” del arzobispo Moxó, y la dedicaba al ministro Calomarde, estimando que su aportación tenía una doble finalidad: “Dar una idea, más puntual y expresiva del carácter e índole de aquellos indios, cual no se ha tenido hasta ahora” y “vindicar a nuestra España de las infinitas injurias y maliciosas sátiras con que muchos escritores estrangeros han intentando envilecerla”.
Un par de años más tarde, en 1830, publicó en Barcelona el opúsculo titulado El príncipe y su pueblo, o deberes del pueblo español hacia su legítimo rey y señor don Fernando VII.
En 1830 el Consejo de Cámara de Castilla, lo nombra regente de la Real Audiencia de Extremadura.
En 1832 fue acusado por un vecino de Trujillo de “hablar en público con los Realistas y en secreto con los Liberales”, por lo que hubo de abandonar la ciudad de Cáceres pero se estableció en la Corte, donde se ordenó que gozara de 12.000 reales de pensión.
No conformándose con su jubilación, solicitó desde Madrid que se le restituyera a su carrera judicial, pero no lo consiguió y poco tiempo después tomó el partido del infante don Carlos, por lo que hubo de abandonar España, radicándose en Burdeos, después de publicar un manifiesto en favor del “derecho sagrado” de Carlos de Borbón.
Desde allí solicitó, años más tarde, al regente del Reino que se le permitiera regresar a España en 1842, pero, una vez recibida su solicitud, se pidieron una serie de informes y, finalmente, le fue denegada su petición, sobre la base del dictamen de la mesa, en el que se consignaba que: “No justificando este interesado el motivo que le haya impedido acogerse al Convenio de Vergara, cree la mesa se debe negar su solicitud” y así hubo de permanecer en Burdeos, donde le sorprendió la muerte en 1843.
Hasta dos décadas después, en 1863, no se otorgó carta de sucesión en el título nobiliario de barón de Juras Reales a su hijo Manuel María de Moxó y Oromí.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Chile, 184; Chile, 223
Breve fue el paso por Chile de Luis María Moxó de Francolí y López Fuertes, que fue el tercer Barón de Juras Reales, en Conchalí tenemos una calle con ese nombre
Una historia muy representativa de esos tiempos la constituye la de don Luis María Moxó de Francolí y López Fuertes, que fue el tercer Barón de Juras Reales (III). 1776-1843.
Fiscal de Santiago de Chile, magistrado de Barcelona, alcalde del Crimen de Barcelona, regente de Extremadura, escritor, exiliado, prisionero de guerra, no en ese orden pero lo fue.
Fue hermano de la madre de estos chicuelos Larraín Mxó. Hijo de José Antonio Moxó de Francolí, el II barón de Juras Reales que había nacido en Cervera en 1751 y muerto en Santiago de Chile (4 de abril de 1810), donde vino a ser fiscal de la Real Audiencia en 1803.
Estudió Luis en la Universidad de Cervera, en la que cursó siete años de Cánones y Leyes y otros dos de Letras Humanas y después de defender en ella cuatro actos de conclusiones, recibió los grados de bachiller, licenciado y doctor en Filosofía, bachiller, licenciado y doctor en Leyes, y de bachiller en Cánones.
A sus 27 años pasó al Reino de Chile en compañía de su padre en 1803 y fue recibido como abogado por la Real Audiencia de Santiago de Chile en 1804 y en este alto tribunal sirvió en diferentes ocasiones los empleos suplentes de agente fiscal de lo Civil y Criminal durante las ausencias y enfermedades de los propietarios.
Fue luego nombrado provisor y vicario general del arzobispado de Charcas en el Alto Perú y juez de apelaciones de los obispados sufragáneos, de capellanías y obras pías en 1807, cuando su tío Benito María de Moxó y Francolí era arzobispo, empleos en los que despachó durante dos años.
Mientras permaneció en la ciudad de La Plata, la actual Chuquisaca, fue elegido (mayo de 1807) por asistente real para las oposiciones a las canonjías de la Iglesia de Charcas y la Universidad de San Francisco Javier de Chuquisaca, que le dispensó el grado de doctor en ambos Derechos y le dio título de vicecancelario.
La familia Moxó enlazó en América con linajes de la aristocracia y la burocracia. El propio Luis María de Moxó se casó en Buenos Aires con María Dolores Oromí y Lasala, hija de Ramón de Oromí y de Martiller, nacido en Málaga en 1756, aunque de origen catalán, admitido como hijosdalgo en Madrid en 1783, caballero de la Orden de Carlos III en 1790, director del monopolio de tabacos en Buenos Aires.
La hermana suya, María Dolores Moxó y López, casó en 1810 con el aristócrata chileno Juan Toribio de Larraín, I marqués de Larraín en 1787, y caballero de la Orden de Carlos III en 1796.
Ella es la madre entonces del II marqués de Larraín, Rafael de Larraín y Moxó, nacido en 1813, que llegó a ser presidente del Senado de Chile y cuya fotografía vemos en este álbum.
El retrato de Santiago Larrain Moxó por Rugendas corresponde al segundo hijo de doña María Dolores Moxó.
