TEMPLO DE BEL, PALMIRA, SIRIA 2433 2-1-2011
El Templo de Bel mandado construir por Tiberio el año 19 d.C. para conmemorar y al mismo tiempo afianzar la anexión de Palmira al Imperio romano. Los arquitectos que lo afianzaron provenían probablemente de la gran ciudad de Antioquia.
Su arquitectura es grandiosa así como el refinamiento de su escultura y su decoración. Es un lugar santo.
El Templo de Bel es un hito fundacional, una cumbre artística surgida del vacío y sin precedentes en esta zona de Oriente. Y de él descendió toda Palmira, de él aprendieron el canon todos sus artífices; de sus grandes dimensiones derivó el sentido de la magnificencia que aplicaron los palmirenses a los sucesivos trazados de la urbe; la frondosidad abarrocada del follaje en pilastras, las viñas y piñas de sus frisos, las hojas de acanto de los capiteles, treparon por los muros y los desbordaron, sembrando el gusto por la ornamentación vegetal (que hace honor al nombre de Palmira), afiligranada y siempre imaginativa, que impregna todos los rincones de la ciudad.
De la nada se saltó a la cima, pues ningún monumento de Palmira igualó a este gigante primigenio del siglo I, iniciado en el año 19 d.C. y consagrado en el 32 d.C.
Este gran recinto sagrado de forma cuadrada albergó hasta principios de siglo casi la totalidad del pueblo de Tadmor, cuando, olvidados con el correr de los siglos de esplendor de la rica Palmira clásica, la población ya solo se componía de tribus beduinas alojadas en casas de adobe que tejían una intrincada medina árabe, apuntalada por los recios muros y fustes del templo pagano; era un oasis de columnas corintias despuntando por encima de un laberinto de barro, que si bien nunca pudo alcanzar las alturas del edificio original, se apoyó en su solidez, se acomodó a sus huecos y se ramificó por sus recovecos.
En 1929 el dédalo beduino fue desmantelado, y sus habitantes mudados por decreto al actual pueblo nuevo de Tadmor (urbanización de cemento, con un trazado ortogonal que sería la antítesis del laberinto). Y hoy, el espacio despejado del recinto sacro deja ver la grandeza de los muros que forman el descomunal cuadrilátero, la elegancia de los pórticos columnados que la enmarcan, y, no en el centro del cuadrado, sino algo desplazado el santuario propiamente dicho.
Este santuario es un caso único en la arquitectura clásica por diversos motivos. A primera vista parecería el habitual templo períptero, con un pórtico de columnas rodeando el perímetro exterior de la cella, pero al fijarse en los detalles, los elementos insólitos saltan por doquier. La puerta está en un muro lateral y tampoco centrada, sino abierta asimétricamente, lo que contraviene las normas clásicas de su tiempo (imperaba Tiberio, el sucesor de Augusto). La decoración escultórica de algunas pilastras interiores recuerda de alguna manera al estilo ptolemaico de la arquitectura egipcia de esa época. Al entrar por un lateral, el sancta sanctorum debería aparecer a la derecha o a la izquierda; aparece en los dos lados pues hay dos adyton en lugar de uno, dedicados a sendos dioses, Yarhibol y Aglibol, divinidades solar y lunar, ambos hijos del gran dios Bel; se trata de una triada de origen mesopotámico. Y de hecho, el mismo templo se superpone al exacto emplazamiento de un lugar de culto babilónico anterior, lo que explicaría la rareza de su distribución, forzada por la necesidad de mantener los altares en los mismos puntos que ocupaban antes. Algo parecido ocurre con el vecino Templo de Nebo y, en la misma Damasco, con el emplazamiento de la Gran Mezquita Omeya dentro del templo romano de Júpiter, levantado este a su vez sobre un anterior santuario de Hadad.
A duras penas se ven algunos frisos tallados debajo de unas enormes vigas monolíticas de mármol, que antaño unían el pórtico con la cella al tiempo que sostenían su parte de la techumbre, y hoy están recolocadas a pocos centímetros del suelo, vigas que en sus caras verticales despliegan unos interesantes bajorrelieves, con el dios local de la Luna Aglibol , camellos, palmeras, datileras, frisos de parras henchidas de uvas, y, ejemplar único, tres mujeres que participan en una procesión donde se transporta un betilo en camello, y que portan túnicas que les cubren completamente la cara: prueba material de que la costumbre del velo femenino tiene en Oriente Medio un origen preislámico.
