Fénix.707
Esos recuerdos de mi infancia: el CinExin
La empresa Exclusivas Industriales Sociedad Anónima (Exin) fue una compañía española que comenzó en 1951 fabricando pequeños electrodomésticos y juguetes, para terminar especializándose en estos últimos. Tras varias décadas haciendo las delicias de muchos niños con sus creaciones, en 1993 cerró, si bien a finales de los noventa y hasta su clausura en 2005, otra empresa española, Popular de Juguetes, volvió a sacar al mercado algunos de los productos más populares de Exin.
Entre los juguetes más famosos de Exin: los Madelman, Exin Castillos y Exin West, Tente y Scalextric. El que más perduró en el tiempo, desde su comercialización en 1971 hasta el final de la empresa fue el CinExin.
El CinExin se convirtió en uno de mis juguetes favoritos. Un pequeño proyector de cine cuya manivela permitía a quien la manejaba convertirse en el auténtico protagonista del ritmo de la película, avanzándola a la velocidad deseada, resultando lo más divertido verla a cámara rápida o a ralentí, o su parada o retroceso en el momento más imprevisto.
Las películas, mudas de unos cuarenta segundos y en formato Súper 8, eran la mayoría escenas de títulos de la factoría Disney que podían proyectarse en una de las caras internas de la misma caja de cartón que protegía al CinExin. Venían en bobinas que debían colocarse en el interior de la máquina. La fragilidad de las cintas hacía que se rompieran con mucha facilidad, si bien con algo de habilidad y acetona podías pegarlas y llegar a prolongar su vida un poco más.
Recuerdo tener que ensamblar con cuidado las dos películas que venían con el aparato, una de Popeye y otra de Mickey Mouse; el ruidito de “clac, clac” que provocaba el giro de la manivela; el tener que enfocar a mano la imagen ajustando el visor delantero para que los personajes no parecieran fantasmales; el proyectar en alguna superficie blanca lo más lejos que pudiese para poder así agrandar lo visto como si estuviera de verdad en una sala de cine; lo poco que me duraban las pilas por su uso continuo en tantas tardes donde fantasear con aquellas minihistorias cuyos protagonistas tenían mi voz y se movían al compás que les marcaba…
Hace poco encontré mi olvidado CinExin en el desván de la casa del pueblo de mis abuelos. No tiene cintas y la bombilla de su interior no funciona, pero se conserva todo lo demás, hasta el libro de instrucciones. Me han dicho que en diversas páginas de Internet, además de ejemplares completos, también venden accesorios sueltos para completar este viejo juguete, incluso muchas de sus películas originales. Estoy barajando regalarme para estos próximos Reyes un viaje a los tiempos de operadora de cine de mi infancia…
Esos recuerdos de mi infancia: el CinExin
La empresa Exclusivas Industriales Sociedad Anónima (Exin) fue una compañía española que comenzó en 1951 fabricando pequeños electrodomésticos y juguetes, para terminar especializándose en estos últimos. Tras varias décadas haciendo las delicias de muchos niños con sus creaciones, en 1993 cerró, si bien a finales de los noventa y hasta su clausura en 2005, otra empresa española, Popular de Juguetes, volvió a sacar al mercado algunos de los productos más populares de Exin.
Entre los juguetes más famosos de Exin: los Madelman, Exin Castillos y Exin West, Tente y Scalextric. El que más perduró en el tiempo, desde su comercialización en 1971 hasta el final de la empresa fue el CinExin.
El CinExin se convirtió en uno de mis juguetes favoritos. Un pequeño proyector de cine cuya manivela permitía a quien la manejaba convertirse en el auténtico protagonista del ritmo de la película, avanzándola a la velocidad deseada, resultando lo más divertido verla a cámara rápida o a ralentí, o su parada o retroceso en el momento más imprevisto.
Las películas, mudas de unos cuarenta segundos y en formato Súper 8, eran la mayoría escenas de títulos de la factoría Disney que podían proyectarse en una de las caras internas de la misma caja de cartón que protegía al CinExin. Venían en bobinas que debían colocarse en el interior de la máquina. La fragilidad de las cintas hacía que se rompieran con mucha facilidad, si bien con algo de habilidad y acetona podías pegarlas y llegar a prolongar su vida un poco más.
Recuerdo tener que ensamblar con cuidado las dos películas que venían con el aparato, una de Popeye y otra de Mickey Mouse; el ruidito de “clac, clac” que provocaba el giro de la manivela; el tener que enfocar a mano la imagen ajustando el visor delantero para que los personajes no parecieran fantasmales; el proyectar en alguna superficie blanca lo más lejos que pudiese para poder así agrandar lo visto como si estuviera de verdad en una sala de cine; lo poco que me duraban las pilas por su uso continuo en tantas tardes donde fantasear con aquellas minihistorias cuyos protagonistas tenían mi voz y se movían al compás que les marcaba…
Hace poco encontré mi olvidado CinExin en el desván de la casa del pueblo de mis abuelos. No tiene cintas y la bombilla de su interior no funciona, pero se conserva todo lo demás, hasta el libro de instrucciones. Me han dicho que en diversas páginas de Internet, además de ejemplares completos, también venden accesorios sueltos para completar este viejo juguete, incluso muchas de sus películas originales. Estoy barajando regalarme para estos próximos Reyes un viaje a los tiempos de operadora de cine de mi infancia…