CODIGO DE LUZ "El Fotógrafo"
PARQUE GÜELL (09) Los pabellones
Los entendidos en la obra de Gaudí, dicen que el parque evoca recuerdos personales de la juventud de Eusebi Güell pero quizá es más exacto decir que también lo son de su infancia.
De aquí vienen los juegos y las diversiones que se exhiben.
Todo hace pensar que Gaudí concibió la entrada como un gran rompecabezas gigante, con el carácter de una utopía infantil y popular para pequeños y mayores, cuyas piezas, de un origen creativo tan lejano, se tenía que descifrar y aparejar. No sería extraño que Gaudí conociera el antiguo cuento esotérico, tan sencillo como sabio: cuatro ciegos se acercaron a un elefante para saber como era. El primero le palpó la pata y afirmó: el elefante es como un árbol con el tronco rugoso. El segundo le tocó el vientre y dijo: es un techo de roca caliente. El tercero le acarició la trompa y se exclamó: se parece a una serpiente. El último, pasó las manos por las orejas y dijo: el elefante es como un gran abanico que hace viento.
Para construir estos pabellones Gaudí utiliza materiales y pinturas sencillos y corrientes, combinando técnicas tradicionales de los albañiles con las prefabricadas, gracias a la empresa de cementos Güell. El trencadís, la cerámica troceada elevada a la categoría de arte mayor por Gaudí, recubre con flexibilidad perfecta las coberturas, agrupando en escamas en forma de tejidos, pieles y metales que evocan un mundo oriental y soñado.
El pabellón de la derecha era el de la conserjería que entonces ocupaba un antiguo empleado de los Güell y su hermana. Tiene sala y cocina en la planta baja, dormitorios y lugar común en el primer piso, y buhardilla, con un hogar cuya chimenea tiene forma de seta. El de la izquierda, más pequeño, también está coronado por este vegetal. Gaudí se interesa por las setas como elementos de su arquitectura porqué su atractivo, a parte de en el gusto variado y silvestre, recae en sus curiosas formas. Además, las amanitas son conocidas por sus efectos alucinógenos, motivo por el cual han sido empleados en todo tipo de ceremonias ancestrales religiosas para entrar en tránsito, en estados de euforia o de inhibición, en sueños o viajes.
El parque pues, resume el simbolismo esencial de la vida de Gaudí y de Güell, y se objetiva en el Park con obras y figuras de sentido católico, masónico y también alquímico. La alquimia se sugiere en la misma entrada porqué quienes parecen elefantes por fuera, son, por dentro la casa del Alquimista –el pabellón de la derecha -, el Horno con la cúpula en forma de huevo y la chimenea –el de la izquierda- y, por encima de los dos las salidas de humos malos o insustanciales a través de las amanitas. En todo esto hay, por tanto, aspectos positivos, de magia blanca, y aspectos negativos, de magia negra, según la moral honesta del catolicismo y la masonería en aquellos años del cambio de siglo.
PARQUE GÜELL (09) Los pabellones
Los entendidos en la obra de Gaudí, dicen que el parque evoca recuerdos personales de la juventud de Eusebi Güell pero quizá es más exacto decir que también lo son de su infancia.
De aquí vienen los juegos y las diversiones que se exhiben.
Todo hace pensar que Gaudí concibió la entrada como un gran rompecabezas gigante, con el carácter de una utopía infantil y popular para pequeños y mayores, cuyas piezas, de un origen creativo tan lejano, se tenía que descifrar y aparejar. No sería extraño que Gaudí conociera el antiguo cuento esotérico, tan sencillo como sabio: cuatro ciegos se acercaron a un elefante para saber como era. El primero le palpó la pata y afirmó: el elefante es como un árbol con el tronco rugoso. El segundo le tocó el vientre y dijo: es un techo de roca caliente. El tercero le acarició la trompa y se exclamó: se parece a una serpiente. El último, pasó las manos por las orejas y dijo: el elefante es como un gran abanico que hace viento.
Para construir estos pabellones Gaudí utiliza materiales y pinturas sencillos y corrientes, combinando técnicas tradicionales de los albañiles con las prefabricadas, gracias a la empresa de cementos Güell. El trencadís, la cerámica troceada elevada a la categoría de arte mayor por Gaudí, recubre con flexibilidad perfecta las coberturas, agrupando en escamas en forma de tejidos, pieles y metales que evocan un mundo oriental y soñado.
El pabellón de la derecha era el de la conserjería que entonces ocupaba un antiguo empleado de los Güell y su hermana. Tiene sala y cocina en la planta baja, dormitorios y lugar común en el primer piso, y buhardilla, con un hogar cuya chimenea tiene forma de seta. El de la izquierda, más pequeño, también está coronado por este vegetal. Gaudí se interesa por las setas como elementos de su arquitectura porqué su atractivo, a parte de en el gusto variado y silvestre, recae en sus curiosas formas. Además, las amanitas son conocidas por sus efectos alucinógenos, motivo por el cual han sido empleados en todo tipo de ceremonias ancestrales religiosas para entrar en tránsito, en estados de euforia o de inhibición, en sueños o viajes.
El parque pues, resume el simbolismo esencial de la vida de Gaudí y de Güell, y se objetiva en el Park con obras y figuras de sentido católico, masónico y también alquímico. La alquimia se sugiere en la misma entrada porqué quienes parecen elefantes por fuera, son, por dentro la casa del Alquimista –el pabellón de la derecha -, el Horno con la cúpula en forma de huevo y la chimenea –el de la izquierda- y, por encima de los dos las salidas de humos malos o insustanciales a través de las amanitas. En todo esto hay, por tanto, aspectos positivos, de magia blanca, y aspectos negativos, de magia negra, según la moral honesta del catolicismo y la masonería en aquellos años del cambio de siglo.