Danzando al viento... / La adolescente
Frognerparken (el parque más hermoso que yo he visitado), conocido como el parque Vigeland porque hay en el más de doscientas esculturas de este artista, es el parque de las emociones. Allí está representado cualquier momento de la vida de un ser humano, desde la niñez a la vejez, desnudo de cuerpo y de alma. Consigue emocionar, verdaderamente…; pero apenas tuvimos tiempo de disfrutarlo, (desventaja de ir en grupo organizado). Volvería a Oslo solo por estar en él unas cuantas horas…
Subiré alguna foto más, de cuando en cuando, de estas maravillosas obras…
♫♪CANCIÓN PARA UNA ADOLESCENTE – Sergio Denis♫♪.
Sobre la eterna piedra del mundo tan compacto
la traza débil, fresca, de tu desnudo cuerpo.
Todo es muy duro y agrio, se rebela enemigo,
y te alzas tan joven y segura, tan tierna...
No es verdad que las flores luchen siempre calladas.
Ellas gritan su olor y se mueren temprano,
cuando tú, que eres más, sufres doble que ellas
y además mueres tarde, porque ya te marchitas.
Carmen Conde Abellán
Danzando al viento... / La adolescente
Frognerparken (el parque más hermoso que yo he visitado), conocido como el parque Vigeland porque hay en el más de doscientas esculturas de este artista, es el parque de las emociones. Allí está representado cualquier momento de la vida de un ser humano, desde la niñez a la vejez, desnudo de cuerpo y de alma. Consigue emocionar, verdaderamente…; pero apenas tuvimos tiempo de disfrutarlo, (desventaja de ir en grupo organizado). Volvería a Oslo solo por estar en él unas cuantas horas…
Subiré alguna foto más, de cuando en cuando, de estas maravillosas obras…
♫♪CANCIÓN PARA UNA ADOLESCENTE – Sergio Denis♫♪.
Sobre la eterna piedra del mundo tan compacto
la traza débil, fresca, de tu desnudo cuerpo.
Todo es muy duro y agrio, se rebela enemigo,
y te alzas tan joven y segura, tan tierna...
No es verdad que las flores luchen siempre calladas.
Ellas gritan su olor y se mueren temprano,
cuando tú, que eres más, sufres doble que ellas
y además mueres tarde, porque ya te marchitas.
Carmen Conde Abellán