Los adyton del interior de la cella son también piezas únicas. Son dos cámaras enfrentadas en los lados opuestos, elevadas a cierta altura, y enmarcadas por una extraña decoración, de elementos clásicos mezclados con fantasías orientales, y pilares adosados provistos de capiteles de hojas carnosas claramente derivados del Egipto de tiempo de los Ptolomeos. Pero lo más extraordinario son los techos de las cámaras, ambos monolíticos, cubriendo la totalidad de cada estancia. El del lado norte está tallado formando una falsa bóveda semiesférica, dividida en casetones con los retratos de los dioses olímpicos (en el centro, Zeus, asimilado a Bel ), y rodeada de una banda circular con relieves de los doce signos del Zodiaco. El techo de la cámara sur, ennegrecido por los humos, no es menos lujoso en su decoración esculpida, con un juego de círculos y octógonos combinados con motivos florales, abundando las hojas de acanto y -otra vez el toque egipcio- de loto.
El exterior de la cella ofrece otras curiosidades: el arquitrabe del lado. Este parece como volado sobre columnas torcidas, dando la sensación de que todo se va a derrumbar por la fuerza gravitatoria en cualquier momento. En el muro sur hay pilares adosados de estilo jónico -los únicos en Palmira-, pero las columnas corintias que se mantienen en pie, del pórtico que rodea al cuerpo central, están desprovistas de capiteles, y ostentan en su lugar cilindros lisos, como muñones, desnudos de acantos, que sostienen el entablamento; ocurre que en su tiempo fueron capiteles hechos en bronce (es fácil imaginarse su soberbio tamaño y lo pulento de sus formas), y ello forjó su perdición, pues en épocas posteriores se saquearon, para otros usos, todas las partes metálicas que podían encontrarse en los monumentos antiguos, y esto incluía no sólo los capiteles, sino las cinchas de plomo que sujetaban los sillares entre sí, lo que explica los agujeros que pueden verse perforando todos los muros con el fin de extraer el metal.
La cornisa del edificio central está coronada con una fila de extraños remates escalonados a moda de almenas, parecidos al elemento arquitectónico de origen asirio y usado también por los persas aqueménidas -que en Petra llaman "escalerillas de cuervo" y que tendrían una simbología solar: evocarían el recorrido del astro rey que asciende desde el alba, alcanza su cenit al mediodía y desciende por el ocaso hacia el otro lado. Este elemento decorativo no es sino una reconstrucción especulativa, basada en una hipótesis discutida por algunos estudiosos, pero su efecto es muy orientalizante. Más segura era la existencia de cuatro acróteras en las esquinas, pues al menos sus trozos han sido recompuestos y pueden contemplarse en el suelo; la recargada complejidad de su diseño para nada recuerda al arte griego o romano, es puramente oriental.
Es muy digna de admiración la calidad de la talla, el virtuosismo escultórico de las hojas de acanto que dan forma a los enormes capiteles corintios de las columnatas que rodean el anchísimo recinto. Su trabajo de calado parece de orfebres, se puede ver el cielo a través de los intersticios que se abren entre las hojas y esto confiere a los capiteles una delicadeza y una fragilidad que hace sorprendente el hecho de que en los veinte siglos transcurridos aún se mantengan intactos.
En la ancha explanada que encuadra el templo hay desperdigados centenares de tambores de fustes corintios, cuyo gran tamaño puede observarse aquí mejor que en las mismas columnas al poder medir con el propio cuerpo el diámetro de sus secciones.
Muchos de estos tambores de columna han sido utilizados a modo de sillares para elevar muros defensivos, en sustitución de los caídos, en la época medieval, cuando el Templo de Bel fue convertido en fortaleza por un tal Abdul Hassan Yusuf ibn Fairuz.
Otro resto de este castillo es el recio machón defensivo que, a modo de ciudadela, ocupa el lugar donde estuvieron antaño los propileos, es decir, el gran portal de entrada principal al complejo: encastrados en sus paredes pueden divisarse unas celosías inconfundiblemente musulmanas, una lápida con una inscripción en árabe (1132-1133) y unas estatuas (que claramente no son islámicas) de Hércules y Mercurio, que rompen la austeridad del conjunto.
