(15/50) Terrorismo energético, 4: Atlantis
En 1968, Franco y Salazar, los dos dictadores que gobernaban en la península ibérica, firmaron un tratado por el cual Portugal tendría derecho a construir una presa en el río Limia que asolagaría una decena de pueblos del lado ourensano, en el cauce del río.
El proyecto quedó paralizado e incluso se creyó que nunca iba a ejecutarse, pero décadas después los gobiernos de ambos países, ahora ya en democracia, recuperaron la idea.
Los vecinos de Aceredo y de las otras ocho aldeas que iban a quedar anegadas realizaron varios actos de protesta y resistencia que no impidieron que, el 8 de enero de 1992, la presa se inaugurase y el agua empezara a subir.
A lo largo del llamado Año del Descubrimiento todo el valle desapareció. Algunos de los habitantes aguantaron hasta el final, hasta que el agua cubrió sus casas. Personas que no querían dinero a pesar de no tener nada.
Ahora, veinte años después, nadie esperaba ver el pueblo de nuevo, la Atlántida galega, con sus casas aún en pie y hasta la fuente de la plaza principal funcionando. Pero es que nadie esperaba tampoco que la luz costase 300€ el kWh a costa de vaciar deliberadamente embalses y pantanos.
(15/50) Terrorismo energético, 4: Atlantis
En 1968, Franco y Salazar, los dos dictadores que gobernaban en la península ibérica, firmaron un tratado por el cual Portugal tendría derecho a construir una presa en el río Limia que asolagaría una decena de pueblos del lado ourensano, en el cauce del río.
El proyecto quedó paralizado e incluso se creyó que nunca iba a ejecutarse, pero décadas después los gobiernos de ambos países, ahora ya en democracia, recuperaron la idea.
Los vecinos de Aceredo y de las otras ocho aldeas que iban a quedar anegadas realizaron varios actos de protesta y resistencia que no impidieron que, el 8 de enero de 1992, la presa se inaugurase y el agua empezara a subir.
A lo largo del llamado Año del Descubrimiento todo el valle desapareció. Algunos de los habitantes aguantaron hasta el final, hasta que el agua cubrió sus casas. Personas que no querían dinero a pesar de no tener nada.
Ahora, veinte años después, nadie esperaba ver el pueblo de nuevo, la Atlántida galega, con sus casas aún en pie y hasta la fuente de la plaza principal funcionando. Pero es que nadie esperaba tampoco que la luz costase 300€ el kWh a costa de vaciar deliberadamente embalses y pantanos.