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Roda de Isábena

Copio de la guía: "Roda de Isábena, Historia y Arte", de Manuel Iglesias Costa.

 

Cuatro galerías techadas en vertiente configuran un deambulatorio rectangular, articulado en ángulos por arcadas en diagonal apeando sobre columnas adosadas. Lo cercan con la catedral por el sur, dependencias y cocinas modernas por poniente, donde estuvieron las antiguas casas del prior claustral y camareros, de cuya entrada quedan el clásico diseño conopial y renacentista. Por el norte cierran el antiguo refectorio comunitario, luego reducido para dar cabida a la sala capitular y archivo que nos reviven gustos que asimilaron desde el románico al barroco pasando por el renacimiento. Por oriente lo protegen un muro antiguo en "opus spicatum" y la graciosa arquería de comunicación a la legítima sala capitular con capilla de San Agustín a sus espaldas.

 

El claustro se abre a un patio central provisto de un aljibe donde afluyen las aguas pluviales que se escurren de los tejados vecinos a través de canaleras y conductos de piedra perforada alojados en los ángulos del patio. El pozo tiene grabado en su dintel el año 1608. Sería restaurado entonces; pues lo hubo mucho antes y era la reserva hidráulica de Roda en tiempos de sequía.

 

Una formación en cuadrilátero de columnas cilíndricas, descansa sobre bancos de piedra soportando el ondulado ritmo de su arquería bajo un friso en ajedrez que sostiene el embigado de cubierta. Las columnas son de fuste monolítico, sobre plinto cuadrado y basa circular rematada a veces con collarines de estrías. Las coronan capiteles de labra tosca y variada (vegetación, fauna, trazos geométricos, volutas, etc.) y a veces lisos tan solo. Ranuras abiertas a sus costados son testigos del tabique que cerró la galería a la altura de apeo de los arcos hasta comienzos del siglo presente (XX. El libro es del año 1989).

 

 

Nota curiosa e interesante de este claustro es el necrologio de piedra grabado en las arcadas y muros laterales. Son inscripciones conmemorativas de canónigos y personal vinculado o benefactor de esta iglesia. En conjunto el claustro de Roda "conserva el mayor número de inscripciones de la provincia de Huesca". Hay lápidas artísticamente labradas con franjas de incisos vegetales, arbustos y aves desbordando sus dimensiones. Algunas conservan fondos de policromía original y, en general, a la par que piezas de arte, son un documento precioso que ha permitido recomponer gran parte del cronologio de esta iglesia y completar otras informaciones y datos de su archivo.

Fueron estudiadas por José Manuel Gudiol de Vich que leyó y publicó 165 de ellas en 1907. Pero no pudo reseñar otras varias, por estar tabicadas o encaladas. Una nueva lectura realizada por Antonio Durán de Huesca en 1967, después de las recientes restauraciones, amplió el número a 191. Se trata de un necrologio litúrgico basado en la práctica de rezar por los difuntos de la propia iglesia, común a los cabildos e iglesias monacales, que recitaban dentro del rezo de la hora de Prima, junto con el martirologio del día. Los nombres de los fallecidos se escribían en columnas marginales del mismo pergamino. La costumbre se prolongó hasta el siglo XV, en que se impusieron los libros impresos y el martirologio romano. Roda grabó los epitafios en los ábacos, sillares del intradós de las arcadas y a lo largo de los muros, siempre en lugares muy visibles, para que mientras los prebendados paseaban, pudiese recordar y rezar por los difuntos del día.

Las cronologías de estas inscripciones son difíciles de precisar en muchos casos, ya que en varias de ellas sólo se consignan el día y el mes del óbito, es decir, los datos estrictos para el sufragio. El año se anota en muy contadas ocasiones, pues interesaba menos para el fin propuesto. Las primeras fechas nos llevan hasta el 22 de octubre de 1143, en que murió Gaufrido obispo, que tiene lápida a mano derecha junto a la puerta de acceso al claustro desde la catedral y del siglo XII hay varios personajes más, como son los priores Pedro, Amado y Raimundo de Estadilla.

Mn. J. Gudiol cree que el claustro ya se construyó con el propósito de grabar las necrologias de sus prebendados, y por los caracteres paleográficos deduce que hay varias correspondientes al siglo XII, opinión cronológica que comparte F. Mateu Llopis, catedrático de paleografía de la Universidad de Barcelona. Durán Gudiol de Huesca, en cambio, discrepa de estos pareceres y supone estas inscripciones realizadas a principios del siglo XIII, con datos tomados de un obituario manual. Son mayoría, no obstante, los que coinciden en situar la técnica constructiva del claustro en la primera mitad del siglo XII, conclusión a la que apuntan otros datos: por ejemplo, el epitafio de Gaufrido, que muy bien pudiera indicar su enterramiento en el mismo claustro acaso en su memorio como promotor y mecenas de la obra favorecido, como se sabe, por la amistad y los recursos que le brindó su real protector Ramiro el Monje.

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Uploaded on November 1, 2008
Taken on October 19, 2008