Rodear el exterior del templo es una buena forma de apreciar en toda su forma las titánicas dimensiones del santuario. algunos paños de muro se mantienen intactos sobre su enorme plinto, pero otros, hundidos por el paso de dos milenios, están descuidadamente reconstruidos en épocas medievales, por el expeditivo procedimiento de apilar en hiladas los tambores de las columnas corintias del pórtico interno del recinto, puestos de canto. Otros paños del muro exhiben incrustados nichos con frontón, que no ocupan su lugar original, sino que han sido colocados a conveniencia de los reconstructores, sin tener para nada en cuenta el esmerado juego de proporciones que guardaban ventanas y nichos entre sí en el edificio original.
Entre la parte trasera del templo y la zona cultivada del oasis, pueden verse los basamentos de diversas casas patricias, que siguen el esquema constructivo de peristilo en torno a patio central, los suelos hermosamente pavimentados con losas de mármol blanco.
En el oasis se cultivan olivos, palmeras datileras y granados, en huertos cercanos de muros de adobe entre los que discurren y se ramifican los caminos de acceso. Hay más restos de ruinas clásicas por entre los cultivos, apilados y semiocultos bajo montones de tierra: fustes, sillares, capiteles de hojas de acanto, esquinas de basamento emergiendo entre los escombros.
Desde el gran portal de entrada al Templo de Bel parte oblicuamente una calle columnada que conduce al Arco del Triunfo.
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Bel Temple built by Tiberius in 19 AD to commemorate and strengthen while the annexation of Palmyra to the Roman Empire. The architects who clinched it probably came from the great city of Antioch.
Its architecture is great and the refinement of its sculpture and decoration. It is a holy place.
The Temple of Bel is a milestone founding artistic summit emerged a vacuum and unprecedented in this area of the East. And he went down all Palmira, he learned the canon all its architects, its large derived a sense of magnificence palmirenses applied to successive traces of the city, the lush foliage abarrocada of pilasters, vineyards and pine cones of the friezes, acanthus leaf capitals, climbed the walls and overflowed, spreading the taste for decorative plants (which honors the name of Palmyra), filigree and always imaginative, which permeates every corner of the city .
Out of nowhere it jumped to the top, for no monument of Palmyra tied to this primeval giant from the first century, which began in 19 AD and consecrated in 32 A.D.
This large square enclosure sacred to the beginning of the century housed almost the entire village of Tadmor, when, forgotten with the passing of the centuries of the rich splendor of classical Palmira, the population and only consisted of Bedouin tribes staying in houses weaving an intricate adobe Arab medina, underpinned by strong walls and shafts of the pagan temple, was an oasis of Corinthian columns rising over a maze of mud, but could never reach the heights of the original building, leaned on his strength, adjusted to their holes and their recesses branched.
In 1929 the Bedouin maze was dismantled, and its people changed their minds by decree the present new town of Tadmor (urbanization of cement, with an orthogonal which would be the antithesis of the maze). And today, the open space of the holy place reveals the grandeur of the massive walls that form the ring, the elegance of the columned porticos that surround it, and not in the center of the square, but rather shifted the sanctuary itself.
This sanctuary is unique in classical architecture for several reasons. At first glance it would seem the usual peripteral, with a portico of columns surrounding the outer perimeter of the cella, but look at the details, unusual items popping everywhere. The door is in a side wall and not centered, but asymmetrically open, contrary to conventional standards of his time (reigned Tiberius, the successor of Augustus). The sculptural decoration of some interior pillars somehow reminds Ptolemaic style of Egyptian architecture of that era. Upon entering the side, the inner sanctum should appear to the right or the left, appears on both sides as there are two instead of one adyton dedicated to respective gods and Aglibol Yarhibol, solar and lunar deities, both sons of the great god Bel, is a triad of Mesopotamian origin. And indeed, the temple itself overlaps the exact site of an earlier Babylonian cult place, which would explain the rarity of its distribution, forced by the need to maintain the altars in the same spots they occupied before. Something similar happens with the neighboring temple of Nebo, in the same Damascus, with the location of the Great Umayyad Mosque in the Roman Temple of Jupiter, raised this in turn on an earlier sanctuary of Hadad.
A few are barely carved friezes under enormous monolithic marble beams, which once linked the cella portico while holding their part of the roof, and are now relocated a few inches off the floor, beams on their faces vertical display some interesting bas-reliefs, with the local god of the moon Aglibol, camels, palm trees, date palms, swollen friezes grape vines, and single copy, three women participating in a procession where a Bethylidae transported by camel, and that carry robes that cover entire face: physical evidence that the custom of the veil in the Middle East women have pre-Islamic origin.
