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las intermitencias del corazón...

Hoy 23 de agosto en el subte D, uno de los libros más hermosos que leí en el 2015.

No se hallarán aquí gatos parlantes ni se realizarán cruces interdimensionales. No: lo que Murakami ejecuta en estas páginas son siete variaciones sobre lo que Proust definió como “las intermitencias del corazón”. A secas y sin trucos ni tics. De ahí que todo lo que hay de fantasmal pase más bien por el ejercicio de la memoria, por la ausencia de seres queridos, por la evocación de lo que fue y la fantasía de lo que pudo haber sido pero no.

Haruki Murakami ofrece a los lectores siete relatos en torno al aislamiento y la soledad que preceden o siguen a la relación amorosa: hombres que han perdido a una mujer, o cuya relación ha estado marcada por el desencuentro, asisten inermes al regreso de los fantasmas del pasado, viven el enamoramiento como una enfermedad letal, son incapaces de establecer una comunicación plena con la pareja, o ven extrañamente interrumpida su historia de amor. Otros experimentan atormentados amores no correspondidos o, incluso, como en el relato protagonizado por una metamorfosis kafkiana, desconocen todavía los mecanismos del afecto y del sexo. Sin embargo, las verdaderas protagonistas de estos relatos —llenos de guiños a los Beatles, el jazz, Kafka, Las mil y una noches o, en el caso del título, Hemingway—, son ellas, las mujeres, que, misteriosas, irrumpen en la vida de los hombres para desaparecer, dejando una huella imborrable en la vida de aquellos que las han amado, o de los que, al menos, intentaron amarlas.

 

En declaraciones a la revista The New Yorker, Murakami se explayó un poco en cuanto a la génesis de Hombres sin mujeres: “Lo que me interesaba retratar en estos cuentos es, en una palabra, el aislamiento, la soledad, y lo que significa desde un punto de vista emocional."

 

"Si, porque ser ambivalente significa soportar un vacío en medio de dos polos. 'Imagino que te dolería, ¿no? Al menos un poco', le había preguntado su ex mujer. 'Claro. Yo también soy de carne y hueso, y doler me dolió', había contestado él. Pero no era cierto. O al menos sólo a medias. 'No me dolió lo suficiente cuando tenía que haberme dolido', reconoció. 'En el momento en que debí haber sentido un dolor verdadero, reprimí sentimientos de vital importancia. Rehuí encontrarme frente a frente con la verdad porque no quería asumir algo tan intenso y, debido a ello, he cargado con un corazón hueco, vacío. Las serpientes han acaparado ese espacio, en el cual intentan ocultar el frío latido de sus corazones."

 

"Cuando alguien te gusta demasiado, lo pasas mal. Sufres. Como no creo que mi corazón sea capaz de soportar tal peso, me esfuerzo todo lo posible para que no me guste."

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Uploaded on August 23, 2016
Taken on August 23, 2016