Sentipensar
No podía dormir.
Bajó a lo más oscuro de su interior, donde residían sus pensamientos, la mente, la cabeza que tantos desmanes había cometido en este último año. Si la había desconectado la última vez, ¿cómo era posible que estuviese a punto de reventar?
Llegó en la penumbra con un silencio sepulcral. Nervioso, vió las luces de alarma encendidas, y empezó a accionar el mecanismo de desconexión. Nada ocurrió. El silencio tornó en miles de susurros arrolladores que se colaban como veneno por sus poros, cuestionando pasado, presente y futuro, rompiendo su precario equilibrio y desollando su alma sin piedad.
Empezó a golpear los botones y manivelas con más fuerza y las voces se alzaron con poder exigiendo volver a gobernar su vida. Cayó al suelo dolorido y marchito. "¿En qué momento se me ocurrió que podía ser un sentipensante?", se preguntó, mientras lamentaba estar tan lejos de la única persona que le podía ayudar.
Sentipensar
No podía dormir.
Bajó a lo más oscuro de su interior, donde residían sus pensamientos, la mente, la cabeza que tantos desmanes había cometido en este último año. Si la había desconectado la última vez, ¿cómo era posible que estuviese a punto de reventar?
Llegó en la penumbra con un silencio sepulcral. Nervioso, vió las luces de alarma encendidas, y empezó a accionar el mecanismo de desconexión. Nada ocurrió. El silencio tornó en miles de susurros arrolladores que se colaban como veneno por sus poros, cuestionando pasado, presente y futuro, rompiendo su precario equilibrio y desollando su alma sin piedad.
Empezó a golpear los botones y manivelas con más fuerza y las voces se alzaron con poder exigiendo volver a gobernar su vida. Cayó al suelo dolorido y marchito. "¿En qué momento se me ocurrió que podía ser un sentipensante?", se preguntó, mientras lamentaba estar tan lejos de la única persona que le podía ayudar.