Fotos_Mariano_Villalba
Castillo de Coca (Castilla y León)
Situado en el extremo occidental del casco urbano y aprovechando como defensa natural uno de los meandros naturales que traza el río Voltoya a su paso por la villa, el castillo de Coca está considerado una de las obras cumbres del gótico mudéjar español, así como uno de los castillos castellanos más icónicos.
Fue mandado levantar en el año 1473 por Don Alonso de Fonseca, Tercer Señor de Coca, una vez que en 1453 el rey Juan II había otorgado su permiso para tal empresa a su tío y Arzobispo de Sevilla también llamado Alonso de Fonseca. Su artífice material fue el alarife Alí Caro, de origen musulmán, residente en Ávila y a quien también se le atribuye la construcción del castillo toledano de Casarrubios del Monte.
Tiempo después el castillo de Coca pasaría a manos de la Casa de Alba, la cual, en 1954 lo cedería al Ministerio de Agricultura con el fin de instalar en él una escuela de capacitación forestal aún a día de hoy activa. Fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1928.
Edificado en su totalidad en ladrillo salvo en saeteras y ventanas para las que se destinó material pétreo, lo primero que llama la atención del castillo caucense es que no se encuentra, como es habitual en la mayoría de fortalezas, en una posición elevada, sino que se asienta en un terreno totalmente llano y abierto a la población.
Dicha circunstancia se explica porque el de Coca, sin renunciar a unas potentes defensas, es un castillo de eminente carácter señorial y residencial.
Consta de un enorme foso abordable a través de un puente levadizo que desemboca en el primero de los dos cinturones fortificados existentes, el cual, es franqueable a través de una potente puerta enmarcada por sendos cubos ligeramente ochavados y almenados.
Este cinturón defensivo exterior, comunicado directamente con la muralla, presenta planta cuadrangular con cuatro torreones octogonales en los ángulos y dotado de pequeñas torretas y garitones de vigía en cada uno de los lienzos.
El segundo de los recintos se corresponde con el núcleo residencial de la fortificación propiamente dicho, cuyas principales estancias se articulan en torno al Patio de Armas; un espacio que en la actualidad es réplica del suntuoso patio original, desmontado y vendido por la Casa de Alba durante la primera mitad del siglo XIX.
También de planimetría cuadrangular y reforzado en varios de sus lienzos por cubos almenados, el espacio principal del castillo queda definido por cuatro potentes torres en cada uno de sus ángulos, llamadas popularmente Torre del Homenaje, Torre de Pedro Mata, Torre de la Muralla y Torre de los Peces.
La más llamativa de todas es, obviamente, la Torre el Homenaje, situada en la esquina nororiental del conjunto, dominando la población y con visibilidad directa desde su parte más elevada con las no lejanas fortalezas de Cuéllar e Íscar.
Así pues, el castillo de Coca, como hemos dicho, puede ser considerado una de las obras cumbres del gótico-mudéjar castellano, una construcción en la que el empleo del ladrillo alcanza su máxima expresión no solo con fines constructivos, sino también decorativos.
Castillo de Coca (Castilla y León)
Situado en el extremo occidental del casco urbano y aprovechando como defensa natural uno de los meandros naturales que traza el río Voltoya a su paso por la villa, el castillo de Coca está considerado una de las obras cumbres del gótico mudéjar español, así como uno de los castillos castellanos más icónicos.
Fue mandado levantar en el año 1473 por Don Alonso de Fonseca, Tercer Señor de Coca, una vez que en 1453 el rey Juan II había otorgado su permiso para tal empresa a su tío y Arzobispo de Sevilla también llamado Alonso de Fonseca. Su artífice material fue el alarife Alí Caro, de origen musulmán, residente en Ávila y a quien también se le atribuye la construcción del castillo toledano de Casarrubios del Monte.
Tiempo después el castillo de Coca pasaría a manos de la Casa de Alba, la cual, en 1954 lo cedería al Ministerio de Agricultura con el fin de instalar en él una escuela de capacitación forestal aún a día de hoy activa. Fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1928.
Edificado en su totalidad en ladrillo salvo en saeteras y ventanas para las que se destinó material pétreo, lo primero que llama la atención del castillo caucense es que no se encuentra, como es habitual en la mayoría de fortalezas, en una posición elevada, sino que se asienta en un terreno totalmente llano y abierto a la población.
Dicha circunstancia se explica porque el de Coca, sin renunciar a unas potentes defensas, es un castillo de eminente carácter señorial y residencial.
Consta de un enorme foso abordable a través de un puente levadizo que desemboca en el primero de los dos cinturones fortificados existentes, el cual, es franqueable a través de una potente puerta enmarcada por sendos cubos ligeramente ochavados y almenados.
Este cinturón defensivo exterior, comunicado directamente con la muralla, presenta planta cuadrangular con cuatro torreones octogonales en los ángulos y dotado de pequeñas torretas y garitones de vigía en cada uno de los lienzos.
El segundo de los recintos se corresponde con el núcleo residencial de la fortificación propiamente dicho, cuyas principales estancias se articulan en torno al Patio de Armas; un espacio que en la actualidad es réplica del suntuoso patio original, desmontado y vendido por la Casa de Alba durante la primera mitad del siglo XIX.
También de planimetría cuadrangular y reforzado en varios de sus lienzos por cubos almenados, el espacio principal del castillo queda definido por cuatro potentes torres en cada uno de sus ángulos, llamadas popularmente Torre del Homenaje, Torre de Pedro Mata, Torre de la Muralla y Torre de los Peces.
La más llamativa de todas es, obviamente, la Torre el Homenaje, situada en la esquina nororiental del conjunto, dominando la población y con visibilidad directa desde su parte más elevada con las no lejanas fortalezas de Cuéllar e Íscar.
Así pues, el castillo de Coca, como hemos dicho, puede ser considerado una de las obras cumbres del gótico-mudéjar castellano, una construcción en la que el empleo del ladrillo alcanza su máxima expresión no solo con fines constructivos, sino también decorativos.