Antonio Ventaja
La Virgen y el Niño con santa Catalina y ángeles (1490). Francesco di Giorgio Martini. Museu Nacional d’Art de Catalunya
Colección Thyssen-Bornemisza en depósito en el Museu Nacional d'Art de Catalunya.
Giorgio Vasari recoge en sus Vidas la de este escultor y arquitecto sienés que, además, ejerció de ingeniero, iluminador de manuscritos, escritor, tratadista y pintor, como podemos apreciar en esta tabla con la Virgen y el Niño. Vasari comenta que cultivó la escultura, más por diversión y placer que por otros motivos, y que experimentó con la pintura, arte en el que nunca superó sus creaciones como escultor y arquitecto; según este autor, si Franceso di Giorgio Martini se hubiera dedicado sólo a la escultura, su fama habría sido eterna. El artista también tuvo tiempo para asumir labores administrativas en su ciudad natal, formando parte, en 1480, del Consejo de Siena.
Esta tabla, que perteneció a una colección privada florentina, permaneció inédita hasta su publicación, en 1969, en el catálogo de la colección Thyssen-Bornemisza.
Según parece, a principios de los años sesenta, la tabla, que fue adquirida en 1965, no se encontraba en muy buenas condiciones de conservación. De acuerdo con un informe conservado en el Archivo del Museo, el fondo estaba repintado en negro, cubriendo totalmente el paño que sirve de telón a la escena, y la superficie pictórica tenía, además, problemas de adherencia en algunas zonas. Estas condiciones motivaron, en 1964, una intervención en la pintura.
Los rostros de las figuras de nuestra tabla son característicos de Francesco di Giorgio: apuntados, de tez pálida y blanquecina, con una barbilla que acentúa su forma. Se puede apreciar sin dificultad en el rostro de santa Catalina de Siena, situada a nuestra izquierda, con el lirio en sus manos, cuya toca intensifica, todavía más, esa triangularidad. Otro detalle del estilo del pintor es la ejecución de las manos, especialmente los dedos, que, finos y elegantes en el caso de la Virgen, cogen con suaves movimientos al Niño, en la santa sostienen el tallo o se posan con delicadeza en las telas, como también vemos en el Niño.
(Mar Borobia)
La Virgen y el Niño con santa Catalina y ángeles (1490). Francesco di Giorgio Martini. Museu Nacional d’Art de Catalunya
Colección Thyssen-Bornemisza en depósito en el Museu Nacional d'Art de Catalunya.
Giorgio Vasari recoge en sus Vidas la de este escultor y arquitecto sienés que, además, ejerció de ingeniero, iluminador de manuscritos, escritor, tratadista y pintor, como podemos apreciar en esta tabla con la Virgen y el Niño. Vasari comenta que cultivó la escultura, más por diversión y placer que por otros motivos, y que experimentó con la pintura, arte en el que nunca superó sus creaciones como escultor y arquitecto; según este autor, si Franceso di Giorgio Martini se hubiera dedicado sólo a la escultura, su fama habría sido eterna. El artista también tuvo tiempo para asumir labores administrativas en su ciudad natal, formando parte, en 1480, del Consejo de Siena.
Esta tabla, que perteneció a una colección privada florentina, permaneció inédita hasta su publicación, en 1969, en el catálogo de la colección Thyssen-Bornemisza.
Según parece, a principios de los años sesenta, la tabla, que fue adquirida en 1965, no se encontraba en muy buenas condiciones de conservación. De acuerdo con un informe conservado en el Archivo del Museo, el fondo estaba repintado en negro, cubriendo totalmente el paño que sirve de telón a la escena, y la superficie pictórica tenía, además, problemas de adherencia en algunas zonas. Estas condiciones motivaron, en 1964, una intervención en la pintura.
Los rostros de las figuras de nuestra tabla son característicos de Francesco di Giorgio: apuntados, de tez pálida y blanquecina, con una barbilla que acentúa su forma. Se puede apreciar sin dificultad en el rostro de santa Catalina de Siena, situada a nuestra izquierda, con el lirio en sus manos, cuya toca intensifica, todavía más, esa triangularidad. Otro detalle del estilo del pintor es la ejecución de las manos, especialmente los dedos, que, finos y elegantes en el caso de la Virgen, cogen con suaves movimientos al Niño, en la santa sostienen el tallo o se posan con delicadeza en las telas, como también vemos en el Niño.
(Mar Borobia)