©Sergio Gil
2012-01-22, Acero y Color-Canarias7-3
Canarias7. Domingo, 22 de enero de 2012. Pág-16.
Sergio Gil. Acero y Color
Una vida dedicada al arte.
Sergio Gil ha explorado todas las posibilidades de la escultura y la pintura con obras de gran impacto.
El color se impone en su pintura y el hierro y el acero doblegado en sus escultura.
"Sergio Gil, arte y sociedad"
La obra del escultor Sergio Gil y su misma presencia, con su perenne vocación de creación artística y de pasión intelectual, me evoca el mismo paisaje de la isla, el de los nacientes y correntías de aguas que descienden por cumbre y medianías, con un rumor que no es ruido, que nos es cháchara vana, que es casi la palabra que toma la propia isla para hablarnos, para arrullarnos en los más íntimo de nuestro ser y sentir, que está siempre ahí, que incluso cuando desaparece, cuando no la podemos ver, permanece discurriendo fecundamente por las más hondas oquedades del subsuelo isleño.
Con Sergio Gil ha surgido, en las últimas décadas del siglo XX, la figura de un artista comprometido con la creación de una obra que sabe que no es, ni será enteramente suya, que incluso se consagra como parte ineludible de un ámbito isleño en el que luce como propia, sin que se sepa de su autor como ocurre con muchas grandes y anónimas obras del arte clásico que, sin saber quienes fueron sus hacedores, simbolizan toda una cultura, pues desde su misma concepción la creación de Gil está avocada a formar parte de esa nueva realidad insular que se ha conformado poco a poco en el orbe de los más insospechados enclaves del nuevo paisaje urbano insular.
Él afronta, desde hace ya algunos años –estos mismos en que la isla transita un difícil camino entre dos siglos–, un compromiso serio y fecundo con el orbe de su isla natal, con el ámbito cotidiano en el que sabe se manejan los sentimientos, el ser y estar de los isleños actuales, con los que él convive intensamente y comparte aspiraciones y deberes ante el futuro. Una apuesta que Sergio Gil asume plenamente como parte de su ser y de su intelecto artístico y social, algo que ya se vislumbraba en sus primeras exposiciones individuales, allá por los años 1988 y 1990 en Las Palmas de Gran Canaria y San Mateo, en las obras que en esos años aporta a muestras colectivas, o en sus enormes y significativos murales, como el que en 1988 confecciona para la Casa de la Cultura de Telde ó el mural tríptico para la Casa de la Cultura de San Fernando de Maspalomas.
Y es que Sergio Gil se nos descubre en este comienzo del siglo XXI como un artista que contagia y entrega su capacidad creativa y su obra a la sociedad en la que esta tiene que vivir, rehacerse y perpetuarse; un creador que es consciente de tradiciones y costumbres de la tierra en la que nace, pero que también sabe que no puede, ni debe, sustraerse a la fuerza de ese futuro que lo atlántico siempre trae a este cruce de caminos y sendas que es Canarias. Gil, su obra, es una verdadera ventana que se abre a la mirada del siglo que le ha correspondido comenzar a transitar, una mirada que, como la que él predica con su obra, debe ser de esperanza para todos, y que además se materializa magistralmente en su obra La Mirada que, desde sus 26 metros de altura, enclavada en la rotonda del Parque Marítimo de Jinámar, se enseñorea del sonoro ámbito de la desembocadura del barranco de Telde, a la vera de un espacio que ocuparon y vivieron los habitantes prehispánicos de la isla y a la de un entorno empresarial y social que señala la nueva forma de ser, estar y vivir de los insulares, al borde mismo del intenso transito diario de miles de personas que fluyen entre el sur y el norte insular.
Si muchas son sus obras monumentales, que se ofrecen como un isleñísimo homenaje de vanguardia al siglo que nace, y me remito a El Drago de Telde, hoy referente ineludible no sólo de una zona, sino de su concurrido acontecer cotidiano, convertido en faro del testimonio de un pasado en el que se sustentan todas las miradas al futuro, a las esculturas Alga Marina y El Cardón, o a su obra Foro Atlántico Paz y Progreso, hecha para la Cruz Roja de Telde, tampoco puedo sustraerme a esa inquietud creadora de Sergio Gil que ha transitado otros caminos como los de la pintura ó la obra gráfica, en la que ha logrado trabajos importantes como la carpeta de litografías Peces endémicos de Canarias, o los del diseño de libros, como Sueños de Libertad (1991) de Andrés Hernández Navarro, Árboles, niños y árboles, en una reedición de esta clásica obra de Francisco González Díaz ó del mismo autor Teror, por encargo de su Ayuntamiento, junto a infinidad de carteles con muy diversos motivos y temáticas, sin olvidar tanto el diseño de algunas revistas, entre ellas los números 1 y 2 de la de la Escuela Luján Pérez, o los números 3 al 14 de la revista Reflexiones de Telde, así como una fecunda e importante incursión en lo que ya se tiene por un arte actual, el logotipo, diseñando, logotipos de empresas y entidades públicas y culturales que hoy son habituales y sobradamente conocidos dentro y fuera de Gran Canaria.
Sin lugar a duda alguna en Sergio Gil tenemos a un artista genial y una obra magistral que le señala, pese a su discreto y silente hábito de vida, como uno de los grandes artistas canarios actuales.