The adyton inside the cella are also unique pieces. Two cameras on opposite sides facing, elevated to a certain height, and framed by a strange decoration, classical elements mixed with oriental fantasies and provided with hooks attached pillars of fleshy leaves clearly derived from the Egypt of the Ptolemies time. But most remarkable are the ceilings of the chambers, both monolithic, covering all the guests. The north side is carved hemispherical form a false vault, divided into coffers with portraits of the Olympian gods (in the middle, Zeus, assimilated to Bel), surrounded by a circular band with reliefs of the twelve signs of the Zodiac. The southern chamber roof, blackened by smoke, is no less luxurious in its decor sculpted with a set of circles and octagons combined with floral, acanthus leaves abounding and touch-again Egyptian lotus.
The exterior of the cella has other curiosities: the architrave of the door. This seems like flying over twisted columns, giving the feeling that everything is going to collapse by the gravitational force at any time. In the south wall there are pillars attached Ionic style unique in Palmira, but the Corinthian columns are still standing, the portico surrounding the central body, are devoid of capitals, and hold in place smooth cylinders, such as stumps , stripped of acanthus, supporting the entablature, it happens that in his time were made in bronze capitals (it's easy to imagine his superb pulenta size and form), and this made his undoing, as in later times were looted, others uses, all metal parts that could be found on ancient monuments, and this included not only those capitals, but the straps that held the lead blocks together, which explains the holes can be drilled all the walls in order to extract the metal.
The cornice of the main building is crowned with a row of strange shots battlements staggered fashion, similar to the original architectural elements also used by Assyrian and Achaemenid Persians in Petra-called "crow's ladder" and would have a solar symbolism: evoke the journey of the Sun rising from the morning, reaches its zenith at noon, and dusk descends on the other side. This decorative element is merely a speculative reconstruction, based on an assumption disputed by some scholars, but their effect is very oriental. Safer was the existence of four corners akroteria since at least the pieces have been reassembled and can be seen on the floor, the ornate complexity of the design at all reminiscent of Greek or Roman art is purely oriental.
It is very admirable quality of the carving, sculptural virtuosity acanthus leaves that shape the huge Corinthian columns of the extremely wide surrounding the enclosure. His work seems goldsmiths draft, you can see the sky through the open interstices between the leaves and this gives the capitals delicacy and fragility makes surprising fact that even after twenty centuries remain intact.
On the wide esplanade that frames the temple are scattered hundreds of drums of Corinthian shafts, whose large size can be seen better here than in the same columns to be able to measure the diameter body sections.
Many of these drums have been used column of blocks way to raise defensive walls, replacing the fallen, in medieval times, when the Temple of Bel was converted into a fortress by one Abdul Hassan ibn Yusuf Fairuz.
Another rest of this castle is the tough defensive pier, like a citadel, occupies the place where once were the Propylaea, ie, the large main entrance gate to the complex, embedded in the walls can make out a distinctly Muslim lattices, a tombstone with an inscription in Arabic (1132-1133) and statues (which are clearly not Islamic) Hercules and Mercury, which break the austerity of the whole.
Surrounding the exterior of the temple is a good way to fully appreciate how the titanic dimensions of the sanctuary. some wall panels remain intact on its huge plinth, but others sunk by the passage of two millennia, are carelessly constructed in medieval times, for the expedited procedure drums stacked in rows of Corinthian columns inside the enclosure of the porch, edge positions. Other panels of the wall display niche with inlaid pediment, which do not occupy its original place, but have been placed for the convenience of rebuilders, without any account of the elaborate set of proportions that windows and niches kept together in the original building .
Between the rear of the temple and the cultivated area of the oasis, you can see the foundations of several patrician houses that follow the constructive scheme peristyle around a central courtyard, beautifully paved floors with slabs of white marble.
The olive trees are cultivated oases, date palms and pomegranates, in nearby gardens of adobe walls that run between the branch and access roads. More remains of classical ruins among the crops, stacked and half hidden under piles of earth, shafts, blocks, acanthus leaf capitals, corners of base emerging from the rubble.
From the grand entrance gate to the Temple of Bel part obliquely a colonnaded street leading to the Arc de Triomphe.
