_Moments_
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Los medios de comunicación suscitan una familiaridad y proximidad con las cosas y las personas, pero no permiten ver la otra cara de la realidad: su manufactura, su carácter de mediación construida, su superficialidad. La visibilidad y transparencia de los medios producen una ceguera específica: la profusión de imágenes y palabras saturan con una masa indiferenciada de hechos brutos, mediante una superficie espesa sobre un fondo indiferenciado que desorienta. En la era de lo visual, el secreto, lo invisible, está omnipresente en la ubicuidad de lo obvio.
(...) Esta posibilidad de manipulación se corresponde perfectamente con la experiencia cotidiana de que hay cosas que se alejan porque están demasiado próximas y realidades que se convierten en algo extraño a causa de su inmediata familiaridad. Del mismo modo que el ruido entorpece la comunicación, la profusión de imágenes puede enmascarar la realidad. Ante esta posibilidad, el ideal democrático de transparencia ha de ser reformulado para hacer frente a la ideología de la transparencia y al uso estratégico de la visibilidad. Nuestro gran enemigo no es el secreto, la ocultación o la intriga, sino la banalidad; no debería inquietarnos lo oculto, sino lo demasiado visible. No vivimos, por lo tanto, en la época del final del secreto, sino en la época del final de la oposición entre lo oculto y lo manifiesto tal y como hasta ahora la hemos conocido.
(La sociedad invisible, págs. 53 y 54) Daniel Innerarity
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Los medios de comunicación suscitan una familiaridad y proximidad con las cosas y las personas, pero no permiten ver la otra cara de la realidad: su manufactura, su carácter de mediación construida, su superficialidad. La visibilidad y transparencia de los medios producen una ceguera específica: la profusión de imágenes y palabras saturan con una masa indiferenciada de hechos brutos, mediante una superficie espesa sobre un fondo indiferenciado que desorienta. En la era de lo visual, el secreto, lo invisible, está omnipresente en la ubicuidad de lo obvio.
(...) Esta posibilidad de manipulación se corresponde perfectamente con la experiencia cotidiana de que hay cosas que se alejan porque están demasiado próximas y realidades que se convierten en algo extraño a causa de su inmediata familiaridad. Del mismo modo que el ruido entorpece la comunicación, la profusión de imágenes puede enmascarar la realidad. Ante esta posibilidad, el ideal democrático de transparencia ha de ser reformulado para hacer frente a la ideología de la transparencia y al uso estratégico de la visibilidad. Nuestro gran enemigo no es el secreto, la ocultación o la intriga, sino la banalidad; no debería inquietarnos lo oculto, sino lo demasiado visible. No vivimos, por lo tanto, en la época del final del secreto, sino en la época del final de la oposición entre lo oculto y lo manifiesto tal y como hasta ahora la hemos conocido.
(La sociedad invisible, págs. 53 y 54) Daniel Innerarity