Jorge Salas Cid
Con su babero
Era un gris día de invierno, la escasa luz que filtraba el cielo nublado se reflejaba en el blanco manto que cubría el suelo del hayedo.
El repentino ladrido de un macho de corzo rompe el omnipresente silencio que reina en un remoto rincón de la c. cantábrica en su vertiente asturiana.
El pequeño cérvido aparece en un claro del bosque proveniente de la espesura del hayedo, tiene intención de escarbar la nieve en busca de alguna herbácea que llevarse a la boca. Los ungulados tienen que superar unas duras condiciones en los crudos inviernos.
Muestra su cuerna en plena regeneración y viste su abrigado y tupido pelaje invernal con esos tonos marrón-grisáceos entre los que destacan unas manchas blanquecinas en cuello y garganta, que en algunas zonas suelen denominar “babero”.
Con su babero
Era un gris día de invierno, la escasa luz que filtraba el cielo nublado se reflejaba en el blanco manto que cubría el suelo del hayedo.
El repentino ladrido de un macho de corzo rompe el omnipresente silencio que reina en un remoto rincón de la c. cantábrica en su vertiente asturiana.
El pequeño cérvido aparece en un claro del bosque proveniente de la espesura del hayedo, tiene intención de escarbar la nieve en busca de alguna herbácea que llevarse a la boca. Los ungulados tienen que superar unas duras condiciones en los crudos inviernos.
Muestra su cuerna en plena regeneración y viste su abrigado y tupido pelaje invernal con esos tonos marrón-grisáceos entre los que destacan unas manchas blanquecinas en cuello y garganta, que en algunas zonas suelen denominar “babero”.