TEMPLO DE BEL, PALMIRA, SIRIA 2433 2-1-2011
El Templo de Bel mandado construir por Tiberio el año 19 d.C. para conmemorar y al mismo tiempo afianzar la anexión de Palmira al Imperio romano. Los arquitectos que lo afianzaron provenían probablemente de la gran ciudad de Antioquia.
Su arquitectura es grandiosa así como el refinamiento de su escultura y su decoración. Es un lugar santo.
El Templo de Bel es un hito fundacional, una cumbre artística surgida del vacío y sin precedentes en esta zona de Oriente. Y de él descendió toda Palmira, de él aprendieron el canon todos sus artífices; de sus grandes dimensiones derivó el sentido de la magnificencia que aplicaron los palmirenses a los sucesivos trazados de la urbe; la frondosidad abarrocada del follaje en pilastras, las viñas y piñas de sus frisos, las hojas de acanto de los capiteles, treparon por los muros y los desbordaron, sembrando el gusto por la ornamentación vegetal (que hace honor al nombre de Palmira), afiligranada y siempre imaginativa, que impregna todos los rincones de la ciudad.
De la nada se saltó a la cima, pues ningún monumento de Palmira igualó a este gigante primigenio del siglo I, iniciado en el año 19 d.C. y consagrado en el 32 d.C.
Este gran recinto sagrado de forma cuadrada albergó hasta principios de siglo casi la totalidad del pueblo de Tadmor, cuando, olvidados con el correr de los siglos de esplendor de la rica Palmira clásica, la población ya solo se componía de tribus beduinas alojadas en casas de adobe que tejían una intrincada medina árabe, apuntalada por los recios muros y fustes del templo pagano; era un oasis de columnas corintias despuntando por encima de un laberinto de barro, que si bien nunca pudo alcanzar las alturas del edificio original, se apoyó en su solidez, se acomodó a sus huecos y se ramificó por sus recovecos.
En 1929 el dédalo beduino fue desmantelado, y sus habitantes mudados por decreto al actual pueblo nuevo de Tadmor (urbanización de cemento, con un trazado ortogonal que sería la antítesis del laberinto). Y hoy, el espacio despejado del recinto sacro deja ver la grandeza de los muros que forman el descomunal cuadrilátero, la elegancia de los pórticos columnados que la enmarcan, y, no en el centro del cuadrado, sino algo desplazado el santuario propiamente dicho.
Este santuario es un caso único en la arquitectura clásica por diversos motivos. A primera vista parecería el habitual templo períptero, con un pórtico de columnas rodeando el perímetro exterior de la cella, pero al fijarse en los detalles, los elementos insólitos saltan por doquier. La puerta está en un muro lateral y tampoco centrada, sino abierta asimétricamente, lo que contraviene las normas clásicas de su tiempo (imperaba Tiberio, el sucesor de Augusto). La decoración escultórica de algunas pilastras interiores recuerda de alguna manera al estilo ptolemaico de la arquitectura egipcia de esa época. Al entrar por un lateral, el sancta sanctorum debería aparecer a la derecha o a la izquierda; aparece en los dos lados pues hay dos adyton en lugar de uno, dedicados a sendos dioses, Yarhibol y Aglibol, divinidades solar y lunar, ambos hijos del gran dios Bel; se trata de una triada de origen mesopotámico. Y de hecho, el mismo templo se superpone al exacto emplazamiento de un lugar de culto babilónico anterior, lo que explicaría la rareza de su distribución, forzada por la necesidad de mantener los altares en los mismos puntos que ocupaban antes. Algo parecido ocurre con el vecino Templo de Nebo y, en la misma Damasco, con el emplazamiento de la Gran Mezquita Omeya dentro del templo romano de Júpiter, levantado este a su vez sobre un anterior santuario de Hadad.
A duras penas se ven algunos frisos tallados debajo de unas enormes vigas monolíticas de mármol, que antaño unían el pórtico con la cella al tiempo que sostenían su parte de la techumbre, y hoy están recolocadas a pocos centímetros del suelo, vigas que en sus caras verticales despliegan unos interesantes bajorrelieves, con el dios local de la Luna Aglibol , camellos, palmeras, datileras, frisos de parras henchidas de uvas, y, ejemplar único, tres mujeres que participan en una procesión donde se transporta un betilo en camello, y que portan túnicas que les cubren completamente la cara: prueba material de que la costumbre del velo femenino tiene en Oriente Medio un origen preislámico.
