chusa
Oremos...
No es bueno tener una idea preconcebida de las cosas. Por lo tanto, esta maravillosa visita a Córdoba que me introdujo necesariamente en uno de los templos más importantes de la cultura musulmana/cristiana, he de volver a repetirla. Esperaba una visita guiada, como ocurre en la mayoría de los casos, y los sitios, previo pago, naturalmente, pero estas estaban reservadas para grupos de turistas más organizados y previsores que yo.
Aún así, no debo lamentarme mucho, pues a pesar de todo tuve la oportunidad de ver una obra de arte colosal que misteriosamente se inmiscuía más allá de las retinas, que te producía escalofríos al contemplar cada columna, cada arco, sus cúpulas, los techos, las capillas, tanta, pero tanta belleza!, y se abría sin querer una especie de fisura en el tiempo y en el espacio que te acercaba en mitad de su amplitud y su silencio, a una época remota y superpoblada de capas de historia.
Todo parte de un angiguo templo visigodo, el cual fue derruído en el año 785 por Abderraman I para construir sobre su planta una mezquita, cuando Córdoba era capital de Al Andalus.
Y desde ese momento hasta nuestros días, el templo ha pasado por innumerables transformaciones y ampliaciones, mezclandose con ello tendencias artísticas diferentes y el culto a dos dioses distintos.
Me quedé hipnotizada mirando el techo un buen rato.
La foto, que decir... he intentado ''reanimarla'' un poco, estaba demasiado oscura y no sé si la he estropeado aún más.
Oremos...
No es bueno tener una idea preconcebida de las cosas. Por lo tanto, esta maravillosa visita a Córdoba que me introdujo necesariamente en uno de los templos más importantes de la cultura musulmana/cristiana, he de volver a repetirla. Esperaba una visita guiada, como ocurre en la mayoría de los casos, y los sitios, previo pago, naturalmente, pero estas estaban reservadas para grupos de turistas más organizados y previsores que yo.
Aún así, no debo lamentarme mucho, pues a pesar de todo tuve la oportunidad de ver una obra de arte colosal que misteriosamente se inmiscuía más allá de las retinas, que te producía escalofríos al contemplar cada columna, cada arco, sus cúpulas, los techos, las capillas, tanta, pero tanta belleza!, y se abría sin querer una especie de fisura en el tiempo y en el espacio que te acercaba en mitad de su amplitud y su silencio, a una época remota y superpoblada de capas de historia.
Todo parte de un angiguo templo visigodo, el cual fue derruído en el año 785 por Abderraman I para construir sobre su planta una mezquita, cuando Córdoba era capital de Al Andalus.
Y desde ese momento hasta nuestros días, el templo ha pasado por innumerables transformaciones y ampliaciones, mezclandose con ello tendencias artísticas diferentes y el culto a dos dioses distintos.
Me quedé hipnotizada mirando el techo un buen rato.
La foto, que decir... he intentado ''reanimarla'' un poco, estaba demasiado oscura y no sé si la he estropeado aún más.