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Eidel - Katerine Dior la sastre de Oxenfurt [Trasfondo 13]

❖ Canción: www.youtube.com/watch?v=393tFa9ry6w&ab_channel=Mauriz...

 

—Que es puta, pero ante todo una dama— le susurraba Kat a Eidel discretamente cuando hablaba acerca de Muriel, la meretriz de la ciudad.

 

Katerine Dior era la sastre más famosa y perfeccionista de todo Oxenfurt. Una mujer delicada, menuda y estirada como los cuidados moños que lucía, aunque también igual de graciosa. Era famosa por su espléndido trabajo con las mejores telas de exportación y una costura exquisita, además de su discreción máxima.

 

La modista era de costumbres. Sentarse en la mecedora para coser, ir a la posada a tomar su copita de vino y su plato de torreznos, regar las flores de su jardincito y, ante todo, era una tierna mujer que no acostumbraba a los gestos cariñosos y le gustaba guardar las distancias. El caso de Eidel era el contrario, era efusiva y cariñosa como la que más, quizá demasiado para el gusto de Katerine.

 

—¡Que muchacha más asalvajada!— se le quejaba escandalizada a Muriel nada más conocerla —Es un poco asilvestrada como su animal...— decía en referencia su perrita, Pandora.

 

Sin embargo, por mucho que quisiera ocultarlo, y pese a aparentar una formalidad y modales exquisitos, la costurera adoraba a Eidel.

 

La señorita Dior era de las que se ponían rígidas cual palo de escoba ante la efusividad y afectos de la elfa o cuando su perrita se colaba bajo sus faldones. Pero aunque Kat se empeñara en ocultarlo, en realidad esa elfa se estaba haciendo hueco en su resguardado corazón.

 

Pasaban las mañanas conversando en el puesto de la panadería donde trabajaba Eidel o pasaban tardes tomando té en la salita privada del burdel de Muriel. Karerine se empeñaba en convertir a la elfa en una señorita y Eidel se dejaba aconsejar por la sastre que con el paso de los meses se fue convirtiendo en una gran amiga.

 

En ocasiones Eidel se sorprendía al descubrir nuevas facetas de ella.

 

Los repentinos arrebatos de ira y pasión de la contestataria sastrecilla, la voz del pueblo, no dejaban a nadie indiferente. Era una de las que más se preocupaba por el resto de ciudadanos y sus habituales frases eran tal que así:

 

—SOIS UNOS COBARDES, DAD LA CARA A ESTAS POBRES GENTES— vociferaba Katherine hacia los guardias del cuartel alguna que otra mañana, uniéndose a las rebeliones.

 

—¡¡A MI LA GUARDIAAAA!!— reclamaba como mujer de armas tomar.

 

Eidel al principio manifestaba una perplejidad absoluta, sorprendida por la reacción de la costurera, para nada la imaginaba con tal carácter. Sobre todo cuando estaba acostumbrada a sus formas delicadas y elegantes como cuando saludaba y se aproximaba con elegancia con sus clásicos saludos:

 

—Muy buenas tardes, señoras mías—.

 

En resumidas cuentas, esa mujer era digna de recordar. Y pisar Oxenfurt sin haber tratado de profundizar en ella, era igual que beber agua toda una vida sin haber catado nunca un chupito de anís.

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Uploaded on February 3, 2023