Los adyton del interior de la cella son también piezas únicas. Son dos cámaras enfrentadas en los lados opuestos, elevadas a cierta altura, y enmarcadas por una extraña decoración, de elementos clásicos mezclados con fantasías orientales, y pilares adosados provistos de capiteles de hojas carnosas claramente derivados del Egipto de tiempo de los Ptolomeos. Pero lo más extraordinario son los techos de las cámaras, ambos monolíticos, cubriendo la totalidad de cada estancia. El del lado norte está tallado formando una falsa bóveda semiesférica, dividida en casetones con los retratos de los dioses olímpicos (en el centro, Zeus, asimilado a Bel ), y rodeada de una banda circular con relieves de los doce signos del Zodiaco. El techo de la cámara sur, ennegrecido por los humos, no es menos lujoso en su decoración esculpida, con un juego de círculos y octógonos combinados con motivos florales, abundando las hojas de acanto y -otra vez el toque egipcio- de loto.
El exterior de la cella ofrece otras curiosidades: el arquitrabe del lado. Este parece como volado sobre columnas torcidas, dando la sensación de que todo se va a derrumbar por la fuerza gravitatoria en cualquier momento. En el muro sur hay pilares adosados de estilo jónico -los únicos en Palmira-, pero las columnas corintias que se mantienen en pie, del pórtico que rodea al cuerpo central, están desprovistas de capiteles, y ostentan en su lugar cilindros lisos, como muñones, desnudos de acantos, que sostienen el entablamento; ocurre que en su tiempo fueron capiteles hechos en bronce (es fácil imaginarse su soberbio tamaño y lo pulento de sus formas), y ello forjó su perdición, pues en épocas posteriores se saquearon, para otros usos, todas las partes metálicas que podían encontrarse en los monumentos antiguos, y esto incluía no sólo los capiteles, sino las cinchas de plomo que sujetaban los sillares entre sí, lo que explica los agujeros que pueden verse perforando todos los muros con el fin de extraer el metal.
La cornisa del edificio central está coronada con una fila de extraños remates escalonados a moda de almenas, parecidos al elemento arquitectónico de origen asirio y usado también por los persas aqueménidas -que en Petra llaman "escalerillas de cuervo" y que tendrían una simbología solar: evocarían el recorrido del astro rey que asciende desde el alba, alcanza su cenit al mediodía y desciende por el ocaso hacia el otro lado. Este elemento decorativo no es sino una reconstrucción especulativa, basada en una hipótesis discutida por algunos estudiosos, pero su efecto es muy orientalizante. Más segura era la existencia de cuatro acróteras en las esquinas, pues al menos sus trozos han sido recompuestos y pueden contemplarse en el suelo; la recargada complejidad de su diseño para nada recuerda al arte griego o romano, es puramente oriental.
Es muy digna de admiración la calidad de la talla, el virtuosismo escultórico de las hojas de acanto que dan forma a los enormes capiteles corintios de las columnatas que rodean el anchísimo recinto. Su trabajo de calado parece de orfebres, se puede ver el cielo a través de los intersticios que se abren entre las hojas y esto confiere a los capiteles una delicadeza y una fragilidad que hace sorprendente el hecho de que en los veinte siglos transcurridos aún se mantengan intactos.
En la ancha explanada que encuadra el templo hay desperdigados centenares de tambores de fustes corintios, cuyo gran tamaño puede observarse aquí mejor que en las mismas columnas al poder medir con el propio cuerpo el diámetro de sus secciones.
Muchos de estos tambores de columna han sido utilizados a modo de sillares para elevar muros defensivos, en sustitución de los caídos, en la época medieval, cuando el Templo de Bel fue convertido en fortaleza por un tal Abdul Hassan Yusuf ibn Fairuz.
Otro resto de este castillo es el recio machón defensivo que, a modo de ciudadela, ocupa el lugar donde estuvieron antaño los propileos, es decir, el gran portal de entrada principal al complejo: encastrados en sus paredes pueden divisarse unas celosías inconfundiblemente musulmanas, una lápida con una inscripción en árabe (1132-1133) y unas estatuas (que claramente no son islámicas) de Hércules y Mercurio, que rompen la austeridad del conjunto.
