♪ ♫ Santiago G. C. ♫
Valle de las Mil Palmeras. Haría.
Ubicado en el norte de Lanzarote, Haría es el municipio donde residía César Manrique desde 1988. Una tierra de vistosos paisajes agrícolas, zonas de suelos fértiles para cultivar la vid, hortalizas y árboles frutales, pero también un lugar donde se reúnen algunos de los principales centros turísticos, maravillas naturales y artísticas de Lanzarote: Volcán de la Corona, Cueva de los Verdes, Jameos del Agua, Valle de las mil palmeras, Mirador del Río,...
Aunque no lleguen a mil ni mucho menos, y sólo subsistan más de cien ejemplares de Phoenix canariensis, “El valle de las mil palmeras” conserva su encanto resistiendo la sequía y los vientos que siguen desafiando la robusta sencillez de las casas blancas tradicionales, un encanto pictórico y legendario, que transmite un océano de silencio y paz frente a las agrestes imágenes rocosas del terreno volcánico.
En la foto podemos apreciar un cultivo tradicional de viñas con sus muros de piedra en forma semicircular, y parcelas cubiertas de picón (lapilli) o rofe, con el fin de retener la humedad ambiental y filtrarla hacia el subsuelo.
Valle de las Mil Palmeras. Haría.
Ubicado en el norte de Lanzarote, Haría es el municipio donde residía César Manrique desde 1988. Una tierra de vistosos paisajes agrícolas, zonas de suelos fértiles para cultivar la vid, hortalizas y árboles frutales, pero también un lugar donde se reúnen algunos de los principales centros turísticos, maravillas naturales y artísticas de Lanzarote: Volcán de la Corona, Cueva de los Verdes, Jameos del Agua, Valle de las mil palmeras, Mirador del Río,...
Aunque no lleguen a mil ni mucho menos, y sólo subsistan más de cien ejemplares de Phoenix canariensis, “El valle de las mil palmeras” conserva su encanto resistiendo la sequía y los vientos que siguen desafiando la robusta sencillez de las casas blancas tradicionales, un encanto pictórico y legendario, que transmite un océano de silencio y paz frente a las agrestes imágenes rocosas del terreno volcánico.
En la foto podemos apreciar un cultivo tradicional de viñas con sus muros de piedra en forma semicircular, y parcelas cubiertas de picón (lapilli) o rofe, con el fin de retener la humedad ambiental y filtrarla hacia el subsuelo.