Els Casals (2011)
Cualquier nueva incursión en Els Casals suele ser motivo de satisfacción y ésta, aunque no fue de las mejores (hubo aspectos a mejorar que condicionaron el resultado), tampoco fue una excepción. La cocina sigue en plena forma, en esa línea cada vez más acentuada que goza de ofrecer un privilegiado tratamiento al mejor producto marcado por el entorno y la estacionalidad. En la sala impera el trato directo y la voluntad de complacer, con profesionalidad pero en un tono afable y coloquial, sin pamplinas ni faltas imposturas.
En líneas generales todo estuvo muy bien pero, como he mencionado antes, hubo aspectos que enturbiaron un poco la sensación general. Un ejemplo (quizá el más relevante): no es de recibo que la entrega de los dos entrantes no se efectúe al mismo tiempo sino con un intervalo de varios minutos, ni que se repita lo mismo con los platos principales; eso fastidia y rompe el ritmo de la comida. El resto son cuestiones menores (se detallan en cada apartado) que, de producirse esporádicamente o en un lugar de menor categoría y precio, uno tiende a ignorar pero en este escenario y acumuladas en una misma sesión magnificaron su efecto. Comimos fenomenal y nos trataron estupendamente pero se hace necesario cuidar los detalles. Contamos con ello para la próxima ocasión.
En la fotografía: una base de trinxat de patata trufada sobre la que descansa un huevo frito enrollado sobre sí mismo y rematado con melanosporum finamente rallada. Finísima la patata; elegante y delicadamente perfumada la trufa y excepcional la calidad del huevo de producción propia. Una buena interpretación de un clásico.
Lo mejor: el producto, la cocina, el concepto, el trato, la oferta de vinos y sus precios, el entorno
Mejorable: sincronizar la entrega de los platos; cuidar algunos pequeños detalles
Recomendado: dejarse aconsejar, tanto en comida como en vinos
Els Casals (2011)
Cualquier nueva incursión en Els Casals suele ser motivo de satisfacción y ésta, aunque no fue de las mejores (hubo aspectos a mejorar que condicionaron el resultado), tampoco fue una excepción. La cocina sigue en plena forma, en esa línea cada vez más acentuada que goza de ofrecer un privilegiado tratamiento al mejor producto marcado por el entorno y la estacionalidad. En la sala impera el trato directo y la voluntad de complacer, con profesionalidad pero en un tono afable y coloquial, sin pamplinas ni faltas imposturas.
En líneas generales todo estuvo muy bien pero, como he mencionado antes, hubo aspectos que enturbiaron un poco la sensación general. Un ejemplo (quizá el más relevante): no es de recibo que la entrega de los dos entrantes no se efectúe al mismo tiempo sino con un intervalo de varios minutos, ni que se repita lo mismo con los platos principales; eso fastidia y rompe el ritmo de la comida. El resto son cuestiones menores (se detallan en cada apartado) que, de producirse esporádicamente o en un lugar de menor categoría y precio, uno tiende a ignorar pero en este escenario y acumuladas en una misma sesión magnificaron su efecto. Comimos fenomenal y nos trataron estupendamente pero se hace necesario cuidar los detalles. Contamos con ello para la próxima ocasión.
En la fotografía: una base de trinxat de patata trufada sobre la que descansa un huevo frito enrollado sobre sí mismo y rematado con melanosporum finamente rallada. Finísima la patata; elegante y delicadamente perfumada la trufa y excepcional la calidad del huevo de producción propia. Una buena interpretación de un clásico.
Lo mejor: el producto, la cocina, el concepto, el trato, la oferta de vinos y sus precios, el entorno
Mejorable: sincronizar la entrega de los platos; cuidar algunos pequeños detalles
Recomendado: dejarse aconsejar, tanto en comida como en vinos