Mediora2
De todo hay demasiado y de nada hay tan poco como de ti.
Cientos de miles de gotas componen el mar, sin embargo, una sola gota es la que colma el vaso.
Miles de libros llenan una buena biblioteca, pero solo uno te hará viajar sin moverte del sillón, solo a uno acudirás cada vez que la realidad te abrume: para volar lejos, para olvidar, para reír y llorar, para disfrutar de una compañía que no juzga, para saber más del mundo, para compartir. Un libro es un amigo, al fin y al cabo.
De todo hay demasiado y de nada hay tan poco como de ti.
No hay nada más triste que una carta de amor en la basura, o un “te quiero” escondido en las entrañas. Unas llaves ahogadas que nadie rescatará.
O la duda.
Un café sin azúcar, una naranja podrida, un limón sin tequila. Amargura.
Un gato noble y un perro desvelado en el tejado, un té que me guste o uvas pasas para desayunar. Y de cena: cebolla.
Con su certeza, de la mano.
De escribir en una piedra los actos buenos, para que no se olviden y en arena los malos, para que se los lleve el viento. Y de paso, querido viento, llévate las palabras que digo y no pienso y devuélveme el valor de decir las que siento, de corazón. De paso, si quieres y puedes, llévate también los prefijos que arrebatan, yo me entiendo.
Un texto sin sentido, hacía falta ya.
De todo hay demasiado y de nada hay tan poco como de ti.
Cientos de miles de gotas componen el mar, sin embargo, una sola gota es la que colma el vaso.
Miles de libros llenan una buena biblioteca, pero solo uno te hará viajar sin moverte del sillón, solo a uno acudirás cada vez que la realidad te abrume: para volar lejos, para olvidar, para reír y llorar, para disfrutar de una compañía que no juzga, para saber más del mundo, para compartir. Un libro es un amigo, al fin y al cabo.
De todo hay demasiado y de nada hay tan poco como de ti.
No hay nada más triste que una carta de amor en la basura, o un “te quiero” escondido en las entrañas. Unas llaves ahogadas que nadie rescatará.
O la duda.
Un café sin azúcar, una naranja podrida, un limón sin tequila. Amargura.
Un gato noble y un perro desvelado en el tejado, un té que me guste o uvas pasas para desayunar. Y de cena: cebolla.
Con su certeza, de la mano.
De escribir en una piedra los actos buenos, para que no se olviden y en arena los malos, para que se los lleve el viento. Y de paso, querido viento, llévate las palabras que digo y no pienso y devuélveme el valor de decir las que siento, de corazón. De paso, si quieres y puedes, llévate también los prefijos que arrebatan, yo me entiendo.
Un texto sin sentido, hacía falta ya.