Dr. Juan José Laforet Hernández
Cronista Oficial de Gran Canaria
2012-01-22, Acero y Color-Canarias7-3
Canarias7. Domingo, 22 de enero de 2012. Pág-16.
Sergio Gil. Acero y Color
Una vida dedicada al arte.
Sergio Gil ha explorado todas las posibilidades de la escultura y la pintura con obras de gran impacto.
El color se impone en su pintura y el hierro y el acero doblegado en sus escultura.
"Sergio Gil, arte y sociedad"
La obra del escultor Sergio Gil y su misma presencia, con su perenne vocación de creación artística y de pasión intelectual, me evoca el mismo paisaje de la isla, el de los nacientes y correntías de aguas que descienden por cumbre y medianías, con un rumor que no es ruido, que nos es cháchara vana, que es casi la palabra que toma la propia isla para hablarnos, para arrullarnos en los más íntimo de nuestro ser y sentir, que está siempre ahí, que incluso cuando desaparece, cuando no la podemos ver, permanece discurriendo fecundamente por las más hondas oquedades del subsuelo isleño.
Con Sergio Gil ha surgido, en las últimas décadas del siglo XX, la figura de un artista comprometido con la creación de una obra que sabe que no es, ni será enteramente suya, que incluso se consagra como parte ineludible de un ámbito isleño en el que luce como propia, sin que se sepa de su autor como ocurre con muchas grandes y anónimas obras del arte clásico que, sin saber quienes fueron sus hacedores, simbolizan toda una cultura, pues desde su misma concepción la creación de Gil está avocada a formar parte de esa nueva realidad insular que se ha conformado poco a poco en el orbe de los más insospechados enclaves del nuevo paisaje urbano insular.
Él afronta, desde hace ya algunos años –estos mismos en que la isla transita un difícil camino entre dos siglos–, un compromiso serio y fecundo con el orbe de su isla natal, con el ámbito cotidiano en el que sabe se manejan los sentimientos, el ser y estar de los isleños actuales, con los que él convive intensamente y comparte aspiraciones y deberes ante el futuro. Una apuesta que Sergio Gil asume plenamente como parte de su ser y de su intelecto artístico y social, algo que ya se vislumbraba en sus primeras exposiciones individuales, allá por los años 1988 y 1990 en Las Palmas de Gran Canaria y San Mateo, en las obras que en esos años aporta a muestras colectivas, o en sus enormes y significativos murales, como el que en 1988 confecciona para la Casa de la Cultura de Telde ó el mural tríptico para la Casa de la Cultura de San Fernando de Maspalomas.
Y es que Sergio Gil se nos descubre en este comienzo del siglo XXI como un artista que contagia y entrega su capacidad creativa y su obra a la sociedad en la que esta tiene que vivir, rehacerse y perpetuarse; un creador que es consciente de tradiciones y costumbres de la tierra en la que nace, pero que también sabe que no puede, ni debe, sustraerse a la fuerza de ese futuro que lo atlántico siempre trae a este cruce de caminos y sendas que es Canarias. Gil, su obra, es una verdadera ventana que se abre a la mirada del siglo que le ha correspondido comenzar a transitar, una mirada que, como la que él predica con su obra, debe ser de esperanza para todos, y que además se materializa magistralmente en su obra La Mirada que, desde sus 26 metros de altura, enclavada en la rotonda del Parque Marítimo de Jinámar, se enseñorea del sonoro ámbito de la desembocadura del barranco de Telde, a la vera de un espacio que ocuparon y vivieron los habitantes prehispánicos de la isla y a la de un entorno empresarial y social que señala la nueva forma de ser, estar y vivir de los insulares, al borde mismo del intenso transito diario de miles de personas que fluyen entre el sur y el norte insular.
Si muchas son sus obras monumentales, que se ofrecen como un isleñísimo homenaje de vanguardia al siglo que nace, y me remito a El Drago de Telde, hoy referente ineludible no sólo de una zona, sino de su concurrido acontecer cotidiano, convertido en faro del testimonio de un pasado en el que se sustentan todas las miradas al futuro, a las esculturas Alga Marina y El Cardón, o a su obra Foro Atlántico Paz y Progreso, hecha para la Cruz Roja de Telde, tampoco puedo sustraerme a esa inquietud creadora de Sergio Gil que ha transitado otros caminos como los de la pintura ó la obra gráfica, en la que ha logrado trabajos importantes como la carpeta de litografías Peces endémicos de Canarias, o los del diseño de libros, como Sueños de Libertad (1991) de Andrés Hernández Navarro, Árboles, niños y árboles, en una reedición de esta clásica obra de Francisco González Díaz ó del mismo autor Teror, por encargo de su Ayuntamiento, junto a infinidad de carteles con muy diversos motivos y temáticas, sin olvidar tanto el diseño de algunas revistas, entre ellas los números 1 y 2 de la de la Escuela Luján Pérez, o los números 3 al 14 de la revista Reflexiones de Telde, así como una fecunda e importante incursión en lo que ya se tiene por un arte actual, el logotipo, diseñando, logotipos de empresas y entidades públicas y culturales que hoy son habituales y sobradamente conocidos dentro y fuera de Gran Canaria.
Sin lugar a duda alguna en Sergio Gil tenemos a un artista genial y una obra magistral que le señala, pese a su discreto y silente hábito de vida, como uno de los grandes artistas canarios actuales.
Dr. Juan José Laforet Hernández
Cronista Oficial de Gran Canaria