Jose Roldan Garcia
Como un mar de girasoles.
En un viaje, hacia ningún lugar en concreto, por tierras segovianas de la Vieja Castilla, en un caluroso día de septiembre, casi como perdido en esas encrucijadas carreteras locales, mi mirada escrutó a lo lejos un mar vegetal de verdes y amarillos tonos, preludio de una cercana sinfonía visual, de impactante belleza natural bajo un cielo azul adornado por esas algodonosas nubes compañeras de aquel viaje...parábamos a cada curva, a cada subida, a la bajada, creía estar ante un paisaje, una vista aún mejor que las anteriores, mirando y disfrutando de tanta luz embrujada de sombreros amarillos...cuanta sabiduría poética en los lienzos de Van Gogh.
Como un mar de girasoles.
En un viaje, hacia ningún lugar en concreto, por tierras segovianas de la Vieja Castilla, en un caluroso día de septiembre, casi como perdido en esas encrucijadas carreteras locales, mi mirada escrutó a lo lejos un mar vegetal de verdes y amarillos tonos, preludio de una cercana sinfonía visual, de impactante belleza natural bajo un cielo azul adornado por esas algodonosas nubes compañeras de aquel viaje...parábamos a cada curva, a cada subida, a la bajada, creía estar ante un paisaje, una vista aún mejor que las anteriores, mirando y disfrutando de tanta luz embrujada de sombreros amarillos...cuanta sabiduría poética en los lienzos de Van Gogh.