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La última danza

Salía cada noche a danzar con los árboles. Caminar sola a altas horas de la madrugada le inquietaba, tenía la sensación de que alguien la observaba desde la vieja y abandonada casa de Los Márquez. Siempre, cada noche; pero nada podía hacer contra la extraña fuerza que la impulsaba a dirigirse al jardín de esa desvencijada mansión. Todo su entorno adquiría formas distintas, colores diversos y disparatados en cada rito; se sentía en claro sosiego entre la esencia confusa que allí se respiraba.

La madrugada del 1 de noviembre tuvo la misma percepción de siempre, se sintió acechada por una mirada, sólo la niebla espesa, que avanzaba hacia ella, le hizo caer en la cuenta de que era noche de difuntos. Sintió miedo. Siguió bailando, cubierta de noche y de bruma, y mientras miraba la fachada que tanto la turbaba se dijo que jamás llegaría hasta allí. Nada, ni siquiera esa casa inquietante, podría impedir su ritual delirante y oscuro, seguiría bailando sin acercarse demasiado; pero inesperadamente la misma fuerza que la incitaba a salir, la fuerza que la entregaba en brazos de la noche, tiró de ella irremediablemente y encaminó sus pasos hacia el lugar al que no deseaba ir.

Se encontraba cerca cuando algo, alguien, salió de entre los árboles; le tendió la mano...

 

- Querida, es la hora.

 

 

 

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Uploaded on October 31, 2017
Taken on September 16, 2017