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EL TORNEO - The tournament

EL TORNEO

 

Sir Belfegor había sido el vencedor del torneo para ser el prometido de la princesa Lucinda, hija del rey. Fue una lucha desigual dada la ferocidad y falta de escrúpulos de Belfegor pese al valor de los demás contendientes; los había masacrado sin piedad jactándose de su triunfo ante la Corte que presenciaba el torneo.

Ante la ausencia de otros oponentes a la mano de la hija del rey preguntó si alguien más estaba dispuesto a enfrentarse a él.

Nadie le contestó. Cuando ya se retiraba surgió una vocecilla entre la multitud.

-¡Yo, Richard, lucharé contra ti por el honor de la Princesa Lucinda¡

Era el palafrenero del rey quien valientemente saltó a la arena de la contienda.

Una risotada de desprecio salió de la garganta del gigantesco Sir Belfegor.

-Tú, bellaco, ¿te atreves a perder la vida luchando contra mí?

Ante la determinación del muchacho se acordó el enfrentamiento siguiendo las reglas marcadas por la ley.

La princesa lloraba desconsolada intentando en vano salvar la vida del joven que se arriesgaba por ella conocedora de cuál sería el desenlace.

Antes de que saltara a la arena, tuvo el detalle la bella Lucinda de prender en la cota de malla de su arrojado valedor su precioso pañuelo de seda.

Sir Belfegor quería acabar sin demora con la vida del inconsciente y atrevido joven para tener cuanto antes entre sus brazos el deseado cuerpo de la joven y bella princesa y así optar al trono.

Era David contra Goliat, pensaron todos. Una historia del pasado que no volvería repetirse.

Así fue como Sir Belfegor, con la enorme espada de dos manos, descargó brutales y repetidos golpes sobre el escudo de Richard que a duras penas podía detener.

Sucedió lo que temieron todos; que partió en dos el escudo del joven paladín, quedando a merced de su oponente. Un grito de horror resonó en el lugar al dar por hecho cuál sería el destino de aquel inocente palafrenero que se había atrevido a jugarse la vida por salvar el honor y la honra de la hija del rey.

Sudoroso, se quitó el yelmo Sir Belfegor para contemplar mejor a la concurrencia, y alzando su espada dispuesto a descargar el golpe final que acabaría con la vida de Richard, sucedió un hecho insólito a inesperado.

Incorporándose Richard del suelo raudo cual gavilán, clavó en el cuello de Belfegor la afilada aguja del broche del pañuelo de la princesa Lucinda.

Un río de sangre llenó la fina arena del escenario de la contienda antes de que el malvado Belfegor se desplomase sin vida.

Un clamor de júbilo por el desenlace acaecido llegó hasta las nubes; así quedó reflejado en los anales de la historia y así os lo cuento.

Y para siempre permaneció impreso en el corazón de Richard el beso que la princesa Lucinda depositó en sus labios.

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Uploaded on March 9, 2022