Reivindicarse o morir

El alma de los valientes es lo que les hace llegar lejos. Los caminos difíciles nunca fueron fáciles de transitar, nunca fueron cómodos de caminar. Pero los aventureros son aquellos que están dispuestos a atravesar los espinos sabiendo que al otro lado puede haber un paraíso por descubrir.

La esperanza de los soñadores es no dejarse arrastrar a la comodidad de los miedosos sino aprender a volar hacia las realidades más lejanas que son impalpables hasta el momento que plantan sus pies en las puertas de la ciudad prometida, porque saben que les espera aunque esté escondida ya que, más que soñadores, son visionarios.

Las ciudades en ruinas son las que fueron olvidadas por los caballeros que debían conquistarlas, los que soñaban con volar pero se dejaron atrapar por la celda que llamamos realidad, o más bien, por la realidad que nos han hecho creer que debe ser. Si no luchas, no ganas. Si no te arriesgas, tampoco. Y si no sueñas, la realidad se encarga de rematarte.

Nuestros mayores enemigos se llaman miedo y desilusión porque consiguen que dejemos de luchar, que demos media vuelta, desarmados y cabizbajos. Pero la mayor de nuestras armas camina con nosotros y se llama decisión. Decidir enfrentarse a lo por venir. Tener valor para encaminarse a la batalla. Nunca olvides quien eres, no olvides tu esencia. No olvides que tienes un propósito por llegar y un futuro por el que luchar.

 

 

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