Rodear el exterior del templo es una buena forma de apreciar en toda su forma las titánicas dimensiones del santuario. algunos paños de muro se mantienen intactos sobre su enorme plinto, pero otros, hundidos por el paso de dos milenios, están descuidadamente reconstruidos en épocas medievales, por el expeditivo procedimiento de apilar en hiladas los tambores de las columnas corintias del pórtico interno del recinto, puestos de canto. Otros paños del muro exhiben incrustados nichos con frontón, que no ocupan su lugar original, sino que han sido colocados a conveniencia de los reconstructores, sin tener para nada en cuenta el esmerado juego de proporciones que guardaban ventanas y nichos entre sí en el edificio original.
Entre la parte trasera del templo y la zona cultivada del oasis, pueden verse los basamentos de diversas casas patricias, que siguen el esquema constructivo de peristilo en torno a patio central, los suelos hermosamente pavimentados con losas de mármol blanco.
En el oasis se cultivan olivos, palmeras datileras y granados, en huertos cercanos de muros de adobe entre los que discurren y se ramifican los caminos de acceso. Hay más restos de ruinas clásicas por entre los cultivos, apilados y semiocultos bajo montones de tierra: fustes, sillares, capiteles de hojas de acanto, esquinas de basamento emergiendo entre los escombros.
Desde el gran portal de entrada al Templo de Bel parte oblicuamente una calle columnada que conduce al Arco del Triunfo.
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Bel Temple built by Tiberius in 19 AD to commemorate and strengthen while the annexation of Palmyra to the Roman Empire. The architects who clinched it probably came from the great city of Antioch.
Its architecture is great and the refinement of its sculpture and decoration. It is a holy place.
The Temple of Bel is a milestone founding artistic summit emerged a vacuum and unprecedented in this area of the East. And he went down all Palmira, he learned the canon all its architects, its large derived a sense of magnificence palmirenses applied to successive traces of the city, the lush foliage abarrocada of pilasters, vineyards and pine cones of the friezes, acanthus leaf capitals, climbed the walls and overflowed, spreading the taste for decorative plants (which honors the name of Palmyra), filigree and always imaginative, which permeates every corner of the city .
Out of nowhere it jumped to the top, for no monument of Palmyra tied to this primeval giant from the first century, which began in 19 AD and consecrated in 32 A.D.
This large square enclosure sacred to the beginning of the century housed almost the entire village of Tadmor, when, forgotten with the passing of the centuries of the rich splendor of classical Palmira, the population and only consisted of Bedouin tribes staying in houses weaving an intricate adobe Arab medina, underpinned by strong walls and shafts of the pagan temple, was an oasis of Corinthian columns rising over a maze of mud, but could never reach the heights of the original building, leaned on his strength, adjusted to their holes and their recesses branched.
In 1929 the Bedouin maze was dismantled, and its people changed their minds by decree the present new town of Tadmor (urbanization of cement, with an orthogonal which would be the antithesis of the maze). And today, the open space of the holy place reveals the grandeur of the massive walls that form the ring, the elegance of the columned porticos that surround it, and not in the center of the square, but rather shifted the sanctuary itself.
This sanctuary is unique in classical architecture for several reasons. At first glance it would seem the usual peripteral, with a portico of columns surrounding the outer perimeter of the cella, but look at the details, unusual items popping everywhere. The door is in a side wall and not centered, but asymmetrically open, contrary to conventional standards of his time (reigned Tiberius, the successor of Augustus). The sculptural decoration of some interior pillars somehow reminds Ptolemaic style of Egyptian architecture of that era. Upon entering the side, the inner sanctum should appear to the right or the left, appears on both sides as there are two instead of one adyton dedicated to respective gods and Aglibol Yarhibol, solar and lunar deities, both sons of the great god Bel, is a triad of Mesopotamian origin. And indeed, the temple itself overlaps the exact site of an earlier Babylonian cult place, which would explain the rarity of its distribution, forced by the need to maintain the altars in the same spots they occupied before. Something similar happens with the neighboring temple of Nebo, in the same Damascus, with the location of the Great Umayyad Mosque in the Roman Temple of Jupiter, raised this in turn on an earlier sanctuary of Hadad.
A few are barely carved friezes under enormous monolithic marble beams, which once linked the cella portico while holding their part of the roof, and are now relocated a few inches off the floor, beams on their faces vertical display some interesting bas-reliefs, with the local god of the moon Aglibol, camels, palm trees, date palms, swollen friezes grape vines, and single copy, three women participating in a procession where a Bethylidae transported by camel, and that carry robes that cover entire face: physical evidence that the custom of the veil in the Middle East women have pre-Islamic origin.
