Kuo (2013)
Kuo es un restaurante japonés emplazado en el lugar que ocupaba el difunto Artkuisine, justo frente a la entrada principal del mercado de Galvany.
Llegamos justo tras abrir sus puertas y nos ubicaron en una zona sombría en pleno pasillo. ¡Por favor!, venimos con reserva y está el local vacío, ¿podemos elegir otra mesa?. Sin reticencias (¡faltaría más!) nos acomodaron en un agradable rincón del comedor principal. Un escenario que nos pareció atractivo a la vez que discreto y funcional, cuyo acertado diseño de interiores consigue dotar de un aire sofisticado y moderno a la habitual sobriedad japonesa. Muy bien.
Pocas caras japonesas en un servicio que estuvo amable y comunicativo pero un poco apresurado, casi amontonando los platos, una diligencia que nos pareció innecesaria tratándose de un tranquilo mediodía festivo, con solo medio aforo ocupado. Ambiente distinguido (supuestos habituales de la zona más algún famoso oculto en los reservados) y confort más que suficiente.
Y respecto a la comida, la verdad es que aquí luce una gastronomía japonesa de corte tradicional matizada con apuntes occidentales que, esmerada y de buen nivel, nos sorprendió gratamente por su calidad y buena definición. Pese a los pequeños inconvenientes pasa a engrosar nuestra lista de japos apetecibles.
En la fotografía: Ebi shu-mai. Una especie de dumplings al vapor rellenos de verduras y langostinos y acompañados de salsa de soja con mostaza japonesa. Bien, muy suaves.
Lo mejor: la calidad de algunos de sus platos; que abra todos los días
Mejorable: las prisas del servicio; la deficiente estabilidad de las mesas a causa de un suelo de superficie irregular
Platos recomendados: el tataki de atún con aguacate; el bacalao negro con miso
Kuo (2013)
Kuo es un restaurante japonés emplazado en el lugar que ocupaba el difunto Artkuisine, justo frente a la entrada principal del mercado de Galvany.
Llegamos justo tras abrir sus puertas y nos ubicaron en una zona sombría en pleno pasillo. ¡Por favor!, venimos con reserva y está el local vacío, ¿podemos elegir otra mesa?. Sin reticencias (¡faltaría más!) nos acomodaron en un agradable rincón del comedor principal. Un escenario que nos pareció atractivo a la vez que discreto y funcional, cuyo acertado diseño de interiores consigue dotar de un aire sofisticado y moderno a la habitual sobriedad japonesa. Muy bien.
Pocas caras japonesas en un servicio que estuvo amable y comunicativo pero un poco apresurado, casi amontonando los platos, una diligencia que nos pareció innecesaria tratándose de un tranquilo mediodía festivo, con solo medio aforo ocupado. Ambiente distinguido (supuestos habituales de la zona más algún famoso oculto en los reservados) y confort más que suficiente.
Y respecto a la comida, la verdad es que aquí luce una gastronomía japonesa de corte tradicional matizada con apuntes occidentales que, esmerada y de buen nivel, nos sorprendió gratamente por su calidad y buena definición. Pese a los pequeños inconvenientes pasa a engrosar nuestra lista de japos apetecibles.
En la fotografía: Ebi shu-mai. Una especie de dumplings al vapor rellenos de verduras y langostinos y acompañados de salsa de soja con mostaza japonesa. Bien, muy suaves.
Lo mejor: la calidad de algunos de sus platos; que abra todos los días
Mejorable: las prisas del servicio; la deficiente estabilidad de las mesas a causa de un suelo de superficie irregular
Platos recomendados: el tataki de atún con aguacate; el bacalao negro con miso