_Moments_
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Entonces me confesé a mí mismo mis errores. La vida no es más que el cumplimiento de una pena, me dije, y tienes que soportar el cumplimiento de esa pena. Durante toda la vida. El mundo es un establecimiento penitenciario con muy poca libertad de movimientos. Las esperanzas se revelan como un sofisma. Si te ponen en libertad, en ese mismo instante vuelves a entrar en el mismo establecimiento penitenciario. Eres un preso y nada más. Si te quieren convencer de que eso no es verdad, escucha y calla. Piensa que, al nacer, te han condenado a una pena de prisión perpetua, y que tus padres tienen la culpa. Pero no les hagas reproches fáciles. Quieras o no, tienes que seguir al pie de la letra los reglamentos que rigen en ese establecimiento penitenciario. Si no lo sigues, tu pena se agravará. Comparte tu pena con los otros presos, pero no te alíes con los guardianes. Esas frases se desarrollaron en mí en aquella época, totalmente por sí mismas, no muy distintas de una plegaria. Hasta hoy me son familiares, a veces las digo para mí, no han perdido su valor. Contienen la verdad de todas las verdades, por torpemente que pueda estar formuladas. Se aplican a todos. Pero no siempre estamos dispuestos a aceptarlas. A menudo caen en el olvido, a veces durante años. Pero luego están ahí otra vez e iluminan.
(El frío) Thomas Bernhard
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Entonces me confesé a mí mismo mis errores. La vida no es más que el cumplimiento de una pena, me dije, y tienes que soportar el cumplimiento de esa pena. Durante toda la vida. El mundo es un establecimiento penitenciario con muy poca libertad de movimientos. Las esperanzas se revelan como un sofisma. Si te ponen en libertad, en ese mismo instante vuelves a entrar en el mismo establecimiento penitenciario. Eres un preso y nada más. Si te quieren convencer de que eso no es verdad, escucha y calla. Piensa que, al nacer, te han condenado a una pena de prisión perpetua, y que tus padres tienen la culpa. Pero no les hagas reproches fáciles. Quieras o no, tienes que seguir al pie de la letra los reglamentos que rigen en ese establecimiento penitenciario. Si no lo sigues, tu pena se agravará. Comparte tu pena con los otros presos, pero no te alíes con los guardianes. Esas frases se desarrollaron en mí en aquella época, totalmente por sí mismas, no muy distintas de una plegaria. Hasta hoy me son familiares, a veces las digo para mí, no han perdido su valor. Contienen la verdad de todas las verdades, por torpemente que pueda estar formuladas. Se aplican a todos. Pero no siempre estamos dispuestos a aceptarlas. A menudo caen en el olvido, a veces durante años. Pero luego están ahí otra vez e iluminan.
(El frío) Thomas Bernhard