Enrique F.
Montaje Marquesina CEI Ramiro de Maeztu
Pabellón de Párvulos del Instituto Escuela
1933-1935
(Actual Colegio Público “Ramiro de Maeztu”)
Arquitectos: Carlos Arniches Moltó, Martín Domínguez Esteban y Eduardo Torroja (ingeniero)
La ordenación en planta del edificio del colegio de primaria responde a unas exigencias de adaptación urbana y a los condicionantes pedagógicos de los promotores basados en un higienismo que proponía el contacto directo de los niños con la naturaleza, donde pudieran jugar e incluso plantar flores. Con estos principios, el pabellón de párvulos se resolvió por medio de la agrupación en línea de seis aulas que se abren, con una gran puerta vidriera de cinco metros de longitud, hacia un huerto o jardín –en la actualidad desaparecido- , independiente para cada una, consiguiendo así la integración del aula con la naturaleza. Entre cada dos jardines se sitúan unas marquesinas de hormigón –diseñadas por Eduardo Torroja- con bancos corridos para el descanso a la sombra. La estructura es de hormigón y el cerramiento de ladrillo visto.
Actualmente, dentro del conjunto de reformas que se han efectuado en el edificio, el ajardinamiento se ha eliminado, permaneciendo sólo los árboles que, para cada aula es de una especie distinta –madroño, olivo, encina, etc-. El área de tierra se ha cubierto de hormigón prensado y se ha dispuesto un arenero para cada dos aulas para que jueguen los niños. Los ventanales se han modificado y se han mantenido las marquesinas del patio, que siguen cumpliendo con su función original.
Montaje Marquesina CEI Ramiro de Maeztu
Pabellón de Párvulos del Instituto Escuela
1933-1935
(Actual Colegio Público “Ramiro de Maeztu”)
Arquitectos: Carlos Arniches Moltó, Martín Domínguez Esteban y Eduardo Torroja (ingeniero)
La ordenación en planta del edificio del colegio de primaria responde a unas exigencias de adaptación urbana y a los condicionantes pedagógicos de los promotores basados en un higienismo que proponía el contacto directo de los niños con la naturaleza, donde pudieran jugar e incluso plantar flores. Con estos principios, el pabellón de párvulos se resolvió por medio de la agrupación en línea de seis aulas que se abren, con una gran puerta vidriera de cinco metros de longitud, hacia un huerto o jardín –en la actualidad desaparecido- , independiente para cada una, consiguiendo así la integración del aula con la naturaleza. Entre cada dos jardines se sitúan unas marquesinas de hormigón –diseñadas por Eduardo Torroja- con bancos corridos para el descanso a la sombra. La estructura es de hormigón y el cerramiento de ladrillo visto.
Actualmente, dentro del conjunto de reformas que se han efectuado en el edificio, el ajardinamiento se ha eliminado, permaneciendo sólo los árboles que, para cada aula es de una especie distinta –madroño, olivo, encina, etc-. El área de tierra se ha cubierto de hormigón prensado y se ha dispuesto un arenero para cada dos aulas para que jueguen los niños. Los ventanales se han modificado y se han mantenido las marquesinas del patio, que siguen cumpliendo con su función original.