The adyton inside the cella are also unique pieces. Two cameras on opposite sides facing, elevated to a certain height, and framed by a strange decoration, classical elements mixed with oriental fantasies and provided with hooks attached pillars of fleshy leaves clearly derived from the Egypt of the Ptolemies time. But most remarkable are the ceilings of the chambers, both monolithic, covering all the guests. The north side is carved hemispherical form a false vault, divided into coffers with portraits of the Olympian gods (in the middle, Zeus, assimilated to Bel), surrounded by a circular band with reliefs of the twelve signs of the Zodiac. The southern chamber roof, blackened by smoke, is no less luxurious in its decor sculpted with a set of circles and octagons combined with floral, acanthus leaves abounding and touch-again Egyptian lotus.
The exterior of the cella has other curiosities: the architrave of the door. This seems like flying over twisted columns, giving the feeling that everything is going to collapse by the gravitational force at any time. In the south wall there are pillars attached Ionic style unique in Palmira, but the Corinthian columns are still standing, the portico surrounding the central body, are devoid of capitals, and hold in place smooth cylinders, such as stumps , stripped of acanthus, supporting the entablature, it happens that in his time were made in bronze capitals (it's easy to imagine his superb pulenta size and form), and this made his undoing, as in later times were looted, others uses, all metal parts that could be found on ancient monuments, and this included not only those capitals, but the straps that held the lead blocks together, which explains the holes can be drilled all the walls in order to extract the metal.
The cornice of the main building is crowned with a row of strange shots battlements staggered fashion, similar to the original architectural elements also used by Assyrian and Achaemenid Persians in Petra-called "crow's ladder" and would have a solar symbolism: evoke the journey of the Sun rising from the morning, reaches its zenith at noon, and dusk descends on the other side. This decorative element is merely a speculative reconstruction, based on an assumption disputed by some scholars, but their effect is very oriental. Safer was the existence of four corners akroteria since at least the pieces have been reassembled and can be seen on the floor, the ornate complexity of the design at all reminiscent of Greek or Roman art is purely oriental.
It is very admirable quality of the carving, sculptural virtuosity acanthus leaves that shape the huge Corinthian columns of the extremely wide surrounding the enclosure. His work seems goldsmiths draft, you can see the sky through the open interstices between the leaves and this gives the capitals delicacy and fragility makes surprising fact that even after twenty centuries remain intact.
On the wide esplanade that frames the temple are scattered hundreds of drums of Corinthian shafts, whose large size can be seen better here than in the same columns to be able to measure the diameter body sections.
Many of these drums have been used column of blocks way to raise defensive walls, replacing the fallen, in medieval times, when the Temple of Bel was converted into a fortress by one Abdul Hassan ibn Yusuf Fairuz.
Another rest of this castle is the tough defensive pier, like a citadel, occupies the place where once were the Propylaea, ie, the large main entrance gate to the complex, embedded in the walls can make out a distinctly Muslim lattices, a tombstone with an inscription in Arabic (1132-1133) and statues (which are clearly not Islamic) Hercules and Mercury, which break the austerity of the whole.
Surrounding the exterior of the temple is a good way to fully appreciate how the titanic dimensions of the sanctuary. some wall panels remain intact on its huge plinth, but others sunk by the passage of two millennia, are carelessly constructed in medieval times, for the expedited procedure drums stacked in rows of Corinthian columns inside the enclosure of the porch, edge positions. Other panels of the wall display niche with inlaid pediment, which do not occupy its original place, but have been placed for the convenience of rebuilders, without any account of the elaborate set of proportions that windows and niches kept together in the original building .
Between the rear of the temple and the cultivated area of the oasis, you can see the foundations of several patrician houses that follow the constructive scheme peristyle around a central courtyard, beautifully paved floors with slabs of white marble.
The olive trees are cultivated oases, date palms and pomegranates, in nearby gardens of adobe walls that run between the branch and access roads. More remains of classical ruins among the crops, stacked and half hidden under piles of earth, shafts, blocks, acanthus leaf capitals, corners of base emerging from the rubble.
From the grand entrance gate to the Temple of Bel part obliquely a colonnaded street leading to the Arc de Triomphe.