Fussimanya (2009)
Fussimanya es un popular restaurante de montaña que lleva décadas haciendo plenos a base de ofrecer cocina típicamente tradicional catalana bajo el lema “calidad, cantidad y precio”. Catorce comensales decidimos darnos un baño de autenticidad en este lugar, habiendo pactado previamente un menú a precio fijo y en el que todo (o casi todo) estaba incluido. En un lugar de esas características es habitual la agitación y el ruido en el ambiente, especialmente en un fin de semana del siempre conflictivo mes de Diciembre. Por fortuna, al estar ubicados en el comedor denominado “El Mirador” pudimos gozar de relativa tranquilidad y calificar con un aprobado justito el apartado confort. En cuanto a la comida, la cosa se saldó con buena nota dando validez al lema del lugar: comida sencilla pero de calidad, preparada con oficio, servida en cantidad y con un precio final que remite a tiempos pretéritos. Sin ninguna duda, es una de las mejores opciones en su estilo, sino la mejor.
En la fotografía: Carrilleras de cerdo al horno. Tiernas y sabrosas las carrilleras, rematadas con una especie de pisto o samfaina. Muy buenas también las judías de acompañamiento. Buen plato.
Lo mejor: la calidad de su cocina y lo moderado de los precios
Lo peor: las aglomeraciones, especialmente en fin de semana
Recomendado: reservar con mucha antelación, pedir mesa en el comedor denominado “Mirador”, continuar la carretera hasta su final (pasado el Parador Nacional) para disfrutar del precioso entorno natural de los alrededores del Monasterio de Sant Pere de Casserres
Fussimanya (2009)
Fussimanya es un popular restaurante de montaña que lleva décadas haciendo plenos a base de ofrecer cocina típicamente tradicional catalana bajo el lema “calidad, cantidad y precio”. Catorce comensales decidimos darnos un baño de autenticidad en este lugar, habiendo pactado previamente un menú a precio fijo y en el que todo (o casi todo) estaba incluido. En un lugar de esas características es habitual la agitación y el ruido en el ambiente, especialmente en un fin de semana del siempre conflictivo mes de Diciembre. Por fortuna, al estar ubicados en el comedor denominado “El Mirador” pudimos gozar de relativa tranquilidad y calificar con un aprobado justito el apartado confort. En cuanto a la comida, la cosa se saldó con buena nota dando validez al lema del lugar: comida sencilla pero de calidad, preparada con oficio, servida en cantidad y con un precio final que remite a tiempos pretéritos. Sin ninguna duda, es una de las mejores opciones en su estilo, sino la mejor.
En la fotografía: Carrilleras de cerdo al horno. Tiernas y sabrosas las carrilleras, rematadas con una especie de pisto o samfaina. Muy buenas también las judías de acompañamiento. Buen plato.
Lo mejor: la calidad de su cocina y lo moderado de los precios
Lo peor: las aglomeraciones, especialmente en fin de semana
Recomendado: reservar con mucha antelación, pedir mesa en el comedor denominado “Mirador”, continuar la carretera hasta su final (pasado el Parador Nacional) para disfrutar del precioso entorno natural de los alrededores del Monasterio de Sant Pere de Casserres