little bell
En el mundo no hay más metafísica que los chocolates
Ese movimiento mecánico de los ojos, esos fruncimientos de labios, esos espasmos musculares, de efectos metódicamente calculados y que impiden recurrir a la improvisación, esas cabezas que, moviéndose horizontalmente, parecen rodar de un hombro a otro como si sobre él hubiera rieles, responde en su totalidad a necesidades psicológicas inmediatas y a una forma de arquitectura espiritual, estructurada por una suma de gestos y mimícas, pero asimismo por el poder evocador de un sistema, por la cualidad musical de un movimiento físico, por ese acorde paralelo que se funde exquisitamente en un tono. Tales imperativas correspondencias articulan permanentemente vista y oído, intelecto y sentimiento, el gesto de un personaje y la evocación de una planta a través del gesto en el grito de un instrumento.
En el mundo no hay más metafísica que los chocolates
Ese movimiento mecánico de los ojos, esos fruncimientos de labios, esos espasmos musculares, de efectos metódicamente calculados y que impiden recurrir a la improvisación, esas cabezas que, moviéndose horizontalmente, parecen rodar de un hombro a otro como si sobre él hubiera rieles, responde en su totalidad a necesidades psicológicas inmediatas y a una forma de arquitectura espiritual, estructurada por una suma de gestos y mimícas, pero asimismo por el poder evocador de un sistema, por la cualidad musical de un movimiento físico, por ese acorde paralelo que se funde exquisitamente en un tono. Tales imperativas correspondencias articulan permanentemente vista y oído, intelecto y sentimiento, el gesto de un personaje y la evocación de una planta a través del gesto en el grito de un instrumento.