La humilde Malva

Allí, junto al arriate,

debajo del limonero una malva florecía,

humilde, casi con miedo.

 

Temiendo que con mis manos

la arrancara con enojo

Me regalaba fragancia

y su color a mis ojos.

 

Cada día vestía mi arriate

con el color de sus flores.

La cuidé con tal esmero

que fue perdiendo temores.

 

Y crecía tan orgullosa

entre los lirios y los nardos

que aquella humilde planta

a mi jardín fue adornando.

 

Su belleza es tan grande

que nadie se acuerda ya

de que era una humilde hierba

sin ningún derecho a estar.

 

Si al humilde se le da

las misma oportunidad

florecerá con orgullo,

con belleza y dignidad.

 

Carmen Pacheco

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