NikoGogol
El olor a pecado
Descubrí de repente que la tierra mojada huele a pecado.
Mientras aspiraba el sutilísimo aroma de la culpa emboscado en el prestigio de un olor tan
poético, me resigné a vincular aquel hachazo de melancolía con el hueco del sofá donde ya no me
sentaba a contemplar con mis hijos las sucesivas entregas de la epopeya imitante, el enigma de
confuso principio y desenlace imposible que antes me había permitido regresar a mi propia niñez
para gritar y aplaudir igual que ellos. Antes ya quería decir años antes. Aquella precisión
cronológica desató un escalofrío de horror a lo largo de mi espalda, y me pasé el paraguas a la mano
izquierda para cruzar las solapas de mi abrigo con la derecha pero, aunque hacía un día de perros,
ningún gesto podría protegerme del frío que nacía del núcleo de mis propias vértebras.
Atlas de geografía humana (Almudena Grandes)
El olor a pecado
Descubrí de repente que la tierra mojada huele a pecado.
Mientras aspiraba el sutilísimo aroma de la culpa emboscado en el prestigio de un olor tan
poético, me resigné a vincular aquel hachazo de melancolía con el hueco del sofá donde ya no me
sentaba a contemplar con mis hijos las sucesivas entregas de la epopeya imitante, el enigma de
confuso principio y desenlace imposible que antes me había permitido regresar a mi propia niñez
para gritar y aplaudir igual que ellos. Antes ya quería decir años antes. Aquella precisión
cronológica desató un escalofrío de horror a lo largo de mi espalda, y me pasé el paraguas a la mano
izquierda para cruzar las solapas de mi abrigo con la derecha pero, aunque hacía un día de perros,
ningún gesto podría protegerme del frío que nacía del núcleo de mis propias vértebras.
Atlas de geografía humana (Almudena Grandes)