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— En 1959, después de haber pasado tres meses en aquella leprosería del Congo, tuve un sueño. Soñé con un leproso en Suecia —sí, en Suecia, no en Noruega... Iba a ver a un viejo profesor de Medicina, que le cerraba la puerta en las narices, aconsejándole que fuera a un hospital. El leproso imploraba su ayuda: se iba a quedar sin trabajo si la gente se enteraba de su enfermedad... El profesor, muy severo, respondía que las leyes suecas no le permitían atender leprosos fuera de un hospital.

Entonces, el desgraciado vuelve por la noche a llamar a la puerta de herr Professor. Y, de pronto, todo había cambiado: un oficial había ido por allí aquel mismo día y le había dicho al médico: «Mire, vamos a dar una fiesta a nuestro general, que cumple sesenta y dos años y se retira. La ley sueca prohíbe los juegos de azar, y nosotros querríamos transformar su casa en un casino, sólo por esta noche. Seguro que le gustaría mucho al general, que iba a menudo a jugar a la ruleta a Montecarlo. Nosotros nos ocuparemos de todo, traeremos una orquesta, instalaremos las mesas, sólo por esta noche. ¡Le gustaría tanto a nuestro viejo general!» Y el profesor les dijo que sí. Y mientras el leproso se arrastraba por los campos, de noche, para ver al profesor y suplicar que le curara en secreto, la casa se había transformado. Luces, risas, humo de puros... Entonces, mientras hacían saltar alegremente el tapón de una botella de champán, el leproso se pegó un tiro en la sien.

Yo me pregunté, pensando en este sueño de un país extraño: «¿Quién soy yo, el profesor o el leproso?» Un poco los dos, creo.

(El otro y su doble Graham Greene, págs. 30 y 31) Conversaciones Marie-Francoise Allain

 

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Uploaded on January 17, 2025
Taken on March 23, 2022