_Moments_
_
Incluso los manuales de psicología suelen contener afirmaciones como que las cosas les van mejor en la vida a las personas que tienen una autoestima elevada, o que la ausencia de ésta es el indicio más claro de un trastorno de la personalidad. Tan rosada manera de ver las cosas ha sido reducida al absurdo (...) estudios empíricos realizados durante los últimos treinta años, según (...) el pontífice de las investigaciones sobre la autoestima. “Aunque sea una gran decepción también para mí, debo declarar que las afirmaciones entusiastas en relación con la autoestima forman parte de la literatura fantástica y de ficción. Los efectos del sentimiento de autoestima son minúsculos y limitados, y ni siquiera puede asegurarse que sean positivos”. (...) Y también el profesor de psicología Robyn M. Dawes, de la universidad Carniegie-Mellon, asevera que “no tenemos el menor indicio científico de que las personas muestren una conducta más deseable cuando albergan sentimientos positivos en cuanto a sí mismas; ni tampoco está demostrado lo contrario, que hagan cosas indeseables cuando se consideran a sí mismas negativamente”.
(...) La idea fundamental, más o menos explicita, es que los individuos agresivos tratan de compensar con la brutalidad el sentimiento de su escasa valía como personas. Hay muchos hechos que, sin embargo, no encajan en ese esquema, y además son conocidos desde siempre. Ante todo, que hasta un 90% de los delitos violentos son perpetrados por hombres, pese a que éstos tienen la autoestima (algo) más alta que las mujeres, según los test. Y los depresivos, que tienen la autoestima bajísima, son los menos propensos a conductas violentas, si bien tienden a salirse de sus casillas durante la fase maníaca, que es cuando la autoestima habitualmente deprimida experimenta un subidón patológico determinado por su trastorno bipolar. También se sabe desde hace tiempo que uno de cada dos delincuentes convictos es un sociópata con una idea grotescamente exagerada de su propia valía.
(...) Cuando más convencidas están las personas de sus cualidades, mayores los riesgos que asumen.
(...) Según Baumeister hay situaciones en que la acción de la autoestima viene a ser como echar leña al fuego, y podríamos considerarla el origen de las grandes atrocidades colectivas de la Historia: los regímenes totalitarios, como el nazismo, no cometieron crímenes contra la humanidad porque los jefes padeciesen ninguna duda en cuanto a su propia valía, sino todo lo contrario, porque se creían superiores y juzgaban inferiores a los demás. Como tampoco son sentimientos de inferioridad los que caracterizan a mafiosos y seguidores del Ku-Klux-Klan, sino una conciencia por encima del bien y del mal.
(...) Los resultados demostraron que las personas con mucha autoestima no son dadas a confesar defectos ni rasgos negativos. Como mucho, admiten defectos de carácter de tipo ambivalente, como puede ser el perfeccionismo. Los sujetos con el amor propio estropeado, en cambio, admitieron sin ambages los lados oscuros de su personalidad, por ejemplo un carácter inestable y tornadizo.
(...) Los humanos seleccionamos entre las informaciones y exageramos adrede las que corroboran nuestros juicios previos, sean del signo que sean. (...) La mayoría de los muy seguros de sí mismos eligieron el dictamen halagador. En cambio, dos de cada tres personas de baja autoestima leyeron el informe que resaltaba sus defectos, los depresivos incluso en proporción de un 82%. Así pues, los primeros disfrutaban ocupándose de sus puntos fuertes, mientras que los segundos prefirieron enterarse de sus debilidades personales.
(Falacias de la psicología) Rolf Degen
_
Incluso los manuales de psicología suelen contener afirmaciones como que las cosas les van mejor en la vida a las personas que tienen una autoestima elevada, o que la ausencia de ésta es el indicio más claro de un trastorno de la personalidad. Tan rosada manera de ver las cosas ha sido reducida al absurdo (...) estudios empíricos realizados durante los últimos treinta años, según (...) el pontífice de las investigaciones sobre la autoestima. “Aunque sea una gran decepción también para mí, debo declarar que las afirmaciones entusiastas en relación con la autoestima forman parte de la literatura fantástica y de ficción. Los efectos del sentimiento de autoestima son minúsculos y limitados, y ni siquiera puede asegurarse que sean positivos”. (...) Y también el profesor de psicología Robyn M. Dawes, de la universidad Carniegie-Mellon, asevera que “no tenemos el menor indicio científico de que las personas muestren una conducta más deseable cuando albergan sentimientos positivos en cuanto a sí mismas; ni tampoco está demostrado lo contrario, que hagan cosas indeseables cuando se consideran a sí mismas negativamente”.
(...) La idea fundamental, más o menos explicita, es que los individuos agresivos tratan de compensar con la brutalidad el sentimiento de su escasa valía como personas. Hay muchos hechos que, sin embargo, no encajan en ese esquema, y además son conocidos desde siempre. Ante todo, que hasta un 90% de los delitos violentos son perpetrados por hombres, pese a que éstos tienen la autoestima (algo) más alta que las mujeres, según los test. Y los depresivos, que tienen la autoestima bajísima, son los menos propensos a conductas violentas, si bien tienden a salirse de sus casillas durante la fase maníaca, que es cuando la autoestima habitualmente deprimida experimenta un subidón patológico determinado por su trastorno bipolar. También se sabe desde hace tiempo que uno de cada dos delincuentes convictos es un sociópata con una idea grotescamente exagerada de su propia valía.
(...) Cuando más convencidas están las personas de sus cualidades, mayores los riesgos que asumen.
(...) Según Baumeister hay situaciones en que la acción de la autoestima viene a ser como echar leña al fuego, y podríamos considerarla el origen de las grandes atrocidades colectivas de la Historia: los regímenes totalitarios, como el nazismo, no cometieron crímenes contra la humanidad porque los jefes padeciesen ninguna duda en cuanto a su propia valía, sino todo lo contrario, porque se creían superiores y juzgaban inferiores a los demás. Como tampoco son sentimientos de inferioridad los que caracterizan a mafiosos y seguidores del Ku-Klux-Klan, sino una conciencia por encima del bien y del mal.
(...) Los resultados demostraron que las personas con mucha autoestima no son dadas a confesar defectos ni rasgos negativos. Como mucho, admiten defectos de carácter de tipo ambivalente, como puede ser el perfeccionismo. Los sujetos con el amor propio estropeado, en cambio, admitieron sin ambages los lados oscuros de su personalidad, por ejemplo un carácter inestable y tornadizo.
(...) Los humanos seleccionamos entre las informaciones y exageramos adrede las que corroboran nuestros juicios previos, sean del signo que sean. (...) La mayoría de los muy seguros de sí mismos eligieron el dictamen halagador. En cambio, dos de cada tres personas de baja autoestima leyeron el informe que resaltaba sus defectos, los depresivos incluso en proporción de un 82%. Así pues, los primeros disfrutaban ocupándose de sus puntos fuertes, mientras que los segundos prefirieron enterarse de sus debilidades personales.
(Falacias de la psicología) Rolf Degen