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Tocqueville no niega el egoísmo de las aristocracias y su escaso interés por el bien colectivo pero subraya su espontáneo sacrificio por otros hombres y por valores colectivos transmitidos por la tradición. Las sociedades aristocráticas son heroicas; recordemos la fidelidad del vasallo por su señor, del guerrero por su fe. Estas actitudes han desaparecido casi completamente en el mundo moderno. En las sociedades democráticas, en las que el cambio es continuo, los lazos que atan al individuo con sus antepasados se desvanecen y aquellos que lo ligan con sus conciudadanos se relajan. La indiferencia (yo agregaría: la envidia) es uno de los grandes defectos de las sociedades democráticas. El individualismo más feroz -es extraño pero real- se asocia estrechamente con otra de las características de las democracias actuales: el igualitarismo. Tocqueville concluye: "la democracia no sólo hace que cada hombre olvide a sus antepasados sino que substrae a sus descendientes y los separa de sus contemporáneos: lo arroja para siempre en sí mismo y, al final, lo encierra enteramente en la soledad de su propia alma". Profecía que se ha cumplido cabalmente en nuestros días.

Las sociedades modernas me repelen por partida doble. Por una parte, han convertido a los hombres -una especie en la que cada individuo, según todas las filosofías y religiones, es un ser único- en una masa homogénea; los modernos parecen todos salidos de una fábrica y no de una matriz. Por otra, han hecho un solitario de cada uno de esos seres. Las democracias capitalistas no han creado la igualdad sino la uniformidad y han substituido la fraternidad por la lucha permanente entre los individuos. Nos escandaliza el cinismo de los emperadores romanos que le daban al pueblo "pan y circo", pero ¿qué es lo que hacen hoy la televisión y los llamados "ministerios de cultura"? Se creía que a medida que se ampliase la esfera privada y el individuo tuviese más tiempo libre para sí, aumentaría el culto a las artes, la lectura y la meditación. Hoy nos damos cuenta que el hombre no sabe qué hacer con su tiempo, se ha convertido en el esclavo de diversiones en general estúpidas y las horas que no dedica al lucro las consagra a un hedonismo fácil. No repruebo el culto al placer; lamento la vulgaridad general.

(Vislumbres de la India) Octavio Paz

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Uploaded on August 30, 2024
Taken on September 26, 2021