Jesús Nicolás Sánchez
Amanece
A lo largo del año se suceden desde que la vida es vida una serie de acontecimientos naturales que acaban marcando el paso inexorable de las estaciones del año y que para un fotógrafo de vida salvaje se acaban convirtiendo en la herramienta perfecta para plasmar, no solo esa vida natural, sino, además, ese mismo paso del tiempo, ancestral e inmutable. Con la llegada del otoño los bandos de grullas (Grus grus) regresan a sus cuarteles de invierno y nos ayudan a describir el transcurrir lento pero imparable de las manecillas del reloj, lo mismo que, a menor escala, el amanecer de la nueva jornada. Generaciones de seres habremos nacido y muerto infinitas veces, mientras el tiempo avanza. El tic-tac del reloj se transforma así en los latidos de la vida. Como cada año los bandos de grullas regresan a las dehesas españolas y portuguesas en busca de un clima más benigno y un puñado de bellotas. Este bando fotografiado en tierras salmantinas inicia como cada mañana su jornada laboral entre las encinas de una dehesa cualquiera del Campo Charro. Amanece tranquilo y apacible un nuevo día, soleado y amable, marcando sin darnos cuenta el propio paso del tiempo.
Amanece
A lo largo del año se suceden desde que la vida es vida una serie de acontecimientos naturales que acaban marcando el paso inexorable de las estaciones del año y que para un fotógrafo de vida salvaje se acaban convirtiendo en la herramienta perfecta para plasmar, no solo esa vida natural, sino, además, ese mismo paso del tiempo, ancestral e inmutable. Con la llegada del otoño los bandos de grullas (Grus grus) regresan a sus cuarteles de invierno y nos ayudan a describir el transcurrir lento pero imparable de las manecillas del reloj, lo mismo que, a menor escala, el amanecer de la nueva jornada. Generaciones de seres habremos nacido y muerto infinitas veces, mientras el tiempo avanza. El tic-tac del reloj se transforma así en los latidos de la vida. Como cada año los bandos de grullas regresan a las dehesas españolas y portuguesas en busca de un clima más benigno y un puñado de bellotas. Este bando fotografiado en tierras salmantinas inicia como cada mañana su jornada laboral entre las encinas de una dehesa cualquiera del Campo Charro. Amanece tranquilo y apacible un nuevo día, soleado y amable, marcando sin darnos cuenta el propio paso del tiempo.