Enna Garcia
¿Todos los que reciben la salvación de la cruz serán arrebatados por Dios al reino de los cielos?
Predica cristiana | ¿Todos los que reciben la salvación de la cruz serán arrebatados por Dios al reino de los cielos?
La cruz era un artefacto de tortura utilizado para la pena capital en tiempos antiguos. Después de que el Señor Jesús, que estaba libre del pecado, se sacrificó como ofrenda por el pecado y fue crucificado por la humanidad, la cruz vino a simbolizar la gracia redentora del Señor Jesús. Cuando recibimos Su salvación y venimos ante el Señor para confesar nuestros pecados y arrepentirnos, nuestros pecados son perdonados. Es decir, el Señor ya no nos ve como pecadores. Como tal, muchos de nuestros hermanos y hermanas creen que recibir la salvación de la cruz significa que ya han sido salvados, lo que significa que ya han sido ganados por Dios y cuando el Señor regrese serán arrebatados directamente al reino de los cielos. Sin embargo, ¿alguien se ha detenido a cuestionar si esta línea de pensamiento está de acuerdo con la palabra del Señor? Es cierto que hemos recibido la salvación de la cruz, pero también es innegable que todavía pecamos a menudo. ¿Realmente las personas como nosotros serán arrebatadas directamente al reino de los cielos cuando el Señor regrese?
Estoy seguro de que muchos de mis hermanos y hermanas han tenido la siguiente experiencia en sus vidas: A pesar de haber recibido la salvación de la cruz y de ser perdonados de nuestros pecados, todavía a menudo pecamos involuntariamente. No importa lo duro que tratemos de abandonar la carne y vencernos a nosotros mismos, todavía nos vemos atrapados en el círculo vicioso del pecado y la confesión y simplemente no podemos liberarnos de los lazos del pecado. Por ejemplo, en nuestras interacciones con los demás, siempre queremos estar en una posición de poder y obligar a otros a hacer lo que queramos. Cuando otras personas tienen ideas diferentes o si su pensamiento no está en línea con el nuestro, nos resistimos a ellas, las rechazamos en nuestros corazones, e incluso las juzgamos y menospreciamos. Cuando conocemos a personas con más talento que nosotros mismos, nos ponemos celosos y no podemos evitar tratar de competir con ellas y esforzarnos contra ellas por ganancias y estatus. Durante el trabajo o en los sermones, a menudo persistimos en lo mucho que hemos trabajado para el Señor y cuánto le hemos dado para exaltarnos y llamar la atención sobre nosotros mismos, sin embargo, ponemos poco énfasis en comunicar la voluntad y los requisitos de Dios. Como resultado, hacemos que nuestros hermanos y hermanas nos adoren y admiren y luego no hay lugar para Dios en sus corazones. A menudo, no podemos evitar que mintamos y engañemos para proteger nuestro propio interés, reputación y estatus, por lo tanto no somo el pueblo honesto que Dios requiere que seamos. Si bien podemos abandonar todo para servir a Dios y trabajar incansablemente, cuando nos encontramos con alguna tragedia o nuestros intereses se ven comprometidos, todavía nos quejamos de Dios y malinterpretamos a Él, o incluso queremos dejar nuestro ministerio. Estos ejemplos abundan. Dado que a menudo pecamos e incluso nos rebelamos contra Dios y nos resistimos a Él, ¿cómo esperamos que lo ganemos a Él o que lleguemos directamente al reino de los cielos?
Continuará… www.biblia-es.org/arrebatados-por-Dios-al-reino-de-los-ci...
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¿Todos los que reciben la salvación de la cruz serán arrebatados por Dios al reino de los cielos?
Predica cristiana | ¿Todos los que reciben la salvación de la cruz serán arrebatados por Dios al reino de los cielos?
La cruz era un artefacto de tortura utilizado para la pena capital en tiempos antiguos. Después de que el Señor Jesús, que estaba libre del pecado, se sacrificó como ofrenda por el pecado y fue crucificado por la humanidad, la cruz vino a simbolizar la gracia redentora del Señor Jesús. Cuando recibimos Su salvación y venimos ante el Señor para confesar nuestros pecados y arrepentirnos, nuestros pecados son perdonados. Es decir, el Señor ya no nos ve como pecadores. Como tal, muchos de nuestros hermanos y hermanas creen que recibir la salvación de la cruz significa que ya han sido salvados, lo que significa que ya han sido ganados por Dios y cuando el Señor regrese serán arrebatados directamente al reino de los cielos. Sin embargo, ¿alguien se ha detenido a cuestionar si esta línea de pensamiento está de acuerdo con la palabra del Señor? Es cierto que hemos recibido la salvación de la cruz, pero también es innegable que todavía pecamos a menudo. ¿Realmente las personas como nosotros serán arrebatadas directamente al reino de los cielos cuando el Señor regrese?
Estoy seguro de que muchos de mis hermanos y hermanas han tenido la siguiente experiencia en sus vidas: A pesar de haber recibido la salvación de la cruz y de ser perdonados de nuestros pecados, todavía a menudo pecamos involuntariamente. No importa lo duro que tratemos de abandonar la carne y vencernos a nosotros mismos, todavía nos vemos atrapados en el círculo vicioso del pecado y la confesión y simplemente no podemos liberarnos de los lazos del pecado. Por ejemplo, en nuestras interacciones con los demás, siempre queremos estar en una posición de poder y obligar a otros a hacer lo que queramos. Cuando otras personas tienen ideas diferentes o si su pensamiento no está en línea con el nuestro, nos resistimos a ellas, las rechazamos en nuestros corazones, e incluso las juzgamos y menospreciamos. Cuando conocemos a personas con más talento que nosotros mismos, nos ponemos celosos y no podemos evitar tratar de competir con ellas y esforzarnos contra ellas por ganancias y estatus. Durante el trabajo o en los sermones, a menudo persistimos en lo mucho que hemos trabajado para el Señor y cuánto le hemos dado para exaltarnos y llamar la atención sobre nosotros mismos, sin embargo, ponemos poco énfasis en comunicar la voluntad y los requisitos de Dios. Como resultado, hacemos que nuestros hermanos y hermanas nos adoren y admiren y luego no hay lugar para Dios en sus corazones. A menudo, no podemos evitar que mintamos y engañemos para proteger nuestro propio interés, reputación y estatus, por lo tanto no somo el pueblo honesto que Dios requiere que seamos. Si bien podemos abandonar todo para servir a Dios y trabajar incansablemente, cuando nos encontramos con alguna tragedia o nuestros intereses se ven comprometidos, todavía nos quejamos de Dios y malinterpretamos a Él, o incluso queremos dejar nuestro ministerio. Estos ejemplos abundan. Dado que a menudo pecamos e incluso nos rebelamos contra Dios y nos resistimos a Él, ¿cómo esperamos que lo ganemos a Él o que lleguemos directamente al reino de los cielos?
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