“...que el hombre como el río...” para los que se detienen mirando el transcurrir del agua bajo los puentes… (Zo) Y
*
•Para aquellos que se embelesan contemplando los decursos de las corrientes de agua…
Evocación poético-fluvial a la vista del Río Aar (Aare) a su paso por Berna, la capital de Suiza.
El Río Aar nace en los Glaciares del Aare (Alpes Suizo-Berneses) a unos 1.900 m de altitud. Pasa por Interlaken y Thun; se pasea tranquilamente por Berna –imagen que vemos en la foto presente- y desemboca en el gran Rin. Desde la ciudad de Thun, el Aar es navegable. Forma las famosas cataratas de Reichenbach.
Los hombres o los ríos
(fragmento)
...El río es como un brazo de justicia
con su sentencia al fin: el tránsito, el ejemplo.
Y en todos los rincones de la tierra
brotan los ríos y los hombres, que fluyen y discurren,
que abocan en su mar tan sentenciado
definitiva fuente donde hundirse
con el desgarramiento de la huida.
Que el hombre, como el río, es un curso, una fuga,
un arrepentimiento que primero avasalla
y se agazapa a veces, pero sigue adelante,
en la inútil carrera del minuto a minuto.
Los hombres o los ríos, disparados,
van hacia la constancia de un camino
que les lime las rocas
y les haga contornos de dulzura....
(M. REYES F. Ríos.)
“...que el hombre como el río...” para los que se detienen mirando el transcurrir del agua bajo los puentes… (Zo) Y
*
•Para aquellos que se embelesan contemplando los decursos de las corrientes de agua…
Evocación poético-fluvial a la vista del Río Aar (Aare) a su paso por Berna, la capital de Suiza.
El Río Aar nace en los Glaciares del Aare (Alpes Suizo-Berneses) a unos 1.900 m de altitud. Pasa por Interlaken y Thun; se pasea tranquilamente por Berna –imagen que vemos en la foto presente- y desemboca en el gran Rin. Desde la ciudad de Thun, el Aar es navegable. Forma las famosas cataratas de Reichenbach.
Los hombres o los ríos
(fragmento)
...El río es como un brazo de justicia
con su sentencia al fin: el tránsito, el ejemplo.
Y en todos los rincones de la tierra
brotan los ríos y los hombres, que fluyen y discurren,
que abocan en su mar tan sentenciado
definitiva fuente donde hundirse
con el desgarramiento de la huida.
Que el hombre, como el río, es un curso, una fuga,
un arrepentimiento que primero avasalla
y se agazapa a veces, pero sigue adelante,
en la inútil carrera del minuto a minuto.
Los hombres o los ríos, disparados,
van hacia la constancia de un camino
que les lime las rocas
y les haga contornos de dulzura....
(M. REYES F. Ríos.)