Carbonero en Golpejar de la Tercia
Para celebrar el fin de la carrera planifiqué dos pequeños viajes. El primero fue a Alcázar y el segundo, a la semana siguiente, a Pajares. Esa vez los objetivos principales eran los carboneros, tanto el de Acciona como los dos de Renfe, el TECO de la CLA y cuantas 251s quisieran venir. Además también tenía ganas de ver la madera de Miranda, el cereal de Arévalo y el ácido de Villafría, pues en las anteriores visitas me habían dado esquinazo. Organicé el viaje, saqué los billetes y dos o tres días antes de salir anunciaron huelga para el segundo y último día que iba a estar allí, el viernes. De ese día lo que más me interesaba era el CLA, y aunque en esta ocasión Fomento no publicó el pdf con los servicios mínimos, revisando los de otras huelgas vi que dicho tren solía estar dentro de dichos servicios, así que confiaba en que viniera, en cuyo caso no habría nada que lamentar. De todos modos no había opción de echarse atrás, así que el miércoles por la noche cogí el Trenhotel de Gijón y a las 6 de la mañana llegué a León, donde tuve que esperar más de dos horas para enlazar con el autobús que debía llevarme a Villamanín. Una vez allí, pasé por el hotel y acto seguido comencé la cacería en los alrededores de este. El primer tren que vi ya hizo que me diera igual la huelga del día siguiente, pues sólo con él ya había merecido la pena el paseo. Se trataba del carbonero de Acciona, que en vez de ir con 253, como en la anterior visita exprés que hice a aquellas tierras (1)(2)(3), iba con la 335.003. Junto con ver la 251.004 y la 251.029, ver el carbonero con 335 era una vana esperanza que albergaba y que la casualidad quiso que se materializase.
Carbonero en Golpejar de la Tercia
Para celebrar el fin de la carrera planifiqué dos pequeños viajes. El primero fue a Alcázar y el segundo, a la semana siguiente, a Pajares. Esa vez los objetivos principales eran los carboneros, tanto el de Acciona como los dos de Renfe, el TECO de la CLA y cuantas 251s quisieran venir. Además también tenía ganas de ver la madera de Miranda, el cereal de Arévalo y el ácido de Villafría, pues en las anteriores visitas me habían dado esquinazo. Organicé el viaje, saqué los billetes y dos o tres días antes de salir anunciaron huelga para el segundo y último día que iba a estar allí, el viernes. De ese día lo que más me interesaba era el CLA, y aunque en esta ocasión Fomento no publicó el pdf con los servicios mínimos, revisando los de otras huelgas vi que dicho tren solía estar dentro de dichos servicios, así que confiaba en que viniera, en cuyo caso no habría nada que lamentar. De todos modos no había opción de echarse atrás, así que el miércoles por la noche cogí el Trenhotel de Gijón y a las 6 de la mañana llegué a León, donde tuve que esperar más de dos horas para enlazar con el autobús que debía llevarme a Villamanín. Una vez allí, pasé por el hotel y acto seguido comencé la cacería en los alrededores de este. El primer tren que vi ya hizo que me diera igual la huelga del día siguiente, pues sólo con él ya había merecido la pena el paseo. Se trataba del carbonero de Acciona, que en vez de ir con 253, como en la anterior visita exprés que hice a aquellas tierras (1)(2)(3), iba con la 335.003. Junto con ver la 251.004 y la 251.029, ver el carbonero con 335 era una vana esperanza que albergaba y que la casualidad quiso que se materializase.