Back to photostream

EL REENCUENTRO DE DOS VIEJOS AMIGOS

Al salir, oramos en el carro con mi amigo René, le dimos la gloria a Dios y agradecimos por sus misericordias y amor eterno, confiamos en que Él nos regalaría hermosas imágenes.

Montamos el equipo y pocos artículos al vehículo, para empezar la aventura. Cuando empezamos a caminar, el reloj marcaba las 16:28 hrs; una de las ideas, según la planificación, buscaríamos capturar el atardecer desde el cráter del volcán. A la mitad del ascenso veíamos que la luz junto a nosotros empezaba a mermar y el paisaje comenzó a dar tonos amarillos, luego naranjas; el lenguaje natural nos decía que teníamos contados los minutos, para cumplir con uno de nuestros objetivos.

El cansancio hizo lo suyo; y mi cuerpo lo resentía, así que empecé a dar pasos cortos, pero firmes. El ambiente se tiño de un color violeta maravilloso, levante mi vista al cielo y era un verdadero deleite contemplar ese cielo púrpura, pero, sabía que ya no tenía tiempo, aceleré el paso, el terreno por momentos era muy complicado y mi carga parecía haber duplicado su peso, decidí no martirizarme y le ofrecí a Dios un trato; Tú detienes el tiempo y la luz, me das fuerzas y yo capturo tu creación y juntos te adoramos. Pareció reírse conmigo, como tú lo estás haciendo mientras lees esto, pero cuando menos lo pensaba, escuché y vi el cráter anunciando que había llegado a mi meta.

La puesta del sol había pasado. A las 18:02 hrs un segundo aire me invadió y empecé como loco a buscar a Edna (mi cámara), puse los valores que quería, y empecé a buscar el encuadre que había dibujado en mi mente, pero era imposible; el cono intercratérico había crecido demasiado desde la última vez que estuve allí. Dios me recordó el trato que había hecho con Él a través de una explosión más fuerte que las demás, entendí que era hora de adorar; el volcán junto a mí y mi cámara de testigo.

Mientras cantaba esa canción… “cada lienzo es un regalo de tu amor…”, vi en el cielo un regalo más, justo al lado izquierdo del cráter, apareció la conjunción de Júpiter y Venus, fue un momento tan especial que guardaré eternamente, Dios una vez más me sorprendía.

La noche sigilosamente hizo su aparición y el Mackenney, mi viejo amigo, con mucha actividad dejó ver su incandescencia en todo su esplendor, en cada explosión el cono se tornaba naranja, los sonidos indescriptibles, los gases nos abrazaban con sus temperaturas cálidas pues el viento para esa hora ya se percibía muy frío.

En estas imágenes intentaré mostrarte lo que mis ojos vieron, espero, las disfrutes.

 

2,373 views
31 faves
8 comments
Uploaded on November 29, 2019
Taken on November 26, 2019