La Suprema Junta Central en España nombró a Luis Moxó fiscal de la Real Audiencia de Santiago de Chile por Decreto del 5 de enero de 1810, para ocupar la vacante por la muerte de su padre, oficio del que se le extendió título pocos días después, el 16 de enero de 1810, plaza que no pudo asumir por las alteraciones de la insurgencia, tu sabes el 18 y esas cosas previas, pues cuando arribó a Montevideo en junio de 1810 fue detenido por las autoridades de Buenos Aires, y confinado a la ciudad de Mendoza.
Ese año, por fallecimiento de su padre, le sucedió como barón de Juras Reales. En Conchalí tenemos una calle con ese nombre.
En 1814 logró escapar desde Mendoza y huyó a Montevideo, donde desempeñó diversas comisiones y, cuando se rindió aquella plaza, fue, nuevamente, confinado en clase de prisionero a San Luis de Potosí y así permaneció hasta 1817, año en que fue autorizado por los patriotas y con permiso de la Corona para regresar a los reinos de España y a partir de allí su vacilante conducta política iba a marcar el curso del resto de su vida.
Se estableció en Barcelona y allí se ordenó que se le asignara un sueldo de 12.000 reales, situado en el mismo ramo del que cobraban los ministros de la Real Audiencia de Cataluña por 1818 y en el año siguiente, en octubre de 1819, fue nombrado caballero de la Orden Americana de Isabel la Católica y comenzó a desempeñarse como ministro suplente de la citada Real Audiencia de Cataluña. Nunca se olvidó de Chile ni de América, a su manera claro.
Se hallaba en Barcelona cuando se produjo la segunda instauración del régimen constitucional y allí contribuyó a que se publicara la Constitución y era tenido como “adicto al sistema constitucional”.
Durante su estancia en Madrid publicó un primer volumen de textos que había comenzado durante su reclusión en San Luis de Potosí, que llevaba el título de Ensayos de moral, de política y de historia.
En la obra calificaba la revolución americana de “guerra intestina y cruel” entre dos partidos “igualmente queridos”. La obra se componía de seis disertaciones que trataban de temas generales, relacionados con América, según el siguiente esquema: suicidio, sacrificios humanos, música, esclavitud, e islas Afortunadas. Los ensayos contenían también el discurso que pronunció Moxó en 1807 ante el clero de la ciudad de La Plata (Chuquisaca) con motivo de la invasión inglesa. Este señor estaba en todas.
Una vez abolido el régimen constitucional y a pesar de haberlo apoyado y servido oficios en aquella época, fue rápidamente purificado por el Consejo de Indias en 1824 y, sobre la base de esta declaración, solicitó que se le repusiera en su plaza de alcalde del Crimen de la Real Audiencia de Cataluña.
En 1828, Moxó publicó en Barcelona dos volúmenes titulados Entretenimientos de un prisionero en las provincias del Río de la Plata, en los que incluía los textos de 1821 con una ampliación de los temas tratados, que abarcaba disertaciones sobre antropofagia de las naciones americanas, violenta y extraña propensión que los indios tienen a la idolatría, conocimientos científicos de los indígenas americanos en astronomía, geometría y aritmética, elementos de la cultura indígena, como “la antigua pintura de los indios tarascos”, cuestiones de historia natural, como el pez volador o los Sargazos, sobre un hecho particular de Colón, y un comentario sobre la obra de Ginés de Sepúlveda siempre en defensa de la guerra contra los indígenas
Además, la obra llevaba una advertencia en “agradecida memoria” del arzobispo Moxó, y la dedicaba al ministro Calomarde, estimando que su aportación tenía una doble finalidad: “Dar una idea, más puntual y expresiva del carácter e índole de aquellos indios, cual no se ha tenido hasta ahora” y “vindicar a nuestra España de las infinitas injurias y maliciosas sátiras con que muchos escritores estrangeros han intentando envilecerla”.
Un par de años más tarde, en 1830, publicó en Barcelona el opúsculo titulado El príncipe y su pueblo, o deberes del pueblo español hacia su legítimo rey y señor don Fernando VII.
En 1830 el Consejo de Cámara de Castilla, lo nombra regente de la Real Audiencia de Extremadura.
En 1832 fue acusado por un vecino de Trujillo de “hablar en público con los Realistas y en secreto con los Liberales”, por lo que hubo de abandonar la ciudad de Cáceres pero se estableció en la Corte, donde se ordenó que gozara de 12.000 reales de pensión.
No conformándose con su jubilación, solicitó desde Madrid que se le restituyera a su carrera judicial, pero no lo consiguió y poco tiempo después tomó el partido del infante don Carlos, por lo que hubo de abandonar España, radicándose en Burdeos, después de publicar un manifiesto en favor del “derecho sagrado” de Carlos de Borbón.
Desde allí solicitó, años más tarde, al regente del Reino que se le permitiera regresar a España en 1842, pero, una vez recibida su solicitud, se pidieron una serie de informes y, finalmente, le fue denegada su petición, sobre la base del dictamen de la mesa, en el que se consignaba que: “No justificando este interesado el motivo que le haya impedido acogerse al Convenio de Vergara, cree la mesa se debe negar su solicitud” y así hubo de permanecer en Burdeos, donde le sorprendió la muerte en 1843.
Hasta dos décadas después, en 1863, no se otorgó carta de sucesión en el título nobiliario de barón de Juras Reales a su hijo Manuel María de Moxó y Oromí.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Chile, 184; Chile, 223