El Almuerzo
Hoy yo tuve que dejar
el almuerzo en el morral.
La nieve todo cubría
y las mesas ofrecían
asiento para los ojos,
mas no para poder abrir
la mochila y su festín
a mitad de la mañana.
Mas no importa, ya habrá
otro momento en el día
para dar cuenta, ¡qué gozo!,
de suculento manjar.
No se puede despreciar
abrir los ojos, mirar
en una alegre mañana:
clara, limpia, reluciente
que guarda entre su blancura
la vida que ha de brotar
allí por entre mayo y septiembre.
Qué buen almuerzo he tenido,
que sin bajar hasta el prado
he reforzado mi mente
con ese gran alimento
que es respirar y gozar
en este albo recipiente.
¡Deja que el alma serene,
que al prado ya bajarás!
El Almuerzo
Hoy yo tuve que dejar
el almuerzo en el morral.
La nieve todo cubría
y las mesas ofrecían
asiento para los ojos,
mas no para poder abrir
la mochila y su festín
a mitad de la mañana.
Mas no importa, ya habrá
otro momento en el día
para dar cuenta, ¡qué gozo!,
de suculento manjar.
No se puede despreciar
abrir los ojos, mirar
en una alegre mañana:
clara, limpia, reluciente
que guarda entre su blancura
la vida que ha de brotar
allí por entre mayo y septiembre.
Qué buen almuerzo he tenido,
que sin bajar hasta el prado
he reforzado mi mente
con ese gran alimento
que es respirar y gozar
en este albo recipiente.
¡Deja que el alma serene,
que al prado ya bajarás!