La curva

Era una agradable noche de luna nueva de verano. Un poquito fresca, pero no tanto como habitualmente. Tras andar por la única carretera de acceso al pueblo me detuve en un tramo rodeado de árboles donde la oscuridad era total y comencé todo el ritual fotográfico para conseguir la imagen que tenía en mi cabeza. Las hojas de los árboles emitieron un ligero murmullo, balanceadas por una suave brisa, y un escalofrío recorrió mi espalda cuando noté el frescor del aire colándose bajo mi camiseta. ¡Vaya. parece que empieza a refrescar! En ese momento unos pasos me sacaron de mis pensamientos y volviéndome ví como se acercaba a mí una joven cargando con un viejo trípode y una cámara de carrete que ya no cumpliría los 30 años. "Será alguien que se aloja en una de las casas rurales", pensé. Ella colocó su trípode a un lado de la carretera preguntando si me molestaba que se quedase allí. Yo le dije que no me importaba y seguimos cada uno con su trabajo hablando de vez en cuando sobre nuestra afición compartida. En un momento dado yo estaba ensimismado mirando a la cámara y decidiendo los parámetros a utilizar cuando ella dijo: "Deberías retirarte un poco del borde de la carretera. En esta curva morí atropellada y nunca fui capaz de terminar mi fotografía". Yo retiré mi trípode hacia el exterior del asfalto y en el preciso momento en que un coche a toda velocidad apareció tras la curva, pasando casi rozándome. Cuando se me pasó el susto giré la cabeza para agradecer a la muchacha la oportuna advertencia que me había salvado la vida pero... YA NO ESTABA ALLÍ.

 

Aquí mi propia Leyenda de la chica de la curva en versión fotográfica. Puedes creerla o no, pero ten en cuenta su consejo y ten siempre en cuenta tu seguridad a la hora de hacer fotografías.

Done