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Pensar todo el día en una historia, y en la noche ese drama síquico del dinero te imposibilita narrar. Cómo poder narrar esta noche, si la presión social de los agentes económicos me están friendo los sesos, quieren mi alma, quieren la serena boca flagelada.

 

Coloco mi cabeza en los pechos de una mujer deshuesada, sin alma ni carne, termino pensando que las sabanas son las cuerdas del cielo. Una boca me esta succionando al centro de la tierra, me imposibilito de los engranajes vivos, quiero ser un fantasma que asuste a los pájaros en sus nidos, en tu abecedario no hay vocales, no puedo dormir, por las noches sufro de un delirio de poemas, un insomnio de mujeres protuberantes que me despiertan relatándome pecados, y no hay nadie, abro los ojos y veo una hoja, dos lápices, un monto de papel higiénico, hojas de diario marcadas en los avisos de trabajo, una calculadora de versos, 5 bufandas jugando a las serpientes.

 

Sufro de soledad crónica, sufro de palabras agudas, sufro de personas que me encierran en un ovulo economicista, ruego dios padre del terror por desmentir mi balanza, que todo se incline hacia el cielo, desgrávate dolor, desgrávate conciencia, desgrávate cuenta corriente del silencio.

 

No sabes cuanto muero cada noche, la poesía me va transformando en una cascada de sangre, el maldito infortunio de la noche que me trae a mis ojeras las estrellas, presiento el movimiento de la tierra, y todas las estrellas que sufren de alzheimer nunca mas pudieron volver a casa y terminaron refugiadas en mis ojos, están ahí amontonadas en mi iris, están ahí atontadas y marchitas, deslucidas y famélicas en un campo de contracción, trabajando día y noche por un pedazo de sol.

 

 

Estuve tanto tiempo en el espanto, que vivo buscando refugio en la inocencia, y me escondo todo el día en la sala de recién nacidos de los hospitales, me escondo todo el día en los jardines y los parques mirando los ojos de la calma. Huyo del espanto respirando la inocencia, me quedo a vivir en los carruseles, coloco mis manos en los columpios y voy volando de flor en flor recolectando el polen de los sueños.

 

Hago mi guarida en el centro de las bibliotecas donde me entierro de cuentos, huyo calle abajo para escuchar el sonido de las campanas, y me quedo quieto esperando el trino de la mañana.

 

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Uploaded on June 19, 2007
Taken on June 19, 2007