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Durante las elecciones, no hay forma de encontrar la razón por ninguna parte.

(...) Los candidatos actúan impulsados por el interés privado. Lo que quieren es poder, dinero o satisfacer su idealismo. Además, recurren a todos los registros de la retórica: juegan con los miedos, la frustración, la avaricia, en definitiva, con los sentimientos de los electores.

Los electores no son mejores. Se dejan por criterios individuales, anarquistas y egoístas, más que democráticos. Además se dejan arrastrar por sus emociones. Son sensibles a la demagogia y a todas las formas de provocación. Un hecho imprevisto o manipulado, como por ejemplo un escándalo poco antes de las elecciones, puede determinar el futuro del país. Además, ¿quién se preocupa de leerse los programas de partido, salvo los profesionales de la política?

(...) Por consiguiente, la idiotez no es un alegato en contra de la democracia, al contrario: la democracia existe en virtud de la idiotez. La búsqueda de una racionalidad completa conlleva medidas antidemocráticas. La democracia sólo tiene éxito en el fracaso, en los intentos vanos de ser una democracia pura. Pero ello fingimos que las elecciones son el momento cumbre de la democracia.

La democracia es una ficción. En la realidad sólo existen los idiotas antisociales. Pero sin la ficción de la democracia, nunca existiría la democracia real. La democracia es la apariencia de democracia.

La estupidez impera cuando todo el mundo cree realmente que existe la democracia y que las elecciones constituyen su punto culminante.

(Enciclopedia de la estupidez, págs. 148 y 149) Matthijs van Boxsel

 

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Uploaded on April 12, 2024