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Todo hombre desengañado de las ilusiones de su primera juventud, que tenga en cuenta su propia experiencia y la de los demás, que está avezado a la vida y que conozca la historia de los siglos pasados y la del presente, así como las obras de los grandes poetas, llegará infaliblemente, a menos que el prejuicio no ofusque su razón, a la consecuencia de que este mundo es el reino del azar y del error, por los cuales está regido sin piedad, tanto en las cosas pequeñas como en las grandes, además de la necedad y la malicia que colaboran con aquéllos. Difícilmente lo bueno se abre camino bajo este régimen; rara vez puede mostrarse lo bueno y lo sabio y encontrar eco, y, en cambio, conserva su poder, interrumpido sólo por breves interregnos, lo absurdo y lo falso en la esfera del pensamiento, lo vulgar y lo insípido en el arte, y lo perverso y lo astuto en la conducta. De cualquier género que sea lo perfecto es siempre una excepción, un caso único entre millones de casos. Por eso, cuando se produce una obra duradera, ésta, después de haber sobrevivido a la animosidad de los contemporáneos, permanece aislada, se la conserva como si fuera un meteorito, nacido de un orden de cosas diverso del que reina en este mundo.

(El mundo como voluntad y representación) Arthur Schopenhauer

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