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La Batalla de Tetuán (1862-1866). Mariano Fortuny. Museu Nacional d’Art de Catalunya. The Battle of Tetouan

Hasta el momento en que Fortuny recibió el encargo, en 1860, de la Diputación de Barcelona para ir a Marruecos a retratar las hazañas de los ejércitos españoles, y especialmente de los destacamentos catalanes al mando del general Prim, sobre la contienda norteafricana, había sido un aprendiz formado en primer lugar en Reus con el pintor Domènec Soberano (1825-1909) y, más tarde, a partir de 1852, en la Escuela de Llotja de Barcelona, donde se introdujo en la órbita del nazarenismo al convertirse en discípulo de Claudio Lorenzale (1815-1889).

Al margen de estas circunstancias, la estancia en Tetuán le descubrió el mundo islámico, que le llevaría al cultivo de la pintura de género orientalista. Además, como le sucedió a Eugène Delacroix (1798-1863), a Eugène Fromentin (1820-1876) y a muchos otros artistas, la luz meridional afectó a su estilo, hasta aquel momento aún un tanto académico y de tonalidades neutras, algo bituminosas. A partir de entonces se transformó gradualmente en un lenguaje más vigoroso y expresivo, de colores más luminosos y de claroscuros acentuados. Ayudó al cambio, sin duda, el continuado y perseverante ejercicio diario de captar la realidad in situ para poder trasladarla posteriormente al cuadro, en su estudio. Los apuntes tomados del natural le obligaban a adentrarse, mediante la observación atenta, en los matices y las peculiaridades visuales de aquellas tierras y lo conducirían a dejar de lado muchas fórmulas de taller.

En realidad, la obra se convirtió en un reto fallido para su autor, en un desengaño que no llegó nunca a finalizar. En todo caso, resulta una obra embriagadora por su movimiento, colorido y la manera de introducir al espectador en una batalla de la que se vuelve casi partícipe; por no hablar de la economía de medios, ya que con simples “brochazos”, casi esbozos, y una pincelada esponjosa es capaz de transmitir un realismo inmediato.

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Until the moment when Fortuny received the commission, in 1860, from the Diputación de Barcelona to go to Morocco to portray the exploits of the Spanish armies, and especially of the Catalan detachments under the command of General Prim, on the North African conflict, had been an apprentice trained first in Reus with the painter Domènec Soberano (1825-1909) and later, from 1852, at the Llotja School in Barcelona, where he was introduced to the orbit of Nazareneism by becoming a disciple of Claudio Lorenzale (1815-1889).

Apart from these circumstances, his stay in Tetouan discovered for him the Islamic world, which would lead him to the cultivation of orientalist painting. Moreover, as happened to Eugène Delacroix (1798-1863), Eugène Fromentin (1820-1876) and many other artists, the southern light affected his style, which up to that time was still somewhat academic and of neutral, somewhat bituminous tones. From then on it gradually became a more vigorous and expressive language, with brighter colours and accentuated chiaroscuro. The continuous and persevering daily exercise of capturing reality in situ in order to be able to transfer it later to the painting, in his studio, helped the change. The notes taken from nature forced him to enter, through careful observation, the nuances and visual peculiarities of those lands and would lead him to leave aside many workshop formulas.

In reality, the work became a failed challenge for its author, a disappointment that never came to an end. In any case, it is an intoxicating work because of its movement, colour and the way it introduces the spectator into a battle in which he becomes almost a participant; not to mention the economy of means, since with simple "brushstrokes", almost sketches, and a spongy brushstroke he is capable of transmitting an immediate realism.

 

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Uploaded on January 19, 2020
Taken on October 15, 2019