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Rasta

No hemos podido celebrar como corresponde, en el monte, su quinto aniversario con nosotros..bueno cuento su historia para que lo entendais.

 

 

CUENTO DE NAVIDAD (LA ADOPCIÓN)

 

Nadie sale al monte por navidad, todo el mundo en nochebuena, se queda a pasar el día con su familia y dedica la jornada a preparar la cena.

“Con albarcas vienen, con albarcas van, suben a Carmona ………..”

A lo lejos se escucha la canción, se da uno cuenta enseguida, de la importancia que tiene el día. Un bello villancico rural.

La noche anterior Javier me llamó por si a la mañana siguiente estaba libre y me apetecía dar una vuelta por algún sitio cercano, el anticiclón que disfrutábamos hacia presagiar un día estupendo.No tenia necesidad de estar en casa hasta la hora de la cena, acepte de buena gana y me dispuse a preparar el macuto para el día siguiente. Es nochebuena y nos vamos a Carmona.

La fría mañana vaporiza el aliento que sale de nuestras bocas. Detuvimos el auto a la entrada de la aldea y nos dirigimos a la pequeña tienda que tenemos enfrente para comprar el pan. Al salir del establecimiento, una pequeña y peluda figura con ojos vivarachos se nos acerca meneando la cola como solicitando algo de comer. Un desaliñado perro pastor con pinta de haber pasado la noche al raso pensé, aunque era hermoso el animal.

Aun no se si fue la señalada fecha, o la intuición que suele tener Javier para determinadas cosas, el caso es que me miró muy seriamente y me espetó de manera directa:

-vuelve a la tienda y compra un chorizo, algo extraordinario ocurría en su interior,

-¿chorizo le respondí extrañado, seguro?...... traigo una tortilla de patata con pimiento y cebolla

-compra chorizo me respondió ansiosamente

Volví a la rustica tienda y Salí con los chorizos que tan vehementemente me había solicitado.

Sin pensarlo dos veces tendió hacia el perro un pedazo y el animal tomo la comida alejándose un instante.

Yo había notado cierto recelo en aquel perro, pero no le di ninguna importancia, al fin y al cabo estábamos en su territorio y éramos unos desconocidos.

Salimos del pueblo por la cambera que se dirige a la ermita de la Virgen de las lindes, habíamos elegido esta zona por ser soleada y estar protegida del gelido Nordeste. Tomamos la dirección del vado collado y a los pocos minutos, Javier se percata de que el perro nos sigue.

El animal, muy ágil, subía la fuerte pendiente con pasmosa facilidad y nosotros le observábamos con admiración contenida. Iba y venia sin esfuerzo aparente y a cada revuelta que el camino daba volvía para observarnos.

Continuamos la marcha por una zona de monte bajo sin percatarnos de que el perro había desaparecido.

Yo canturreaba villancicos a medida que íbamos ascendiendo, pues aunque no tengo un fuerte sentido navideño me gusta cantar, sobre todo si no tengo público delante.

“La virgen y san Jose…………..”

-¿Ves al perro?

Preguntó el con gesto nervioso,

-no, le conteste yo, sin darle importancia al tono de la pregunta.

-Vete despacio me dijo,

Yo obedecí, percatándome, ahora si ,del tono imperativo en que me lo pedía. Continuamos la marcha con ritmo más lento, observando siempre cada curva y cada matorral por si volvíamos a ver al perro. Llegamos a la idílica pradera que rompe la monotonía del paisaje carmoniego, deteniendo un rato la marcha para admirar el lugar y beber un poco de líquido.

 

“Ande, ande, ande la marimorena. Ande, ande, ande que es la noche buena”

Las lindes, es un lugar verde, muy verde, sus prados separados por antiguos muros de piedra dan vista a gran parte de los montes de la reserva del saja. Es un lugar de ensueño, sus cabañas de piedra rojiza, aun se conservan en buen estado y en todo su entorno uno recibe los rayos del debilitado sol invernal con inmenso placer. Allí uno siempre se detiene y contempla extasiado, la maravilla de contrastes que el lugar ofrece mientras recibe agradecido este regalo para los ojos. Las vacas de raza “tudanca”, pastan felices y recorren los prados, seguidas del incesante sonido de sus campanos. Siempre es grato retornar a este lugar, sobre todo los dias en que el aire sopla con levedad constante y limpia los cielos tornándolos de un azul intenso.

 

“Vamos pastores vamos, vamonos a Belen…….”

La ladera se torna en fuerte pendiente, cuando reiniciamos nuestra caminata, Retomamos el antiguo camino que en desuso va perdiendo su trazado, lo que dificulta enormemente la marcha. Me detengo a buscar algún rastro de su maltrecho trazo y observo que el furtivo perro me esta mirando un poco más arriba. Doy media vuelta con la intención de contarle el suceso a Javier, pero el ya se ha dado cuenta diciéndome:

-para, para, para…….a ver qué hace, no le pierdas de vista

Asiento con la cabeza y detengo la marcha sin dejar de observar al animal

“Dime niño de quien eres……………”

-Como me gusta este perro, sino tiene dueño me le quedo, siempre he querido tener uno.

Miraba al animal como quien mira un objeto preciado, analizando la posibilidad de obtenerlo; de hacerlo suyo.

-No le pierdas de vista, a ver qué hace.

Hacia rato que vigilaba al perro con interés, observando que disfrutaba de la caminata, que era feliz en aquellos andurriales. Comió a nuestro lado otro de los chorizos y sin dejarnos un instante pero a prudente distancia, regreso a media tarde hasta el pueblo en nuestra compañía.

 

“Los pastores no son hombres, que son Ángeles del cielo…….”

Entramos de nuevo en la tienda y compramos chorizo, preguntamos a la tendera si conocía al perro, si tenía dueño. Nos dijo, con gran alegría de Javier, que estaba abandonado. Vivía frente a la tienda correteando por el pueblo persiguiendo a todos los turistas que hasta allí se acercaban.

Javier salio encantado con la noticia y me dijo:

-me lo quedo, se viene conmigo a casa; prepara un chorizo que lo subimos al coche

 

Con el embutido de señuelo, Javier trato de introducirlo en el coche. El animal temblaba como si supiera que algo en su vida, iba a cambiar de repente. Cada vez que intentaba subirlo al auto, el animal gruñía amenazadoramente, movía todo su cuerpo intentando que lo soltaran.

Afortunadamente, aquel pastor carmoniego –una especie de “Trenti” cabuernigo- se acerco hasta nosotros presa de la curiosidad y con una sonrisa franca nos dijo que nos lleváramos al perro:

-esti perru no tiene amu, necesita unu.

-si no os lu llevais, van a dalu una inyección pa matalu.

El avezado lugareño, viendo las dificultades que teníamos, elevo al animal de manera enérgica, metiéndolo en el maletero del coche y se despidió satisfecho de nosotros.

 

Alegría, alegría, alegría. Alegría, alegría y placer……………

Javier y yo partimos, felices con el mejor de los regalos, en compañía de aquel perro que el dia de nochebuena había encontrado un hogar.

 

 

 

Carmona 24 de diciembre de 2005.

 

 

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Uploaded on December 28, 2010
Taken on October 22, 2009