Santa Lucía del Trampal
La basílica visigoda de Santa Lucía del Trampal está situada en el municipio español de Alcuéscar, en la provincia de Cáceres.
Esta pequeña basílica debió formar parte de algún monasterio, pues aún se la conoce como «el convento». A finales de la Edad Media se rehízo la iglesia y se le añadieron elementos a la construcción original, como nuevos pilares en los arcos del crucero y los arcos diafragma apuntados sobre el aula o nave original, que para entonces habría perdido sus soportes primigenios, que sostendrían una estructura de madera.
La planta se organiza en torno al aula, de triple nave separada por dos arquerías longitudinales sobre cinco pilares de granito, el pequeño coro, un amplio crucero transversal y tres capillas en la cabecera, no adosadas sino completamente separadas mediante muros. Además de por el aula, se accede al crucero a través de unas pequeñas puertas abiertas a cada lado en la parte occidental. La escasa luz interior proviene de las ventanas abocinadas dispuestas en el frente de cada ábside y en cada extremo del crucero.
Esta articulación constructiva resulta de gran interés, de manera que sin contrafuertes se consigue un sólido edificio gracias a la disposición ortogonal que permite el mutuo contrarresto de todas las partes estructurales, singularmente en los ábsides. Esta articulación del edificio es la que determina la segmentación del espacio interior, en el cual hallamos un espacio reducido en la nave, otro más amplio en el crucero y finalmente otros muy íntimos en los tres santuarios. Esta diferenciación de espacios estaba marcada originalmente mediante unos canceles que no se conservan, pero de los que tenemos testimonio por las hendiduras practicadas tanto en los muros como en el suelo, destinadas a su sujeción, bien visibles al final de la nave y en el acceso a cada uno de los ábsides.6
La distribución interior tiene relación directa con la liturgia, que señalaba distintos lugares para los asistentes a los cultos. Así en el IV Concilio de Toledo, en el año 633, se dice que los sacerdotes comulgan ante el altar, el clero en el coro y el pueblo fuera del coro. Esto se refleja en la basílica de Santa Lucía, que dispone de un aula de triple nave para el pueblo, un pequeño coro para los religiosos y tres capillas absidiales.
En cuanto a la estructura del presbiterio, con tres capillas independientes en la cabecera, podemos encontrar algunos paralelismos lejanos en edificios del Mediterráneo oriental. Sin embargo, resulta más sugestivo advertir la semejanza que tiene con el modelo de planta conocido en la basílica de fundación real en San Juan de Baños, descubierta en las excavaciones de principios del siglo xx. Así, su morfología estructural, su paralelismo con el ejemplo bien datado de Baños de Cerrato y la organización espacial coincidiendo con las necesidades litúrgicas del siglo vii, llevan a datar esta basílica hacia el segundo tercio del siglo vii, aunque su cronología está todavía siendo investigada por los especialistas.
Santa Lucía del Trampal
La basílica visigoda de Santa Lucía del Trampal está situada en el municipio español de Alcuéscar, en la provincia de Cáceres.
Esta pequeña basílica debió formar parte de algún monasterio, pues aún se la conoce como «el convento». A finales de la Edad Media se rehízo la iglesia y se le añadieron elementos a la construcción original, como nuevos pilares en los arcos del crucero y los arcos diafragma apuntados sobre el aula o nave original, que para entonces habría perdido sus soportes primigenios, que sostendrían una estructura de madera.
La planta se organiza en torno al aula, de triple nave separada por dos arquerías longitudinales sobre cinco pilares de granito, el pequeño coro, un amplio crucero transversal y tres capillas en la cabecera, no adosadas sino completamente separadas mediante muros. Además de por el aula, se accede al crucero a través de unas pequeñas puertas abiertas a cada lado en la parte occidental. La escasa luz interior proviene de las ventanas abocinadas dispuestas en el frente de cada ábside y en cada extremo del crucero.
Esta articulación constructiva resulta de gran interés, de manera que sin contrafuertes se consigue un sólido edificio gracias a la disposición ortogonal que permite el mutuo contrarresto de todas las partes estructurales, singularmente en los ábsides. Esta articulación del edificio es la que determina la segmentación del espacio interior, en el cual hallamos un espacio reducido en la nave, otro más amplio en el crucero y finalmente otros muy íntimos en los tres santuarios. Esta diferenciación de espacios estaba marcada originalmente mediante unos canceles que no se conservan, pero de los que tenemos testimonio por las hendiduras practicadas tanto en los muros como en el suelo, destinadas a su sujeción, bien visibles al final de la nave y en el acceso a cada uno de los ábsides.6
La distribución interior tiene relación directa con la liturgia, que señalaba distintos lugares para los asistentes a los cultos. Así en el IV Concilio de Toledo, en el año 633, se dice que los sacerdotes comulgan ante el altar, el clero en el coro y el pueblo fuera del coro. Esto se refleja en la basílica de Santa Lucía, que dispone de un aula de triple nave para el pueblo, un pequeño coro para los religiosos y tres capillas absidiales.
En cuanto a la estructura del presbiterio, con tres capillas independientes en la cabecera, podemos encontrar algunos paralelismos lejanos en edificios del Mediterráneo oriental. Sin embargo, resulta más sugestivo advertir la semejanza que tiene con el modelo de planta conocido en la basílica de fundación real en San Juan de Baños, descubierta en las excavaciones de principios del siglo xx. Así, su morfología estructural, su paralelismo con el ejemplo bien datado de Baños de Cerrato y la organización espacial coincidiendo con las necesidades litúrgicas del siglo vii, llevan a datar esta basílica hacia el segundo tercio del siglo vii, aunque su cronología está todavía siendo investigada por los especialistas.