Back to photostream

SANTA MARINA DE AGUAS SANTAS. Allariz. Orense.

Fuente relacionada con la leyenda de la santa. Mal repintada, el texto debería decir: "Reedificola el obispo Dámaso Iglesias Lago. Año 1840."

 

En este país, en el que el cine, en buena parte malo, parece ser la única forma de cultura, es triste leer el anuncio de la desaparición de una revista cultural que lleva catorce años publicando trabajos de investigación y poniéndolos a disposición de cualquier usuario de internet. Se trata de "Diversarum rerum", revista de los Archivos Catedralicio y Diocesano de Orense. Se cierra así otra fuente de divulgación y conocimiento en el campo de las Humanidades, pero qué más da, a quién le importa.

 

Acudí a ella buscando información sobre el santuario de Santa Marina de Aguas Santas, cercano a Allariz, provincia de Orense. Y encontré un trabajo de Francisco Sandoval Verea y J. Ramón Seara Valero titulado "El "Prodigio de la leche". Información sobre un milagro de Santa Mariña de Augas Santas bajo el pontificado de Fray Juan Muñoz de la Cueva", que no era lo que buscaba, pero que llamó mi atención no sólo por su contenido religioso, sino antropológico e histórico (1). Quizá a alguien más le importe.

 

Ocurrió en 1720. Una vecina de Outeiro de Laxe "de más de cincuenta años de edad y que no había tenido descendencia desde hacía catorce, pudo amamantar y criar a un niño de apenas diez meses que había quedado huérfano de madre". Los hechos, recogidos en documentos durante la investigación del caso, fueron así: Una labradora llamada Marina Zid, de 52 años, acudía a visitar a una vecina de nombre Francisca Veloso quien "se debatía en el lecho de muerte aquejada de unas “fiebres éticas”, quizá causadas por una fatal tisis". "Lo que más angustiaba a Francisca no era la amenaza de la muerte, sino el desamparo en que quedaría su hijo de pocos meses de edad, habida cuenta de que la pobreza de su marido, Francisco Mourisco, le haría imposible pagar una nodriza".

 

Francisca murió y Marina se hizo cargo del niño. Intentó alimentarlo llevándolo a otras dos aldeanas que estaban "criando a sus hijos". El niño, Antonio, no recibía alimentación suficiente, lloraba y todos sabemos la angustia que causa el llanto de los niños. Su marido, Pedro da Vila, “llebaba a mal perdiese tantas oras de travajo en las haziendas de su casa por serle mui necesario para vivir, atento su pobreza”, lo que fue motivo de "riñas y disensiones" en el matrimonio. Angustiada, Marina acudió al sepulcro de Santa Marina, y “le pidió de veras, y con la fee viva que pudo, fuese interzesora con su Divina Majestad para que le descubriese modo con que poder criar dicho niño, y le diese pazienzia para con ella llevar los sinsavores que en su casa y con su marido le ocasionaba su buena intenzión”. Nótese aquí, es importante, que nada pidió en concreto sobre la forma de solucionar su problema, algo que se le escapaba.

 

Volvió al Santuario al día siguiente y continuó rezando y rogando. "De regreso a su casa, acabando de descender la cuesta de A Piela, al llegar al lugar que llaman O Porto do Souto donde la zigzagueante senda se convierte en camino de carro más ancho y llano, se produjo el milagro. Allí fue donde Marina sintió de repente “que los pechos se le llenaban... juzgando era alguna ynflamazión o enfermedad que le sobrevenía”. Asustada “desabrochándose el justillo vio que los pezones de sus dos pechos brotaban leche” y pudo comprobar con asombro y admiración “el expezial favor que la Divina Majestad le hazia por intersezión (sic) de la Gloriosa Santa Marina” para que ella misma pudiese amamantar a la criatura a pesar de su avanzada edad".

 

Marina primero se asusta pensando que a ella misma le sobrevenía una enfermedad. Imposible pensar que era la solución para sus ruegos. Cuando comprende, el sentimiento que le invade es el de vergüenza “por ocurrírsele lo que havían de dezir de ella todos sus vezinos y mas conoçidos y que savían su crezida hedad y falta de subzesión”. Por eso ni siquiera se lo dijo a su marido..." Éste, que no tarda en enterarse, acude a un sacerdote y se da inició a una investigación el 18 de febrero de 1720.

 

Corroboradas por testigos, las reacciones humanas de Marina y su marido tienen un sabor tan auténtico en el mísero medio rural de la Galicia del siglo XVIII, que uno no ve grieta alguna para la duda. El clérigo don Martín Salgado aportó el dato de "que los vecinos de Outeiro de Laxe no solían asistir a los oficios religiosos de la iglesia parroquial, sino que lo hacían en otra iglesia más cercana, de manera que la ascensión de Marina Cid al santuario cobra aún más valor."

 

(1) publicacions.depourense.es/images/stories/pdf/diversarum/... y dialnet.unirioja.es/servlet/revista?codigo=11219

 

2,618 views
10 faves
5 comments
Uploaded on January 26, 2021
Taken on June 25, 2013