_Moments_
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Una conquista hecha por los indígenas (150 000 indígenas en el ejército que al mando de Cortés tomó Tenochtitlan), una independencia hecha por criollos, es decir, por españoles, una revolución ganada por aristócratas (como Madero, Carranza y Obregón), un país conservador que honra a sus próceres liberales, un pueblo guadalupano que alaba el laicismo, una democracia sin demócratas y una partidocracia sin ciudadanos… más o menos así de torcido está México.
Los mexicanos tenemos arraigado en el inconsciente (porque memoria no tenemos) que descendemos de los aztecas y nos conquistaron los españoles, que nuestro pasado fue glorioso, que hubo una memorable guerra de independencia de 11 años, que el traidor de Santa Anna nos vendió, que los pobres son buenos y los ricos son malos, que Juárez fue el pastorcito que llegó a presidente y Porfirio Díaz fue un terrible dictador que sometió al pueblo, pero que tuvimos una gloriosa revolución que lo quitó del poder y nos llevó a la modernidad y a la justicia social.
Ese discurso es la estructura mítica y falsa de nuestra historia que nos esconde que no descendemos de los aztecas, que España no conquistó México, que la independencia se dio más por azar, casualidad y coyuntura que por un plan, que México existe a pesar de su revolución y no gracias a ella… y que México nunca ha tenido un pueblo unido o un proyecto de nación. Con el pasado que nos han construido no tenemos futuro, es por eso que es hora de construir otro, no basado en dogmas históricos sino en la reflexión y la lógica, dos cosas que el régimen posrevolucionario trató de arrancar de la mente del mexicano.
El problema es que los mitos son como las mentiras, cuando se cuenta una es necesario organizar toda una maraña que le dé sustento. Así pasa con nuestra historia; está basada en una serie de mitos fundamentales, y cada uno de ellos necesita otra serie de mitos menores que sustenten al fundamental…, aunque quizás fue al revés, tal vez al crear tanto y tanto mito fue necesario construir algunos pilares, por falsos que sean, que den soporte a un edificio que se sostiene en el aire.
(...)
Este mito es una idea que nos ancla a la conquista y al eterno discurso de los que necesitan justificar las carencias de México; la idea fundamental es que todo era perfecto en el mundo indígena antes de que llegaran los españoles; no había ni corrupción ni enfermedades y todo era prosperidad y felicidad. Bajo este esquema, la llegada de los españoles truncó ese pasado extraordinario y dio origen a todas nuestras tragedias; de ahí que cinco siglos después aún nos lamentemos.
Este megamito del indígena mágico está compuesto por otros tantos, entre ellos, que México tiene 3 000 años de historia, cuando en realidad, si entendemos que México es un país mestizo, fusión de lo indígena y lo español (la prueba es que hablamos español), entonces tenemos que aceptar que México no puede existir antes de la llegada de Cortés en 1519. Sólo podemos hablar de un México con una historia de tres milenios si nos robamos la historia de Mesoamérica y la pretendemos nuestra; pero ni los olmecas, ni los toltecas, ni los mayas, ni los aztecas antiguos eran mexicanos: eran olmecas, toltecas, mayas y aztecas.
(Los mitos que nos dieron traumas)
Juan Miguel Zunzunegui
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Una conquista hecha por los indígenas (150 000 indígenas en el ejército que al mando de Cortés tomó Tenochtitlan), una independencia hecha por criollos, es decir, por españoles, una revolución ganada por aristócratas (como Madero, Carranza y Obregón), un país conservador que honra a sus próceres liberales, un pueblo guadalupano que alaba el laicismo, una democracia sin demócratas y una partidocracia sin ciudadanos… más o menos así de torcido está México.
Los mexicanos tenemos arraigado en el inconsciente (porque memoria no tenemos) que descendemos de los aztecas y nos conquistaron los españoles, que nuestro pasado fue glorioso, que hubo una memorable guerra de independencia de 11 años, que el traidor de Santa Anna nos vendió, que los pobres son buenos y los ricos son malos, que Juárez fue el pastorcito que llegó a presidente y Porfirio Díaz fue un terrible dictador que sometió al pueblo, pero que tuvimos una gloriosa revolución que lo quitó del poder y nos llevó a la modernidad y a la justicia social.
Ese discurso es la estructura mítica y falsa de nuestra historia que nos esconde que no descendemos de los aztecas, que España no conquistó México, que la independencia se dio más por azar, casualidad y coyuntura que por un plan, que México existe a pesar de su revolución y no gracias a ella… y que México nunca ha tenido un pueblo unido o un proyecto de nación. Con el pasado que nos han construido no tenemos futuro, es por eso que es hora de construir otro, no basado en dogmas históricos sino en la reflexión y la lógica, dos cosas que el régimen posrevolucionario trató de arrancar de la mente del mexicano.
El problema es que los mitos son como las mentiras, cuando se cuenta una es necesario organizar toda una maraña que le dé sustento. Así pasa con nuestra historia; está basada en una serie de mitos fundamentales, y cada uno de ellos necesita otra serie de mitos menores que sustenten al fundamental…, aunque quizás fue al revés, tal vez al crear tanto y tanto mito fue necesario construir algunos pilares, por falsos que sean, que den soporte a un edificio que se sostiene en el aire.
(...)
Este mito es una idea que nos ancla a la conquista y al eterno discurso de los que necesitan justificar las carencias de México; la idea fundamental es que todo era perfecto en el mundo indígena antes de que llegaran los españoles; no había ni corrupción ni enfermedades y todo era prosperidad y felicidad. Bajo este esquema, la llegada de los españoles truncó ese pasado extraordinario y dio origen a todas nuestras tragedias; de ahí que cinco siglos después aún nos lamentemos.
Este megamito del indígena mágico está compuesto por otros tantos, entre ellos, que México tiene 3 000 años de historia, cuando en realidad, si entendemos que México es un país mestizo, fusión de lo indígena y lo español (la prueba es que hablamos español), entonces tenemos que aceptar que México no puede existir antes de la llegada de Cortés en 1519. Sólo podemos hablar de un México con una historia de tres milenios si nos robamos la historia de Mesoamérica y la pretendemos nuestra; pero ni los olmecas, ni los toltecas, ni los mayas, ni los aztecas antiguos eran mexicanos: eran olmecas, toltecas, mayas y aztecas.
(Los mitos que nos dieron traumas)
Juan Miguel Zunzunegui